PASAJE BÍBLICO

Apocalipsis 7:9-17

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

En capítulo 5, Juan (autor de este libro) tuvo una visión “del que estaba sentado sobre el trono,” con un libro de pergamino sellado con siete sellos (5:1). Los sellos estaban hechos de cera o de barro, pegados de tal manera para prevenir que el documento se pudiera abrir sin romper el sello. Estos sellos le concedían al documento cierta medida de protección, porque cualquiera que tratara de forzar el documento tendría que romper los sellos primero.

Los sellos tenían impreso el anillo de autoridad, dándole al documento la autoridad de quien lo selló.

“Simbólicamente, las personas eran selladas por Dios o por el Espíritu para marcar la autoridad de Dios sobre ellas (2 Corintios 1:22; Efesios 1:13; Apocalipsis 7)” (Drinkard, 141).

Como veremos en capítulo 6, este pergamino contiene los secretos del futuro. El Cordero abrirá los sellos uno por uno, revelando eventos que los sellos antes escondían.

Un ángel preguntó, “¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos?” (5:2). Nadie en la tierra era digno, y Juan comenzó a llorar de desesperación. Pero un anciano dijo, “No llores: he aquí el león de la tribu de Judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro, y desatar sus siete sellos” (5:5).

Entonces Juan vio “un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra” (5:6). Cuando el Cordero tomó el libro, los veinticuatro ancianos y las cuatro criaturas vivientes cantaron un himno exaltando los méritos del Cordero que le autorizaban para abrir el pergamino.

“porque tú fuiste inmolado,

y nos has redimido para Dios con tu sangre,

de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes,

y reinaremos sobre la tierra” (5:9-10).

Entonces una multitud de ángeles siguió con el canto (5:11-12) – y Juan oyó “á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás” (5:13). Capítulo 5 termina con los cuatro animales diciendo “Amén” y los ancianos inclinándose para alabar al Cordero (5:14).

Capítulo 6 muestra el Cordero abriendo los primeros seis de los siete sellos. Aunque generalmente no se podría ver el contenido de un pergamino hasta romper todos los sellos, el libro de Apocalipsis parece más una obra poética que prosa, y la revelación progresiva según se van rompiendo los sellos conlleva licencia poética.

• El abrir de los primeros cuatro sellos reveló cuatro jinetes enviados para presentar sentencias que iban aumentando en severidad: Estas eran conquistar (6:2), eliminar la paz de la tierra (6:4), hambruna (6:6), y matar (6:8).

• El abrir del quinto sello reveló “las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios” (6:9), que clamaban por justicia (6:10). Se les dijo que descansaran un poco más, porque pronto habría más mártires acompañándoles (6:11).

• El abrir del sexto sello reveló una serie de cataclismos – terremotos, el sol ennegreciéndose, una luna como la sangre, estrellas que caían, un cielo que desaparecía, montes e islas eliminados (6:12-14). Entonces todos en todas partes, desde los más altos reyes hasta los más bajos de los esclavos, clamaban para que los montes cayeran sobre ellos y les protegieran de la ira del Cordero (6:16) – “Porque el gran día de su ira es venido; ¿y quién podrá estar firme?” (6:17).

Capítulo 7 se divide en dos partes:

• La primera parte (7:1-8) toma lugar en la tierra, y representa los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron “señalados de todas las tribus de los hijos de Israel” (7:4).

• La segunda parte (7:9-17) constituye nuestra lectura del leccionario. Toma lugar en el cuarto del trono celestial, y representa un evento futuro que busca la respuesta a la pregunta, “¿quién podrá estar firme?” (6:17).

Surgen dos preguntas: ¿Quiénes son los ciento cuarenta y cuatro mil (7:1-8), y ¿quién es la gran multitud (7:9-17)? Aunque no podemos estar seguros, parece que los ciento cuarenta y cuatro mil son mártires y que la gran multitud está compuesta de cristianos “de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas” (7:9).

VERSÍCULOS 9-10: UNA GRAN COMPAÑÍA QUE NADIE PODÍA CONTAR

9Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; 10Y clamaban en alta voz, diciendo: Salvación á nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero.

“Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas” (v. 9a). Como se anota arriba, esta gran multitud seguramente está compuesta de cristianos de todas las épocas y lugares.

