PASAJE BÍBLICO

Eclesiastés 1:2, 12-14, 2:18-23

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

En las Escrituras Hebreas, el libro llamado Eclesiastés es conocido como Qoheleth (a veces deletreado Qohelet o Koheleth).

El primer versículo atribuye la calidad de autor a Qoheleth, “hijo de David” – haciendo creer a muchos que es Salomón, que escribió Proverbios, el libro que precede. Eclesiastés, como Proverbios, se clasifica como un Libro de Sabiduría.

La palabra Eclesiastés se deriva de la palabra griega, ekklesia. La palabra hebrea, Qoheleth, se refiere a una persona calificada para dirigirse a una asamblea pública, y la palabra griega ekklesia, significa asamblea pública. La temprana iglesia adoptó la palabra ekklesia para referirse a la iglesia, la asamblea de creyentes. Sin embargo, el énfasis del libro de Eclesiastés está en la sabiduría del que se dirige a la asamblea pública y no en la asamblea misma.

Aunque el libro se atribuye tradicionalmente a Salomón, parece haber sido escrito después de su tiempo – después de hacerse el arameo la lengua común – “algún momento después del siglo sexto a.C.” (Horne, 374). Hay varias razones por las que cuestionar que Salomón fuera su autor (Longman, 4-9).

• Verdaderamente, si el autor fuera Salomón, ¿por qué usaría el nombre Qoheleth en vez de su propio nombre, Salomón?

• 1:12 dice que Qohelet era el rey de Israel, como si Salomón hubiera cesado de ser rey durante su vida. Sin embargo, no tenemos ninguna documentación de esto, y 1 Reyes 11:42-43 sugiere que Salomón reinó hasta su muerte.

• Eclesiastés 4:1-3; 5:8-9; y 10:20 no suena como algo que vendría del bolígrafo de un gran rey.

• Varias “autobiografías ficticias” de Mesopotamia solían atribuir la escritura a otros que no fueran su verdadero autor – como a los reyes – y algunos eruditos piensan que este libro sigue ese mismo modelo.

• El motivo por atribuir el libro a la realeza podría ser darle más autoridad – cosa común en aquel tiempo y lugar – o, puede haber sido resultado de la reputación que Salomón tenía por su sabiduría.

Este libro tiene un carácter oscuro o cínico – aunque Eaton comenta que el autor estableció este carácter oscuro de una vida sin Dios en 1:1 – 2:13 para después contrastarla con la vida más significante que se puede tener a través de una relación con Dios (2:24 – 3:22) (Eaton, 55).

Qoheleth comienza diciendo “vanidad de vanidades, todo vanidad” (1:2). Aunque hay un tiempo para todo (3:1), hay momentos que van más allá de nuestro entendimiento. En lugar de tratar de comprender el significado de la vida, sería mejor buscar alegría y experimentar el gozo que trae la comida, la bebida, y el placer, los cuales son regalos de Dios (3:10-15; 9:7-10).

Es más, la vida tiene una cualidad caótica, ya que “ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontece á todos” (9:11).

La muerte es el fin inevitable – el gran equilibrador. El día de la muerte es mejor que el día del nacimiento (7:1) y nadie tiene “potestad sobre el día de la muerte” (8:8). Los muertos no “tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido” (9:5).

ECLESIASTÉS 1:2. VANIDAD DE VANIDADES, TODO VANIDAD

2Vanidad (hebreo: hebel) de vanidades, dijo el Predicador (hebreo: Qoheleth); vanidad de vanidades, todo vanidad.

“Vanidad (hebel) de vanidades, dijo el Predicador (Qoheleth); vanidad de vanidades, todo vanidad” (v. 2). Este versículo prepara el tono del libro de Eclesiastés. La palabra hebel sugiere algo efímero – pasajero. Palabras como aliento y vapor sirven para demostrar, en parte, su sentido, porque describen algo breve y de poca sustancia. Qoheleth utiliza hebel 35 veces en este libro (cinco en este versículo) para hablar de la insignificancia y la absurdidad de la vida. Si hay una palabra que resume el mensaje de este libro, esa palabra es hebel.

Preferimos creer otra cosa. Nos gusta pensar que honrar valores tradicionales (dedicación al trabajo, planear, honestidad, frugalidad, etcétera) nos traerá recompensas. Aunque sabemos que hay excepciones (gente buena que a veces sufre mientras los malos prosperan). De todos modos, nos aferramos a la idea de que tenemos algún control sobre nuestro destino. Pero este libro dice que eso no es necesariamente así.

