Comentario
Estudio de la Biblia

Lucas 10:1-11, 16-20

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

LUCAS 10:1 – 18:14. ENSEÑANZA EN LA SECCIÓN CENTRAL DE LUCAS

C.F. Evans anotó varios paralelos entre esta sección de Lucas – empezando por la comisión de los setenta – y Deut. 1-26.

• En ambos, encontramos la frase “ante su rostro” (Deut. 1:21; Lucas 10:1).

• Moisés mandó a doce hombres por delante para explorar el terreno, igual que Jesús acaba de mandar a los doce (Deut. 1:22-23; Lucas 9:1-6).

• Setenta ancianos acompañaron a Moisés a la montaña donde el Espíritu descansó sobre ellos y donde profesaron. Jesús manda a los setenta para ofrecer paz y para proclamar que el reino de Dios se ha acercado (Éxodo 24:1, 9; Num. 11:24-25; Lucas 10:1, 5, 9).

• Mientras que el resto del Evangelio de Lucas sigue una cronología organizada, capítulos 10-18 parecen estar organizados en torno a pasajes de Deut. 1-26. C.F. Evans encuentra 22 pasajes de Deut. 1-26 que se parecen a 22 pasajes de Lucas 10-18. Evans, “comprendió el propósito de Lucas al hacer este arreglo, intentando demostrar que Jesús era un profeta prometido, como Moisés” (Craig A. Evans, 166-168, citando un ensayo por C.F. Evans de 1955).

Craig Evans además menciona un ensayo por James A. Sanders que demuestra similitudes entre Deuteronomio y Lucas en cuanto al tema de elección.

• En Deuteronomio, los elegidos eran aquéllos que obedecían la ley (aunque en ese libro no se utiliza la palabra “elegido”). Deuteronomio prometía bendiciones sobre los fieles, y los israelitas interpretaban “bendiciones” de una manera materialista – salud y riqueza.

• En la época de Jesús, gente veía esta teología de manera contraria. En vez, interpretaban salud y riqueza como algo que valoraba y demostraba el lugar de una persona ante Dios. Enfermedad y pobreza, por lo tanto, indicaban el disgusto de Dios. “Jesús enseñaba en contra de estas suposiciones… Otra razón por la que a Lucas le interesa este tema es que gentiles eran agrupados entre aquéllos no considerados ‘elegidos’. Al mostrar que la merced de Dios se extiende a los que supuestamente no son elegidos, Lucas prepara la obra misionera de los gentiles, tal como demuestra en sus Hechos” (Evans, 168-169). Esto tiene implicaciones para nuestra lección evangélica de esta semana. Los setenta que proclaman el reino de Dios a judíos y samaritanos son precursores de los que harán ministerio a gentiles en los Hechos de los Apóstoles de Lucas.

LUCAS 10:1-11, 16-20. EL SEÑOR NOMBRÓ A OTROS SETENTA

Este es un pasaje difícil para muchos cristianos hoy:

• Primero, la comisión de los setenta extiende el número de misionarios de Jesús más allá de los doce apóstoles, que fueron comisionados en el último capítulo (9:1-6). La comisión de los setenta muestra que la proclamación es responsabilidad de todos los discípulos – no solo de unos pocos selectos. Esto disgusta a ambos, los que piensan de si mismos como ‘elegidos’ y aquéllos que prefieren no involucrarse.

• Segundo, los setenta han de ir en pares a pueblos vecinos con un agresivo programa de proclamación con el que muchos cristianos hoy ya no se sienten cómodos.

• Tercero, la metáfora de la cosecha (v. 2) le da un sentido de urgencia al evangelismo que, hoy día, muchos cristianos ya no sienten. Para un agricultor, la cosecha es la estación más urgente del año. Algunos paralelos modernos pueden ser la estación de impuestos para un contador; la Navidad para el mercader; exámenes finales para estudiantes y profesores; despliegue para soldados; y vencimientos de plazo para periodistas. Muchos de nosotros podemos sobrevivir un fracaso que ocurre en un día normal, pero fracasar durante las épocas de “cosecha” sería desastroso – hambre, bancarrota, o poner fin a una carrera. Hoy, a muchos cristianos les cuesta pensar que no aceptar a Cristo pueda llevar a semejantes consecuencias desastrosas.

LUCAS 10:1-4. LA MIES ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS

1Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí (griego: pro prosopou autou – ante su rostro), á toda ciudad y lugar á donde él había de venir. 2Y les decía: La mies á la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros á su mies. 3Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. 4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y á nadie saludéis en el camino.