Hacía mucho, Dios le prometió a Abraham que sus descendientes serían tan numerosos como las estrellas (Génesis 15:5) y la arena del mar (Génesis 32:12). Ahora vemos que esta promesa ha sido cumplida.

Esto alentaría a Juan – exiliado en la Isla de Patmos – solo y solitario. Ya ha escrito cartas de Cristo a siete iglesias, cinco de las cuales tenían graves problemas (2:1 – 3:22). Sin embargo, esta visión representa el otro lado – una gran multitud de cristianos triunfantes, tantos que nadie los puede contar.

“que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero” (v. 9b). La multitud está ante el trono de Dios (véase v. 10) – y en la presencia del Cordero.

Durante el Éxodo, en la primera Pascua, los israelitas aprendieron a matar un cordero y a poner parte de su sangre en los postes de las puertas de sus casas para que el ángel de la muerte, al ver la sangre, pasara de largo (Éxodo 12). Entonces Dios dijo que dos corderos debían ser sacrificados en el altar cada día (Éxodo 29:38). Los corderos, entonces, se veían como animales vulnerables que morían por el bien de otros.

Varios pasajes del Nuevo Testamento se refieren al Mesías como oveja o cordero:

• El Evangelio de Juan describe a Jesús como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

• En el libro de Hechos, un eunuco etíope estaba leyendo un pasaje de Isaías 53:7-8 que decía, “Como oveja á la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que le trasquila, Así no abrió su boca: En su humillación su juicio fue quitado: Mas su generación, ¿quién la contará? Porque es quitada de la tierra su vida” (Hechos 8:32-33). El eunuco le pidió a Felipe que le explicara este pasaje, y Felipe, “comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús” (Hechos 8:35).

• Pablo representa a Cristo como “nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7).

• Pedro describe la sangre de Cristo “como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:19) – es decir, un cordero digno de usar en un sacrificio en el altar.

• El libro de Apocalipsis habla frecuentemente de Cristo como el Cordero (5:6, 8, 12-13; 6:1, 16; 7:9-10, 14, 17; 8:1; 12:11; 13:8, 11; 14:1, 4, 10; 15:3; 17:14; 19:7, 9; 21:9, 14, 22-23; 22:1, 3).

“vestidos de ropas blancas” (v. 9c). En el Nuevo Testamento, el blanco representa varias cosas – todas positivas:

• Se asocia con la gloria, como con la ropa blanca y brillante de Jesús en la Transfiguración (Lucas 9:29) – y con el pelo blanco y la lana blanca del Hijo del Hombre (Apocalipsis 1:14) – y con el trono blanco (20:11).

• Se asocia con la resurrección, como con la ropa blanca del ángel (Mateo 28:3).

• Se asocia con la salvación, como con la piedra blanca entregada “Al que venciere” (Apocalipsis 2:17).

• Se asocia con la pureza, como en este versículo (véase también Apocalipsis 3:5). En versículo 14, aprendemos que las ropas blancas de este versículo se han puesto blancas después de haber sido lavadas con la sangre del Cordero.

“y palmas en sus manos” (v. 9d). Las palmas se asocian con celebración y regocijo. Por ejemplo, la ley del Torá manda que se usen palmas durante la Fiesta del Tabernáculo (Levítico 23:40). Esta conexión con la celebración explica por qué gente usó palmas para darle la bienvenida a Jesús cuando entró en Jerusalén el Domingo de Ramos (Juan 12:13) – y es esta conexión la que explica su uso en este versículo.

Y clamaban en alta voz, diciendo: Salvación á nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero” (v. 10). Es la gran multitud de 7:9 la que clama. Este es el comienzo de la respuesta a la pregunta, “¿y quién podrá estar firme?” (6:17b). Aunque este versículo no contesta esta pregunta directamente, sí identifica la fuente de la salvación – Dios y el Cordero. La gran multitud, vestida de blanco, con palmas en la mano, celebra la salvación que experimenta en mano de Dios.

En ese tiempo y lugar, la mayoría de la gente consideraba al Emperador Romano y al Imperio Romano como la fuente de la salvación. Roma había establecido la Pax Romana (la Paz Romana) – de hecho, este libro fue escrito aproximadamente a mediados de la Pax Romana, que tomó lugar desde 27 a.C. hasta 180 d.C. La gente para quien Juan escribe este libro ha vivido décadas de este periodo “pacífico.” Sin embargo, esta paz fue establecida por medio de poder militar, y se mantuvo gracias a la amenaza de violencia. Dado que Roma requería que sus sujetos honraran el culto del emperador, la Pax Romana era todo menos pacífica para los cristianos.