ECLESIASTÉS 1:3-11. NO APARECEN EN EL LECCIONARIO

Aunque estos versículos no aparecen en la lectura del leccionario, el pastor debe conocerlos. Ilustran la sinrazón e insignificancia de la vida. Gente no gana nada de su trabajo (v. 3). Generaciones vienen y van (v. 4). El sol sale y se pone (v. 5). El viento sopla de esta dirección o de aquélla (v. 6). Todos los ríos corren al mar, “y la mar no se hinche” (v. 7). “Todas las cosas andan en trabajo más que el hombre pueda decir” (v. 8). “Nada hay nuevo debajo del sol” (v. 9). No hay memoria de los que murieron antes, y tampoco podemos esperar que se acuerden de nosotros (v. 11).

Casi parece que el autor sufre de una depresión clínica. En vez de ser un buen observador, quizá solo necesite una receta de Prozac.

Sin embargo, aunque nosotros vemos el mundo de manera más positiva que Qoheleth, debemos reconocer que hemos pasado por algunas de las cosas que él menciona en este libro. Hemos visto gente buena perder y gente mala ganar. Hemos tratado de hacer el bien, solo para que salga mal. Hemos tratado mucho y hemos quedado decepcionados.

Este libro dice la verdad, quizá toda la verdad, y esto es lo que le da valor. Reconoce que “ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontece á todos” (9:11) – y por eso requiere que luchemos con lo que esta realidad implica.

Podríamos contestar diciendo que la carrera sí suele ser de los ligeros, y que la batalla sí es de los fuertes, etcétera. No obstante, debemos reconocer que hay excepciones a esta regla que ocurren más frecuentemente de lo que nos gustaría.

ECLESIASTÉS 1:12-14. DI MI CORAZÓN Á BUSCAR CON SABIDURÍA

12Yo el Predicador (hebreo: Qoheleth) fui (hebreo: haya – he sido) rey sobre Israel en Jerusalén. 13Y di mi corazón (hebreo: leb) á inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo: este penoso trabajo dio Dios (hebreo: Elohim) á los hijos de los hombres, en que se ocupen. 14Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.

“Yo el Predicador” (Qoheleth) (v. 12a). Unas traducciones traducen la palabra, Qoheleth, como Maestro y otras como Predicador. La palabra significa “uno que colecciona sabiduría, un predicador… La suposición era que el predicador habría coleccionado toda la sabiduría posible para poder hablar de la vida” (Baker & Carpenter, 984-985).

“fui (haya – he sido) rey sobre Israel en Jerusalén” (v. 12b). Esta frase ha provocado todo tipo de comentario académico.

• Primero, no sabemos de ningún rey de Israel conocido por el nombre Qoheleth.

• Segundo, solo David y Salomón vivieron en Jerusalén y rigieron las diez tribus que llegarían a ser Israel (el Reino del Norte). El reino se dividió entre el norte (diez tribus) y el sur (Judá y Benjamín) bajo el reinado de Roboam, hijo de Salomón, (1 Reyes, 12). Jeroboam se convirtió en el primer Rey de Israel, y no rigió desde Jerusalén. Comenzando con Omri, la capital del norte se ubicaba en Samaria (1 Reyes 16).

• Véanse arriba los comentarios del autor Salomónico en la sección de “Contexto”.

“Y di mi corazón (leb) á inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo” (v. 13a). La palabra hebrea, leb, se puede traducir como corazón, voluntad, o mente. Se refiere a la parte más interior de una persona.

La palabra “sabiduría,” en este contexto, incluiría todo tipo de datos disponibles al alcance de Qoheleth – sabiduría académica, capacidades prácticas, inteligencia general, etcétera. Qoheleth aplicó todas estas cosas a la obra de “todo lo que se hace debajo del cielo” – una obra imposible. Sabía que era imposible. En nuestro día actual, teniendo aún más acceso a sabiduría y tecnología, esto parece aún más imposible. Lo más que sabemos, lo más que nos damos cuenta de lo que no sabemos.

“este penoso trabajo dio Dios (Elohim) á los hijos de los hombres, en que se ocupen” (v. 13b). A lo largo de este libro, Qoheleth utiliza Elohim en lugar de Yahvé. Elohim es un nombre básico para Dios, y se puede referir a cualquier dios. Por eso es un nombre mucho menos personal que Yahvé, el nombre del Dios de Israel. El uso de Elohim por parte de Qoheleth parece mostrar tensión en su relación con Dios.

Qoheleth piensa que la vida es triste – no solo su propia vida sino toda vida humana. Culpa a Dios por esta infelicidad, porque Dios ha mandado sobre la gente tareas y responsabilidades infelices.

“Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu” (v. 14). Otros que buscaban sabiduría también habían estudiado la vida, y habían concluido que sí tenía sentido – que la vida tenía algún tipo de estructura moral comprensible – que una vida bien vivida podía ser feliz y significante. Qoheleth, sin embargo, estudió la vida y concluyó que “todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.”

