PASAJE BÍBLICO

Éxodo 19:2-8a

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Moisés liberó Israel de su esclavitud en Egipto, tal como Yahvé le había instruido (Éxodo 13-15). A pesar de esto, el trayecto era difícil y la gente se quejaba a menudo. Se quejaba de la amenaza de los soldados egipcios en el mar Rojo (Éxodo 14) – y del agua amarga en Mara (15:22-27) – y de la falta de pan y carne (Éxodo 16) – y de la falta de agua en Rephidim (17:1-7). Cada vez, Yahvé les dio lo que necesitaban – les salvó en el Mar Rojo – les dio agua dulce en Mara – maná y codornices – y agua en Rephidim.

Jethro (el suegro de Moisés) vio como Moisés trataba de actuar como juez para todo el pueblo y le aconsejó que nombrara hombres capaces “y constituirás á éstos sobre ellos caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta y sobre diez” (18:21). Así lo hizo Moisés, y esto ayudó a hacer su labor mucho más fácil.

Entonces, “Al mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en aquel día vinieron al desierto de Sinaí” (19:1). Este desierto es la zona cerca del monte de Sinaí – no sabemos con exactitud donde se encuentran sus fronteras. Se llama desierto porque es un desierto. No tiene casi nada que pueda sostener vida – y obviamente no tiene suficiente para mantener a cientos de miles de personas. Ahora, los israelitas dependen completamente de Yahvé para sobrevivir.

ÉXODO 19:2-6. SI DIEREIS OÍDO Á MI VOZ Y GUARDAREIS MI PACTO

2Porque partieron de Rephidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y asentaron en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. 3Y Moisés subió á Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás á la casa de Jacob, y denunciarás á los hijos de Israel: 4Vosotros visteis lo que hice á los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído á mí. 5Ahora pues, si diereis oído á mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro (hebreo: segulla) sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa (hebreo: qadosh). Estas son las palabras que dirás á los hijos de Israel.

“Porque partieron de Rephidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y asentaron en el desierto” (v. 2a). Como se anota arriba, el desierto de Sinaí es la zona alrededor de la montaña. Es un desierto salvaje en vez de un bosque – es un lugar inhospitable para los seres humanos.

“y acampó allí Israel delante del monte” (v. 2b). Los montes se suelen ver desde largas distancias – cincuenta millas o más – entonces, “delante del monte” no significa que los israelitas se encuentran necesariamente al pie de la montaña. Según los eventos que siguen, es probable que preparen su campamento cerca del monte. Permanecerán ahí más de diez meses (Números 10:11).

Este es el mismo monte en donde Moisés recibió de Yahvé su comisión original (3:1-7). En ese relato fue identificado como “Horeb, monte de Dios” (3:1), pero Horeb y Sinaí son nombres diferentes para el mismo monte.

En ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento, los montes son sitios en los que la gente se encuentra con Dios o donde se experimenta algún tipo de revelación de Dios:

• En el monte de Sinaí, Moisés se encontrará ante Yahvé y recibirá los mandamientos.

• Más adelante, Moisés morirá en el monte de Nebo (Deuteronomio 32:49-50).

• Elías derrotará los profetas de Baal en el monte de Carmelo (1 Reyes 18).

• Salomón construirá su primer templo en el monte de Moria (2 Cronicas 3), y construirá el famoso templo en el monte de Sion (1 Reyes 6).

• Jesús se revelará en toda su gloria en el monte de la Transfiguración (el cual se suele identificar como el monte de Tabor) (Mateo 17; Marcos 9; Lucas 9: 2 Pedro 1:16-18).

• Antes de su muerte, Jesús rezará con sus discípulos en el monte de las Olivas (Lucas 22:39).

Y Moisés subió á Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás á la casa de Jacob, y denunciarás á los hijos de Israel” (v. 3). Stuart considera poético este versículo.

• Las primeras dos frases (cada una de diez sílabas en hebreo) dicen lo mismo – que Moisés subió al monte para encontrarse con Dios.

• Stuart considera la palabra “diciendo” una conexión entre las primeras dos frases y las últimas dos frases.

• Las últimas dos frases (cada una de siete sílabas en hebreo) dicen lo mismo – que Yahvé le dijo a Moisés que le comunicara a Jacobo-Israel (dos palabras que se refieren al mismo pueblo) todo lo que Yahvé le revelara.

Vosotros visteis lo que hice á los egipcios” (v. 4a). Esto se refiere a las diez plagas que Yahvé trajo sobre los egipcios y al ejército egipcio ahogándose en el Mar Rojo. Las plagas convencieron a Faraón de dejar salir a los israelitas de Egipto, y el ejército de Faraón ahogándose impidió que los israelitas fueran capturados de nuevo. Las dos historias son de salvación.