El clamor de la multitud en este versículo celebra el hecho de que esta gente ha encontrado paz en Dios y en el Cordero – la salvación – lo que la Pax Romana había prometido pero no logró producir.

VERSÍCULOS 11-12: BENDICIÓN Y GLORIA Y SABIDURÍA Á DIOS

11Y todos los ángeles estaban alrededor del trono, y de los ancianos y los cuatro animales; y postráronse sobre sus rostros delante del trono, y adoraron á Dios, 12Diciendo: Amén: La bendición y la gloria y la sabiduría, y la acción de gracias y la honra y la potencia y la fortaleza, sean á nuestro Dios para siempre jamás. Amén.

“Y todos los ángeles estaban alrededor del trono, y de los ancianos y los cuatro animales; y postráronse sobre sus rostros delante del trono, y adoraron á Dios” (v. 11). Antes, Juan habló de haber visto ángeles y criaturas vivientes y ancianos que numeraban “millones (griego: myriades) de millones” (5:11) – donde la palabra griega myriades significa, “un gran número indeterminado” o “innumerable” (Zodhiates, 999).

Sabemos que había veinticuatro ancianos (4:10) y cuatro animales vivientes (5:5), entonces, los ángeles son los innumerables. Entonces, al coro de la gran multitud de versículo 9 se le une, quizá antifonalmente, este coro de ángeles innumerables, ancianos, y animales.

Estos ángeles, ancianos, y animales responden al canto de la gran multitud postrándose sobre sus rostros (en señal de reverencia u homenaje) y alabando a Dios.

“Diciendo: Amén: La bendición y la gloria y la sabiduría, y la acción de gracias y la honra y la potencia y la fortaleza, sean á nuestro Dios para siempre jamás. Amén” (v. 12). Su alabanza consiste de un canto de alabanza que empieza y termina con “¡Amén!”

“Amén.” Esta palabra es hebrea, y en el Nuevo Testamento se translitera al griego. Es decir, las letras griegas se usan para hacer el sonido de la palabra hebrea. En el Antiguo Testamento, significa “confirmar; apoyar; ser fiel… y también se usa como letanía en la alabanza… La palabra amen en inglés viene de esta palabra y significa, ‘concuerdo; que así sea’” (Baker y Carpenter, 70). En este versículo, los ángeles y ancianos usan Amén para afirmar el clamor de la gran multitud – y el segundo Amén para confirmar su propio canto.

VERSÍCULOS 13-14: ¿QUIÉNES SON ESTOS, VESTIDOS DE BLANCO?

13Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

14Y yo le dije: Señor (griego: kurie), tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han venido de grande tribulación (griego: thlipsis), y han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero.

“Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?” (v. 13). Ahora uno de los veinticuatro ancianos se dirige a Juan, para que Juan sea partícipe en lugar de observador. El anciano hace dos preguntas: ¿Quiénes son? y ¿de dónde han venido?

Sabemos por versículo 9 que los que están “vestidos de ropas blancas” son la gran multitud.

“Y yo le dije: Señor (kurie), tú lo sabes” (v. 14a). En vez de contestar, Juan le dice al anciano que él es quien lo sabe. Obviamente, Juan cree que el anciano hace estas preguntas de manera retórica, para poder dar una respuesta.

“Y él me dijo: Estos son los que han venido de grande tribulación” (thlipsis) (v. 14b). Esta gran multitud ha pasado por gran thlipsis – tribulación, peligro, aflicción, o prueba. La NRSV evita la palabra tribulación, seguramente para evitar las asociaciones negativas que la acompañan.

Antes, en su carta a la iglesia en Filadelfia, Cristo habló de “la hora de la tentación que ha de venir en todo el mundo, para probar á los que moran en la tierra” (3:10). Prometió librar a estos cristianos de Filadelfia de esa hora de tentación (3:10), pero también dijo “retén lo que tienes” (3:11), y prometió, “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera” (3:12).

Esta multitud vestida de blanco ha pasado por gran tribulación. Aunque pueden o no haber sido mártires, esta multitud sí incluye santos martirizados. La protección de Dios no significaba que cristianos no sufrirían – el camino de Cristo es el camino de la cruz. La protección de Dios sí significa que Dios salva su pueblo al final – lo vindica – provee una recompensa celestial por su lealtad.

