PASAJE BÍBLICO

Hechos 5:27-32, 40b-41

RECURSOS PARA PREDICAR

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller


EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Esta no es la primera vez que el Concilio (el Sanedrín) requiere que los apóstoles aparezcan ante él para explicar sus acciones. Hace poco, Pedro sanó a un hombre cojo (y al hacerlo, atrajo multitudes). Después, habló de Jesús frente la multitud reunida en el Pórtico de Salomón (parte del templo de Jerusalén). Al dirigirse a esa multitud, dijo que ellos habían rechazado al Mesías “por ignorancia” (3:17), resultando en su muerte (3:14-16). Entonces le pidió a la multitud que se arrepintiera (3:19-21). Dijo que Dios había resucitado a Jesús de la muerte (3:15) y que “A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado á su Hijo, le envió para que os bendijese, á fin de que cada uno se convierta de su maldad” (3:26). Aproximadamente cinco mil personas empezaron a creer como resultado de las palabras de Pedro (4:4).

Los sacerdotes, los príncipes del templo, y los saduceos arrestaron a Pedro y a Juan por predicar de la resurrección (saduceos no creían en la resurrección), y les mandaron aparecer ante el Concilio. Preguntaron, “¿Con qué potestad, ó en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” (4:7) – refiriéndose al sanar del hombre cojo. Pedro contestó que fue “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos” (4:10).

Esto presentó al Concilio con un dilema. Querían que Pedro y Juan dejaran de predicar, pero dudaban si ser duros o no, ya que no querían provocar una reacción de la gente que había presenciado el sanar del hombre cojo y que había reaccionado al oír a Pedro predicar. Al final decidieron soltarles, pero “les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús” (4:18).

Pedro y Juan contestaron, “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer antes á vosotros que á Dios: Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (4:19-20). El Concilio, sin saber qué más hacer, les amenazó y les soltó (4:21).

Al ser liberados, Pedro y Juan se unieron a un grupo de discípulos y rezaron que Dios diera “á tus siervos que con toda confianza hablen tu palabra” (4:29) – después de esto “todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con confianza” (4:31).

Los apóstoles continuaron agresivamente con su ministerio de curación en el Pórtico de Salomón (5:12-16) y fueron arrestados por el príncipe de los sacerdotes (5:17-18). Pero un ángel abrió la puerta de su celda, y volvieron al templo a predicar (5:19-21a).

El Concilio mandó por los apóstoles, pero la policía del templo encontró la cárcel cerrada y los guardias ahí, pero los apóstoles no estaban por ninguna parte (5:22-23). Entonces se dieron cuenta de que estaban predicando en el templo de nuevo, y les trajeron al Concilio pero “trájolos sin violencia; porque temían del pueblo ser apedreados” (5:26).

Más adelante, Herodes arrestará a Pedro, poniéndolo bajo la guarda de cuatro pelotones de soldados (12:4). Un ángel liberará a Pedro de la celda (12:6-12).

HECHOS 5:27-28: LOS PRESENTARON EN EL CONCILIO

27Y como los trajeron, los presentaron en el concilio (griego: synedrio – Sanedrín): y el príncipe de los sacerdotes les preguntó, 28Diciendo: ¿No os denunciamos estrechamente, que no enseñaseis en este nombre? y he aquí, habéis llenado á Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre.

“Y como los trajeron, los presentaron en el concilio” (synedrio – Sanedrín) (v. 27a). La costumbre era que los miembros del concilio estuvieran sentados y que los acusados permanecieran de pie ante ellos. Esto aumentaba la autoridad del Concejo.

Antes, Lucas anotó la presencia de los saduceos entre los enemigos de los apóstoles (4:1; 5:17). Los saduceos no creen en la resurrección (23:8), y se oponen a los apóstoles, en parte, porque los apóstoles predican que Dios resucitó a Jesús de la muerte (3:15; 4:10).

“y el príncipe de los sacerdotes les preguntó” (v. 27b). Antes, Lucas identificó al príncipe de los sacerdotes como Anás (4:6).

“¿No os denunciamos estrechamente, que no enseñaseis en este nombre?” (v. 28a). Esto se refiere al incidente en Hechos 4:17-21, donde el Concilio les mandó a Pedro y Juan que “en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús” (4:18).

La mayor preocupación del Concilio es que los apóstoles no se hayan sometido a su autoridad. El Concilio es una entidad legal de bastante poder. Si la gente rehúsa obedecer sus órdenes, tienen motivo para temer anarquía.