ECLESIASTÉS 2:18-23. ABORRECÍ TODO MI TRABAJO

18Yo asimismo aborrecí todo mi trabajo que había puesto por obra debajo del sol; el cual dejaré á otro que vendrá después de mí. 19¿Y quién sabe si será sabio, ó necio, el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané, y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. 20Tornéme por tanto á desesperanzar mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda á hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande. 22Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y fatiga de su corazón, con que debajo del sol él se afanara? 23Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias: aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

“Yo asimismo aborrecí todo mi trabajo que había puesto por obra debajo del sol; el cual dejaré á otro que vendrá después de mí” (v. 18). En el primer capítulo, Qoheleth describió la condición humana como “vanidad y aflicción de espíritu” (1:14). Ahora nos da un ejemplo práctico de esa misma idea. Aborrece su trabajo, porque sabe que el día vendrá cuando morirá y tendrá que dejar a los demás el producto de su trabajo – a “otro que vendrá después de mí.”

Muchos de nosotros pensamos de manera muy diferente. Nos alegra la posibilidad de poder dejar una herencia a nuestros hijos. Tememos la posibilidad de que una enfermedad en nuestros últimos meses elimine nuestros ahorros y que no quede nada para nuestros hijos.

Al escribir esto, y tengo casi setenta años, sé de donde hablo. He trabajado duro la mayor parte de mis años, y tengo un hogar y ahorros modestos que espero dejar a mis hijos cuando muera. He vivido una vida llena de significado, y espero obtener una cucharada más de significado dejándoles a mis hijos una herencia.

¡Pero Qoheleth no lo ve así! ¡De ninguna manera!

“¿Y quién sabe si será sabio, ó necio, el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané, y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad” (v. 19). Nuestro Qoheleth depresivo no cree que dejar una herencia sea algo positivo. Los que heredan sus posesiones pueden ser sabios o pueden ser necios. Pueden invertir su herencia y obtener seguridad de ella – o pueden malgastarla en un crucero alrededor del mundo. Pueden usar su herencia para abrir un negocio o educar a sus hijos – o pueden dejar su trabajo y pasar el resto de la vida borrachos. Después de su muerte, Qoheleth no podrá controlar la manera en que se utiliza su dinero, y esa falta de control le molesta mucho.

Qoheleth ha declarado ser rey (1:1) y los reyes, a menudo, disfrutan de grandes riquezas. Podía haber sido Salomón – es cierto que Salomón disfrutaba de grandes riquezas. Las herencias presentan un problema especial para gente muy rica. A menudo dejan grandes cantidades de dinero a fundaciones que utilizan su dinero a lo largo de muchos años. Cuando veo causas liberales apoyadas por fundaciones que usan el dinero heredado de industriales conservativos pienso, “si esa persona supiera cómo se está usando su dinero, se daría la vuelta en la tumba.”

Hijos de gente rica raras veces muestran la capacidad que tenía la persona que acumuló la fortuna familiar. Así ocurrió con Roboam, hijo de Salomón, quien ignoró a sus consejeros, actuó neciamente, y dividió el reino (1 Reyes 12).

“Tornéme por tanto á desesperanzar mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría” (v. 20). Sabiendo que va a morir y pensando lo peor del futuro de su trabajo y sus posesiones, Qoheleth cae en desesperación – se revuelca en su propio pesimismo.

“¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda á hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande” (v. 21). Véanse arriba los comentarios de versículo 19.

Cuando Qoheleth habla de un mal grande, seguramente quiere decir “una gran injusticia” (Horne, 419).

“Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y fatiga de su corazón, con que debajo del sol él se afanara?” (v. 22). Esta es una pregunta retórica que espera la respuesta: “¡No reciben NADA por su trabajo y fatiga – NADA. Solo MOLESTIA!”

Trabajo y fatiga son dos cosas diferentes. El trabajo es el esfuerzo que la persona hace. La fatiga es el estrés causado por problemas asociados con el trabajo. El trabajo oscurece los días y la fatiga las noches.

“Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias: aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad” (v. 23). Este versículo contesta la pregunta de versículo 22. Gente que trabaja duro solo recibe dolor, molestia (irritación o estrés), y noches sin dormir por su esfuerzo.

“Entonces, ¿qué ha de hacer el pastor con su trabajo de predicador? …Si para el pastor es imposible estar de acuerdo con las conclusiones de Qoheleth en cuanto a la futilidad de la vida, él o ella puede estar seguro de que hay unos en su congregación que, a veces – si no siempre – experimentan una futilidad profunda. Esas voces deben ser oídas y comprendidas, especialmente en un contexto de alabanza” (Tucker, 357-358).

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

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Copyright 2010, Richard Niell Donovan