En 9:1-6, Jesús mandó a los doce para cumplir una misión semejante; ahora envía los setenta. Este mayor número de participantes no solo extiende el alcance de la misión, sino que también aumenta la urgencia de la cosecha.

“Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta” (v. 1). Hay manuscritos que dicen setenta y otros que dicen setenta y dos. No podemos determinar con autoridad cuál es el número correcto. Sin embargo, eso importa poco ya que el significado es el mismo para cualquier número:

• Seguramente, el número se refiere a Génesis 10, donde aparece una lista de naciones gentiles que descienden de Noe. En hebreo se mencionan setenta naciones, mientras que en la versión griega Septuaginta aparecen setenta y dos. “Escójase cual sea, …el número sugiere un evangelista para cada nación del mundo” (Stein, 304). En el Evangelio de Lucas, por lo tanto, la mención de los setenta se refiere al ministerio hacia los gentiles, que será importante en la secuencia de Lucas, los Hechos de los Apóstoles. Por el momento, sin embargo, Jesús manda a los setenta solo entre judíos y samaritanos.

• Hay una segunda referencia al Antiguo Testamento en Num. 11:16-25 en que Moisés eligió a setenta ancianos para ayudarle con su obra.

La frase “otros setenta” (v. 1) parece decir que los doce no son parte de esta misión. Sin embargo, más adelante, dirigiéndose a los doce, Jesús dirá, “Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?” (22:35). Las tres cosas – bolsa, alforja, y zapatos – corresponde a cosas mencionadas en la llamada de los setenta (10:4), en lugar de las ya mencionadas en la llamada de los doce (9:3). Esto presenta algo de incertidumbre. Seguramente los doce no son parte de los setenta, pero no lo sabemos con seguridad.

“Envió… delante de sí” (griego: pro prosopou autou – ante su rostro) (v. 1). También encontramos esta frase, “ante su rostro,” en 7:27 y 9:52. 7:27 habla de enviar a Juan el Bautista, cuya muerte Lucas ha mencionado recientemente (9:9).

“De dos en dos” (v. 1). Deut. 19:15 requiere el testimonio de dos testigos, y lo más probable es que ésa sea la razón por la que Jesús les manda de dos en dos. Sin embargo, ir de dos en dos también da fuerza a su resolución. Una persona sola se desanima rápidamente; en cambio, una persona con compañeros está más apta para perseverar.

“La mies á la verdad es mucha, mas los obreros pocos” (v. 2). En un mundo donde pocas personas trabajan en agricultura, se nos ha olvidado la importancia de la cosecha. La mayoría de los frutos de la siega no se pueden recoger demasiado pronto ni demasiado tarde sin sufrir una pérdida significante. El agricultor trabaja todo el año para preparar la cosecha, la cual se debe llevar a cabo solo cuando esté lista. No hacerlo puede ser catastrófico.

“Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros á su mies” (v. 2). Dada la urgencia, esperamos que Jesús les diga a los setenta que vayan rápidamente para empezar la cosecha. Les mandará en v. 3 pero, primero, les manda rezar. La obra de los discípulos será efectiva solo si se apresta con oraciones. El Señor llama y da poder a quienes lo necesiten, y el poder del Señor es lo que hace posible el éxito. Una iglesia que reza verá que puestos oficiales quedan sin llenarse por ejemplo, pero también verá que el Señor provee lo que es realmente necesario.

“Los obreros pocos” (v. 2). La regla de Pareto es que el ochenta por ciento de los resultados se pueden atribuir al veinte porciento de las causas – es decir, pocos vendedores a menudo logran la mayoría de las ventas. La regla también se aplica a la iglesia, donde pocas personas dan la mayoría del dinero y hacen la mayor parte del trabajo. Los que se sientan en los bancos son muchos, pero los trabajadores son pocos. Debemos rezar para que el Señor persuada a los menos activos a estar más involucrados – también debemos confiar que el Señor proveerá las verdaderas necesidades de la iglesia. Jesús advirtió que habría mala tierra, pero también prometió que buena tierra daría cien veces más (8:4-15).

“Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos” (v. 3). Hace poco que Jesús predijo su muerte y resurrección (9:21-22, 44-45) y “afirmó su rostro para ir á Jerusalén” (9:51), donde sufrirá y morirá. Fue rechazado en una aldea samaritana (9:51-56). Les dijo a sus discípulos que ellos también llevarían una cruz y perderían sus vidas (9:23-25). Ahora, les advierte que les manda como corderos indefensos en medio de lobos.

En los otros tres Evangelios (Mateo 18:12; Marcos 6:4; Juan 10), Jesús habla del pastor que protege las ovejas. No hay mención de tal pastor en el Evangelio de Lucas.