“y he aquí, habéis llenado á Jerusalén de vuestra doctrina” (v. 28b). Este es el primero de dos cargos que presenta el alto sacerdote contra los apóstoles. Los apóstoles no solo han desafiado la orden del Concilio de mantener silencio, sino que han persistido hasta haber “llenado á Jerusalén” con su doctrina.

Los lectores oyen de la boca de los príncipes de los sacerdotes que la ciudad sobre la cual han de regir, de hecho, está fuera de su control… Esto es irónico – no se puede parar la palabra” (Chance, 94).

“y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre” (v. 28c). Anote que el príncipe de los sacerdotes evita mención del nombre de Jesús – en vez, se refiere a él como “este hombre.” Con esto intenta disminuir su valor.

Este es el segundo de dos cargos que los príncipes de los sacerdotes presentarán contra los apóstoles. No solo han enseñado al pueblo acerca de Jesús, pero también han confrontado al Concilio por su sangrienta culpabilidad en la muerte de Jesús.

Este cargo es verídico, aunque antes Pedro dijo, “sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros príncipes” (3:17).

Si es cierto que el Concilio es culpable de haber asesinado a Jesús, ley judía daría a la familia de Jesús el derecho de vengar su muerte. “Esencialmente, el príncipe de los sacerdotes decía, ‘Estáis tratando de matarnos por nuestra parte en la muerte de este hombre’” (Polhill, 169).

HECHOS 5:29-32: ES MENESTER OBEDECER Á DIOS

29Y respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es menester obedecer á Dios antes que á los hombres(griego: anthropois). 30El Dios de nuestros padres levantó á Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole de un madero. 31A éste ha Dios ensalzado (griego: hypsosen – de hypsoo – exaltado o levantado) con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar á Israel arrepentimiento y remisión de pecados. 32Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios á los que le obedecen.

“Y respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron” (v. 29a). Lucas a menudo relata a Pedro hablando por parte de los apóstoles. Aquí, agrupa los apóstoles con Pedro para mostrar su unión ante el Concilio. Sin embargo, es probable que Pedro, como en otras ocasiones, hable más que cualquiera de ellos.

“Es menester obedecer á Dios antes que á los hombres” (anthropois) (v. 29b). En su defensa anterior ante el Concilio, Pedro hizo un comentario relacionado: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer antes á vosotros que á Dios: Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (4:19-20).

En su respuesta al príncipe de los sacerdotes, Pedro cambia el enfoque del dialogo. Su interés no es desobedecer al Concilio, sino obedecer las órdenes que Dios le ha dado. El Concilio es una autoridad importante pero, claramente, subordinada a Dios.

Al enfrentarse con la autoridad civil, cristianos a menudo citan la respuesta de Pedro al príncipe de los sacerdotes. Aquí hay una tensión que cristianos deben reconocer. En sus epístolas, Pablo (Romanos 13:1-2) y Pedro (1 Pedro 2:13-14) enseñan a los cristianos que “toda alma se someta á las potestades superiores” (Pablo) y “Sed pues sujetos á toda ordenación humana” (Pedro) – incluyendo líderes civiles, como reyes y gobernadores. Pablo continúa diciendo, “Pagad á todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que pecho, pecho; al que temor, temor; al que honra, honra” (Romanos 13:7).

No obstante, estas admoniciones no llegan a decir que cristianos deben obedecer cada declaración de las autoridades regentes. Ante el Concilio, Pedro deja claro que cuando la autoridad humana se encuentra en conflicto con la autoridad de Dios, cristianos deben obedecer a Dios.

Lo difícil para cristianos es determinar cuándo desobediencia civil es necesaria. ¿Cuándo es desobediencia civil seguir a Dios y cuando es solamente obstinación? Esta es una pregunta con la que cristianos han luchado desde entonces.

Calvin estudió este tema en detalle. Concluyó que las autoridades que practican “tiranía revoltosa” no son mandadas por Dios – y, por lo tanto, no tienen el derecho de ser obedecidas.

Pablo nos da una pista cuando dice “Porque los magistrados no son para temor al que bien hace, sino al malo” (Romanos 13:3). En los tiempos de Pablo, este concepto estaba un poco simplificado de más, aún en el mundo en que vivía. Definitivamente, no es verdad en el mundo actual, en el que líderes malvados matan millones. Hitler, Stalin, Pol Pot, Idi Amin, Saddam Hussein, y Robert Mugabe solo son unos cuantos de los líderes malvados que han surgido de las generaciones más recientes.