“y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído á mí” (v. 4b). Esto se refiere a la travesía que han hecho desde su esclavitud en Egipto hasta encontrarse en la presencia de Yahvé en Sinaí. De nuevo, es una serie de historias de salvación, desde el Mar Rojo a Mara a Rephidim y finalmente a Sinaí.

“alas de águilas” es una metáfora para hablar de fuerza y majestad (véase también Deuteronomio 28:49; 32:11; Job 9:26; Isaías 40:31). A menudo, nosotros vemos águilas desde nuestra casa – generalmente a distancia. Aún a distancia, son magníficas, vuelan sin esfuerzo alguno sobre las aguas en busca de su presa. De vez en cuando vemos una volar cerca de la tierra sobre nuestro jardín. En esos momentos uno se queda sin respiración – es como tener un avión tronando sobre el tejado – pero el águila vuela en silencio y sin esfuerzo.

Hace unos años, cuando estábamos visitando un vivero de truchas en las colinas de California, a poca distancia de nosotros un águila bajó de repente para sacar una trucha del agua. No teníamos ni idea de lo que estaba pasando. Fue como una explosión delante de nosotros. Un peso de plomo no podía haber bajado del cielo con esa rapidez. Era un vuelo poderoso – un águila empicada.

Después recordamos haber oído las alas del águila rompiendo el aire – pero solo por un instante. Recordamos también el águila pegando el agua y agarrando el pez – la explosión. Y como después el águila tomó vuelo de nuevo subiendo hacia el cielo. Todo ocurrió en un par de segundos. La fuerza del águila era impresionante – y un poco aterradora. ¿Qué hubiera pasado si fuera un perro o un gato o un bebé? No hubiéramos tenido defensa alguna.

Pero la fuerza de las águilas no es nada comparada con la fuerza de Yahvé – y es Yahvé el que ha salvado a Israel una y otra vez.

“Ahora pues, si diereis oído á mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro (segulla) sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra” (v. 5). Un pacto es un acuerdo entre dos lados. Como un contrato legal, los pactos suelen describir lo que se requiere de cada lado y los beneficios que cada lado puede esperar.

En una relación entre dos lados desiguales, el lado más poderoso está en posición de dictar los términos del acuerdo. Entonces, Dios siempre inició pactos con gente y estableció sus términos. Sin embargo, no como la mayor parte de los pactos humanos en los que los términos favorecen al lado más fuerte, los pactos entre Dios y los humanos han sido muy generosos hacia nosotros.

Dios estableció el primer pacto con Noé, y prometió que, “no fenecerá ya más toda carne con aguas de diluvio; ni habrá más diluvio para destruir la tierra” (Génesis 6:18; 9:9-15).

El próximo pacto fue con Abram. Dios requirió de Abram que dejara la casa de su padre y que se fuera a la tierra que Dios le enseñaría. A cambio, Dios prometió hacerle una gran nación y bendecirle y hacer de Abram una bendición para todas las familias de la tierra (Génesis 12:1-3). Aunque la palabra pacto no aparece en ese caso, sí lleva la marca de un pacto, porque Dios delineó lo que Abram tenía que hacer y lo que Dios haría por Abram. Más adelante, Dios pactó con Abram de nuevo para darle la tierra desde el río de Egipto hasta el río Éufrates (Génesis 15:18). Después, Dios pactó con Abram para hacerle padre de muchas naciones, a pesar de que Abram era viejo y no tenía ningún otro hijo que Ismael, su hijo nacido de una mujer esclava. Como parte del pacto, Dios prometió darle a Abram la tierra de Canaán. Dios requirió que Abram se circuncidara y que circuncidara a todos los hombres de su descendencia y miembros de su casa, incluyendo a sus esclavos (Génesis 17:1-14).

Ahora Yahvé resume las responsabilidades y promesas asociadas con el pacto. Israel ha de obedecer a Yahvé. Si lo hace, Yahvé la hará un “especial tesoro” (segulla) entre todos los pueblos.

La palabra segulla aparentemente se refiere “al tesoro personal del rey, aparte de lo que se podría llamar la tesorería pública” (Janzen, J. Gerald). Aunque un rey podría ejercer con celo sus prerrogativas sobre la tesorería pública, valoraría su propio tesoro aún más. Cuando Yahvé dice que hará Israel “mi segullasobre todos los pueblos,” no promete que Israel será su único pueblo querido, sino que lo valorará sobre todos los otros pueblos.

“Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (qadosh) (v. 6a). Yahvé instruye a Moisés que les diga a los Israelitas que, si obedecen su voz (v. 5a), serán dos cosas:

1. Israel será “reino de sacerdotes. Los israelitas tendrán sus propios sacerdotes (el sacerdocio aún no se había establecido). Aarón será el primer sacerdote (28:1ff). Estos sacerdotes estarán encargados de todas las responsabilidades sagradas como, por ejemplo, ofrendas sagradas, y harán de intermediarios entre Dios y los humanos. Un ejemplo sería el sumo sacerdote entrando en el lugar Sagrado de los Sagrados una vez al año en el Día de Expiación para purificar a la gente y de nuevo hacerla digna de ser pueblo de Dios.