“y han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero” (v. 14c). Como se anota arriba (véanse los comentarios de v. 9c), el color blanco se asocia con la pureza, y así es como se usa aquí.

Es extraño que los santos lavaran sus ropas con la sangre del Cordero para blanquearlas. Sin embargo, esta imagen refleja el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, donde la sangre de los sacrificios de animales concedía la limpieza espiritual que requería la expiación. En el Nuevo Testamento, los sacrificios de animales se reemplazan con el sacrificio único y de una vez por todas que Jesucristo hizo en la cruz. Su sangre expía nuestros pecados y nos hace puros.

No debemos perder de vista el hecho de que algo se requería de esta gente. Tenían que lavar sus ropas con la sangre del Cordero. Tenían que aceptar la expiación que Cristo ofrece. Más adelante, Jesús dirá, “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad” (22:14).

VERSÍCULOS 15-17: NO TENDRÁN MÁS HAMBRE

15Por esto (griego: dia) están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón (griego: skenoo) sobre ellos. 16No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni otro ningún calor. 17Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará á fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.

“Por esto (dia) están delante del trono de Dios” (v. 15a). La pequeña palabra, dia, liga este versículo al anterior. Ya que esta multitud ha lavado sus ropas con la sangre del Cordero – y por lo tanto ha quedado pura – ahora tiene el privilegio de estar ante el trono de Dios.

En el Antiguo Testamento, el tabernáculo y el templo tenían un cuarto sumamente sagrado llamado el Sagrado de los Sagrados, o El Lugar Más Sagrado. Este cuarto guardaba el Arca del Pacto. Encima del arca estaba el Asiento de la Merced – el lugar donde Yahvé se sentaba. Es decir, el Sagrado de los Sagrados era la morada de Dios. El acceso a la presencia de Dios era estrictamente controlado. La única persona que podía entrar en el Sagrado de los Sagrados era el Sumo Sacerdote – y solo durante el Día de la Expiación.

A pesar de esto, el autor del libro de Hebreos relata que Jesús quitó la barrera entre el Lugar Sagrado y el Sagrado de los Sagrados – para permitirnos estar en presencia de Dios (Hebreos 10:19-20).

Ahora aprendemos que la gran multitud de versículo 9 está autorizada para estar ante el trono de Dios.

Debemos recuperar la sensación de maravilla que esto inspira. Para ponerlo en perspectiva, considere cómo nos sentimos al visitar ciertos lugares y al conocer a ciertas personas – celebridades de diversos tipos.

Visité la casa de Elvis (Graceland). Tiene los mismos muebles que estaban allí mientras que Elvis vivía. Aunque tengo sentimientos mezclados acerca de Elvis (disfruto su música, pero me desanima su estilo de vida disoluto), de todos modos me sentí privilegiado de poder caminar por su casa – y de poder entrar en su jet privado. La decoración era un poco chabacana, pero decía algo de Elvis y del tiempo en que vivía. Me paseé por Graceland despacio para poder ver lo más posible – y, quizá, llegar a entender al hombre un poco mejor.

He visto la Casa Blanca y sentido una maravilla y privilegio parecidos. No es que piense que los que han ocupado la Oficina Ovalada hayan sido líderes maravillosos. Algunos han sido buenos, pero la mayor parte de ellos ha sido mediocre y unos desastrosos. De todos modos, me sentí privilegiado de estar ahí. Me hubiera sentido aún más privilegiado si el Presidente se hubiera unido a nuestro grupo – si hubiera tenido la oportunidad de darle la mano – de conversar con él. Me hubiera quedado pasmado si me hubiera invitado a acompañarle a la Oficina Ovalada.

Si respondemos con este entusiasmo ante las celebridades de hoy día, ¿no podemos comprender el privilegio de visitar el cuarto del trono de Dios – de estar en la presencia de Dios – de alabarle en persona?

“y le sirven día y noche en su templo” (v. 15b). Si somos honestos, estar alabando a Dios día y noche de verdad no suena tan maravilloso. Nos gusta alabar a Dios, pero también nos gusta tener un poco de tiempo personal – tiempo para estar con nuestras familias – tiempo para pasear en bote o ir de pesca – tiempo para hacer punto o coser – tiempo para arreglar el coche – tiempo para mirar un partido de fútbol o una película.