Al enfrentarse con la opción de desobedecer las autoridades gobernantes, cristianos deben rezar, estudiar las escrituras, y buscar consejo de otros cristianos, incluyendo la iglesia.

Sin embargo, a veces la iglesia es corrupta o se encuentra involucrada con alguna autoridad civil corrupta. En este caso, su capacidad de aconsejar queda comprometida. Reformistas creían necesario desafiar a la iglesia – justamente según la mayor parte de protestantes e injustamente según la mayoría de católicos. Martin Luther King creyó necesario desafiar la segregación y la discriminación racial, prácticas generalmente aceptadas en las iglesias blancas del sur en aquellos tiempos – y en muchas iglesias blancas en el norte también. La mayoría de cristianos hoy dirían que actuó correctamente.

Entonces la pregunta no es si debemos obedecer a Dios en vez de la autoridad humana, sino cómo discernir cuándo y cómo debemos hacerlo.

El Dios de nuestros padres levantó á Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole de un madero” (v. 30). Anote el contraste que aparece aquí. El Concilio mató a Jesús, pero Dios le resucitó de la muerte.

Irónicamente, al exigir que los apóstoles aparezcan ante el Concilio, le dan a Pedro una maravillosa oportunidad de predicar un sermón que incorpora el kerygma cristiano – el típico contenido de las predicaciones cristianas de la temprana iglesia. Pedro también incluye la posibilidad del arrepentimiento y del perdón de los pecados (v. 31).

“al cual vosotros matasteis colgándole de un madero” (v. 30b). Esta frase, “colgándole de un madero,” viene de Deuteronomio 21:22-23, donde Dios le dijo a Israel que ejecutara criminales acusados de un crimen capital colgándoles de un árbol. Ese texto dice que el cadáver no debe permanecer colgado durante la noche, sino que debe ser enterrado ese mismo día, “porque maldición de Dios es el colgado” (Deuteronomio 21:23). Al utilizar la frase “colgándole de un madero,” Pedro equipara la muerte de Jesús con la muerte de una persona culpable y maldita. Esto concuerda con nuestro entendimiento de que, al morir en la cruz, Jesús puso sobre si mismo los pecados del mundo.

A éste ha Dios ensalzado (hypsosen – de hypsoo – exaltado o levantado) con su diestra por Príncipe y Salvador” (v. 31a). Como se anota arriba, la resurrección de Jesús por mano de Dios contrasta dramáticamente con las acciones del Concilio que colgó a Jesús de un madero.

Hypsoo puede significar “exaltado” o “levantado.” El Concilio subió Jesús a una cruz, pero Dios le ha resucitado para sentarle a su mano derecha.

“para dar á Israel arrepentimiento y remisión de pecados” (v. 31b). El propósito de Dios al poner a Jesús a su mano derecha no era que Jesús se vengara de quienes le atormentaron. El propósito tenía que ver con el perdón de los pecados. No obstante, el pecador debe arrepentirse de sus pecados para ser perdonado. La buena noticia para el Concilio es que, aunque culpables de haber matado al Mesías, el arrepentimiento y el perdón están a su alcance. Dios no les excluirá de una posible redención.

“Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas” (v. 32a). Los apóstoles han visto al Cristo resucitado, y así cumplen el requisito para poder ser testigos legales de la resurrección. Kistemaker compiló una lista de diez apariencias del Cristo resucitado (las siguientes líneas están citadas de Kistemaker, 48):

1. Las mujeres en la tumba (Mateo 28:9-10).
2. María Magdalena (Marcos 16:9-11; Juan 20:11-18).
3. Los dos hombres de Emaús (Marcos 16:12; Lucas 24:13-32).
4. Pedro en Jerusalén (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5)
5. Diez discípulos (Lucas 24:36-43; Juan 20:19-23).
6. Once discípulos (Juan 20:24-29; 1 Corintios 15:5).
7. Siete discípulos pescando en Galilea (Juan 21:1-23).
8. Once discípulos en Galilea (Mateo 28:16-20; Marcos 16:14-18).
9. Quinientas personas (seguramente en Galilea; 1 Corintios 15:6).
10. Santiago, hermano del Señor (1 Corintios 15:7).

“y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios á los que le obedecen” (v. 32b). Pero el más grande testigo de la resurrección de Jesús es el Espíritu Santo, que facilitó que los apóstoles hablaran en lenguas en Pentecostés (2:4) y que hicieran milagros de sanar como parte de su testimonio de la resurrección (3:1-10; 5:12-16).