Sin embargo, esta frase, “reino de sacerdotes,” sugiere que Israel, como nación, también constituye un sacerdocio. La pregunta, entonces, es: ¿Por qué una nación con un gran número de sacerdotes necesita ser ordenada al sacerdocio como nación? La respuesta es que, igual que los sacerdotes son responsables de los asuntos sagrados de la nación para que Israel continúe siendo una nación santa – así, también, será ordenada la nación de Israel como “reino de sacerdotes” para servir las necesidades religiosas de otras naciones – para ejemplificar una vida santa – para testificar de la gloria de Yahvé y su majestad y fuerza – para traer a la gente de otras naciones a la salvación de Yahvé.

Vemos esta función delineada en el pacto original entre Yahvé y Abram. En ese pacto, Yahvé le pidió a Abram que dejara la casa de su padre y que fuera adonde Yahvé le llevara. A cambio, Yahvé prometió: “Y bendeciré á los que te bendijeren, y á los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3 – énfasis añadido). Esa responsabilidad de los israelitas hacia los gentiles será enfatizada en varios lugares a lo largo de las escrituras hebreas. Por ejemplo, la llamada de Dios a Jonás para que éste testificara ante los Ninivitas.

Israel será “gente santa” (qadosh). ¿Cómo puede ser una nación a la que se refiere como “reino de sacerdotes” otra cosa que no sea santa? Israel debe ser santa, porque Yahvé es santo (Levítico 19:2). Sabemos que Israel falló serlo menudo – y Yahvé sabía que ocurriría – y a pesar de eso, Yahvé llama a Israel a la santidad.

En las escrituras hebreas se enfatiza la santidad que comienza con el relato de Moisés en la zarza ardiente. Allí Dios le dijo a Moisés, “No te llegues acá: quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (Éxodo 3:5). Ese versículo indica lo que significa ser santo. Nada podría parecer más normal y menos santo que tierra común y corriente, pero el Señor le dice a Moisés que la tierra común y corriente que él está pisando es tierra santa. Aunque ese versículo no lo dice en esas mismas palabras, sí implica que la tierra que Moisés pisa es santa a causa de la presencia de Dios. Dios es santo, y la presencia de Dios santifica todo lo que toca – aún la tierra bajo los pies de Moisés.

Ese episodio de la zarza ardiente también nos dice que Dios espera que los que se encuentren en circunstancias parecidas respondan con reverencia en presencia de lo sagrado. En la zarza ardiente Moisés debía mostrar su reverencia manteniendo distancia entre él y la zarza ardiente. También debía quitarse las sandalias para mostrar reverencia por la tierra santa que estaba pisando.

La palabra hebrea, qadosh, significa santo en el sentido de que Dios aparta a una persona o una cosa para cumplir un propósito santo. Por eso es santo el sábado, porque Dios lo estableció como día de descanso y alabanza. El tabernáculo y el templo son santos, porque Dios los apartó como lugares donde la gente debía alabar a Dios y experimentar la presencia de Dios. Sacerdotes y levitas son santos porque Dios los apartó para el servicio que debían cumplir. Israel es pueblo santo porque Dios lo escogió como pueblo del pacto de Dios.

“Estas son las palabras que dirás á los hijos de Israel” (v. 6b). Yahvé le dice a Moisés que transmita las palabras de Yahvé al pueblo de Israel – a todos los pueblos.

ÉXODO 19:7-8a: TODO LO QUE JEHOVÁ HA DICHO HAREMOS

7Entonces vino Moisés, y llamó á los ancianos del pueblo, y propuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. 8Y todo el pueblo respondió á una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho haremos. Y Moisés refirió las palabras del pueblo á Jehová.

“Entonces vino Moisés, y llamó á los ancianos del pueblo, y propuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado” (v. 7). Aunque Yahvé mandó a Moisés transmitir sus palabras a todos los israelitas, Moisés reúne a los ancianos para comunicárselas a ellos. Esto no es un caso de desobediencia. Si Moisés tratara de dirigirse a todos los israelitas en un solo grupo, solo los mil que estarían en primera fila lo podrían oír. Si reuniera a la gente en grupos de mil personas para darles las palabras de Yahvé, tardaría años en hacerlo. La única manera lógica para que Moisés cumpla con la orden de Yahvé es comunicarles a los ancianos lo que Yahvé le ha dicho – y permitir que los ancianos llevaran sus palabras a los grupos particulares bajo su protección.

“Y todo el pueblo respondió á una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho haremos” (v. 8a). Aunque Moisés habló solo con los ancianos, todo el pueblo respondió como uno que hará lo que Yahvé pide. Esto es una aceptación formal de los términos del pacto que Yahvé determinó en versículos 5-6. De todos modos, como veremos, los israelitas mantendrán su parte del pacto de manera esporádica e imperfecta.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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