Pero debemos recordar que nuestros gustos y preferencias cambian a medida que vamos madurando. Si cuando yo tenía cinco años Usted me hubiera dicho que uno de los placeres de llegar a ser adulto era besar a una chica, hubiera pensado que eso era un asco. No obstante, una década después, mi actitud había cambiado mucho al respecto.

Tengo confianza que cuando lleguemos al cielo, habremos madurado lo suficiente para que el alabar constantemente sea algo maravilloso – la cosa más maravillosa posible.

“y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón (skenoo) sobre ellos” (v. 15b). El sustantivo skenos, es la palabra que se usa para el tabernáculo en el Antiguo Testamento – la morada de Dios. En este versículo, Juan usa el verbo skenoo para describir a Dios extendiendo su tabernáculo sobre la gran multitud – acercándoles a su presencia.

“No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni otro ningún calor” (v. 16). Esto cumple Isaías 49:10, donde dice, “No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá á manaderos de aguas.”

En su contexto original, el pasaje de Isaías prometía protección para los exiliados mientras Dios les preparaba para regresar a la Tierra Prometida. Ahora, la visión de Juan amplía esta promesa en grandes proporciones, adaptándola ahora para la gran multitud de estos versículos.

“Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará” (v. 17a). Hablando de metáforas mixtas – ¿cómo puede el Cordero ser el pastor? Debemos recordar que el texto del libro de Apocalipsis se parece mucho a la poesía – y el cambio de Cordero a pastor requiere licencia poética.

Pastorear era una ocupación baja. Requería muchas horas, trabajo duro y peligroso, y paga modesta. Pero la gente respetaba la atención que los buenos pastores demostraban por sus ovejas. Las ovejas no eran muy listas, y en la ausencia de un buen líder, solían alejarse por su cuenta. Se quedaban indefensas ante predadores como leones u osos. Necesitaban un pastor para guiarlas al agua y al pasto – y para protegerlas de muchos otros peligros.

Por el cuidado que los pastores ejercían sobre sus ovejas, los pastores se convirtieron en metáfora para describir otros tipos de líderes (Salmo 78:71; Isaías 44:28), incluyendo a Dios (Salmo 23; Salmo 78:52; 80:1).

En el Nuevo Testamento, Jesús se refirió a sí mismo como “el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11). El autor del libro de Hebreos se refirió a Jesús como “el gran pastor de las ovejas” (Hebreos 13:20). Pedro dice, “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas; mas ahora habéis vuelto al Padre y Obispo de vuestras almas” (1 Pedro 2:25) – y se refiere a Jesús como “el Príncipe de los pastores” (1 Pedro 5:4). Ahora, Juan dice que Jesús será el pastor de la gran multitud.

“y los guiará á fuentes vivas de aguas” (v. 17b). En una tierra árida como la de Israel, el agua es la vida. El agua llena los arroyos y las lagunas y hace crecer la hierba. Sin agua, las ovejas (y las personas) pronto se mueren.

En el Evangelio de Juan, Jesús habla de darle a la gente “agua viva” (Juan 4:10). Dice, “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14). Está hablando de manera metafórica, claro – agua espiritual – agua para el alma.

Podemos pensar, “¡Qué desilusión! Yo quería comida y agua física” – pero debemos recordar que muchos que tienen comida y agua física en abundancia, tienen hambre y sed de todos modos – hambre por la comida que alimente sus almas – sed por el agua que sacie su sed espiritual. Sin lo que Cristo nos ofrece, nuestras vidas suelen estar vacías a pesar de que nuestros estómagos estén llenos. Necesitamos a Cristo para guiarnos “á fuentes vivas de aguas.”

“y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos” (v. 17c). Isaías prometió que Dios “enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros” (Isaías 25:8). Ahora Juan repite esa promesa ante esta gran multitud.

¿Son estas lágrimas de tristeza o de alegría? ¿La gente llora por las cosas terribles que ha vivido en el pasado, o llora de alegría al ver el futuro maravilloso que le espera? Puede ser cualquiera de los dos. Pero, de cualquier manera, un Dios lleno de compasión provee la tranquilidad que necesitamos. ¿Quién podría pedir más?

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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Copyright 2013, Richard Niell Donovan