HECHOS 5:33-40a: NO APARECEN EN LA LECTURA DEL LECCIONARIO

Aunque estos versículos no están en la lectura del leccionario, el pastor beneficiará de recordarlos. Versículos 38-39 son especialmente interesantes.

Los líderes judíos, miembros del Sanedrín, están enfadados y quieren matar a los discípulos. Sin embargo, Gamaliel, fariseo respetado y maestro de Saúl de Tarso (22:3), les aconseja que procedan con cuidado.

Cita dos casos en los que líderes delincuentes surgieron por un tiempo y reunieron discípulos, pero fueron matados y sus discípulos desaparecieron. Entonces Gamaliel ofreció este consejo:

“Y ahora os digo: Dejaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo ó esta obra es de los hombres, se desvanecerá: Mas si es de Dios, no la podréis deshacer; no seáis tal vez hallados

resistiendo á Dios” (Hechos 5:38-39).

Así los líderes mandaron azotar a los discípulos – un castigo severo, pero menos severo que la muerte (aunque a veces resultaba en la muerte del azotado). No era un castigo que la víctima olvidaría fácilmente, y servía de aviso para no repetir la ofensa.

HECHOS 5:40b-41:

40bles intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y soltáronlos. 41Y ellos partieron de delante del concilio, gozosos de que fuesen tenidos por dignos de padecer afrenta por el Nombre.

Estos versículos están en el leccionario católico para Pascua 3C.

Después de haber mandado azotar a los discípulos, los líderes judíos les dieron la orden verbal de no volver a hablar en nombre de Jesús, y los soltaron.

En lugar de ser intimidados por los azotes, los discípulos se sentían honrados por poder haber pasado tal sufrimiento en nombre de Jesús – quizá recuerdan que Jesús había dicho, “Bienaventurados seréis, cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os apartaren de sí, y os denostaren, y desecharen vuestro nombre como malo, por el Hijo del hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos; porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres á los profetas” (Lucas 6:22-23).

HECHOS 5:42: NO APARECE EN LA LECTURA DEL LECCIONARIO

42Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar á Jesucristo.

Aunque este versículo no se incluye en la lectura del leccionario, el pastor beneficiará de recordarlo.

A pesar de ser azotados, a pesar de la muerte posible – y a pesar de las órdenes verbales impuestas por el Sanedrín – los discípulos continúan predicando y enseñando en el templo – el centro de alabanza judía y la base del Sanedrín.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

Barclay, William, Daily Study Bible: Acts, (Edinburgh: The Saint Andrew Press, 1976)

Bock, Darrell L., Baker Exegetical Commentary on the New Testament: Acts (Grand Rapids: Baker Academic, 2007)

Bruce, F. F., The New International Commentary on the New Testament: The Book of Acts (Revised)(Grand Rapids: William B Eerdmans Publishing Company, 1988)

Chance, J. Bradley, The Smyth & Helwys Bible Commentary: Acts (Macon, Georgia: Smyth & Helwys Publishing, Inc., 2007)

Faw, Chalmer E., Believers Church Bible Commentary: Acts, (Scottdale, Pennsyvania: Herald Press, 1993)

Gaventa, Beverly Roberts, Abingdon New Testament Commentaries: The Acts of the Apostles (Nashville: Abingdon Press, 2003)

Gunton, Colin E., in Van Harn, Roger (ed.), The Lectionary Commentary: Theological Exegesis for Sunday’s Text. The First Readings: The Old Testament and Acts (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 2001)

Holliday, Carl R. in Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holliday, Carl R.; and Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, C (Valley Forge: Trinity Press, 1994)

Kistemaker, Simon J., New Testament Commentary: Acts (Grand Rapids: Baker Book House, 1999)

Newsome, James D. in Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; McCann, J. Clinton; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV–Year C (Louisville: Westminster John Knox Press, 1994)

Polhill, John B., New American Commentary: Acts, Vol. 26 (Nashville: Broadman Press, 1992)

Soards, Marion L., The Speeches in Acts (Louisville: Westminster/John Knox Press, 1994)

Wall, Robert W., The New Interpreter’s Bible: Acts, Romans, I Corinthians, Vol. X (Nashville: Abingdon Press, 2002)

Walaskay, Paul W., Westminster Bible Companion: Acts (Louisville: Westminster John Knox Press, 1998)

Williams, David J., New International Biblical Commentary: Acts (Paternoster Press, 1995)

Willimon, William H., Interpretation: A Bible Commentary for Teaching and Preaching: Acts (Atlanta: John Knox Press, 1988)

Copyright 2009, 2010, Richard Niell Donovan