“No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado” (v. 4). Jesús tendrá instrucciones parecidas al comisionar a los doce (Lucas 9:3-5), pero la única cosa común en ambas listas es la bolsa. El mensaje es el mismo en ambos casos. Los discípulos han de confiar que Dios les proveerá sus necesidades, y no han de preocuparse por posesiones.

“Á nadie saludéis en el camino” (v. 4). Jesús no les dice a los discípulos que sean maleducados, sino que les dice que no se dejen distraer por cortesías sociales. La misión es urgente, y requiere su completa atención. Discípulos han de enfocarse tanto como un atleta en un partido importante – o como un bombero en un incendio – o un paramédico trabajando en un accidente. El distraerse en estos casos puede ser fatal. La iglesia de hoy necesita oír esto. Muchos cristianos hoy no sienten esta urgencia – no consideran que la eternidad está en juego y sobresaltan al oír la palabra evangelismo.

Cuando gente toma en serio la llamada a la oración y al servicio podemos ver los resultados. El ministerio de Madre Teresa es un ejemplo familiar. Hay un sinnúmero de cristianos por el mundo, incluyendo algunos en su propia comunidad, que están haciendo grandes obras por Cristo.

LUCAS 10:5-6. PAZ SEA Á ESTA CASA

5En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea á esta casa. 6Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá á vosotros.

Mientras que los setenta no han de distraerse por el camino con cortesías sociales (v. 4), sí han de observarlas una vez que lleguen a su destino.

La paz que se ofrece es más que un simple saludo. Es un regalo substancial – la paz de Dios (Num. 6:26; Isa. 26:12; Lucas 1:79; 2:14; Hechos 10:36; Rom. 5:1) – un regalo de salvación que bendice a todo el que la reciba y que regresa al que la da al ser rechazada. El castigo por rehusarla es, simplemente, la pérdida de la paz – los setenta no han de vengarse contra aquéllos que les rechazan (véase 9:5, 54-56).

Jesús pide a los setenta que ofrezcan la paz sin primero averiguar el valor del recipiente y sin adivinar si el recipiente la aceptará o rechazará.

LUCAS 10:7-11. SE HA LLEGADO Á VOSOTROS EL REINO DE DIOS

7Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa. 8Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; 9Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado á vosotros el reino de Dios.10Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid: 11Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado á vosotros.

“Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren” (v. 7). Un discípulo aprovechado se sentiría tentado a ir de casa en casa buscando hospitalidad – siempre buscando mejor comida y alojamiento. Jesús manda a los setenta que dejen ese comportamiento aprovechado y que se fijen en el propósito por el que han venido. Ir de casa en casa no solo les robaría de fuerzas y tiempo, sino que también ofendería a aquéllos cuya hospitalidad han rechazado. Los setenta han de estar al tanto de los sentimientos de otros, no vaya a ser que pierdan una oportunidad de ganárselos para Cristo.

“Porque el obrero digno es de su salario” (v. 7). Habitantes locales han de proveer hospitalidad para los setenta, quienes son dignos de ella (véase Gal. 6:6; 1 Timoteo 5:18). Discípulos pueden esperar que se provean sus necesidades, pero no deben esperar que se haga con lujo.

“Comed lo que os pusieren delante” (v. 8). Por el momento, el caso solo se refiere a la calidad de la comida y si está autorizada por ley judía o no – los setenta se encontrarán trabajando entre judíos y samaritanos que observan leyes dietéticas. Años después, sin embargo, misionarios cristianos entrarán en barrios gentiles donde no se observan las leyes de la dieta judía. En este caso, han de hacer lo mismo – testimonio efectivo es más importante que las sensibilidades personales del discípulo (Hechos 10; Rom. 14:13-23; 1 Cor. 8).

“Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado á vosotros el reino de Dios” (v. 9). Sanar enfermos en un acto de compasión, pero también recuerda que el reino de Dios se ha acercado. Esta combinación de compasión y proclamación – obra y palabra – sirve de testimonio poderoso aún hoy. La persona hambrienta a quien se le da de comer – la persona sin hogar que es alojada – el enfermo sanado – el herido cuyas heridas son curadas – esta gente se encontrará atraída hacia la persona que les ha ayudado – y también a la fe de esa persona. Es importante que en el momento de servir dejemos saber a los que ayudamos que lo hacemos por nuestro amor a Jesús, quién primero nos amó a nosotros. De otra manera, no harán la conexión entre la ayuda que han recibido y el Cristo que nos motivó a dársela. En ese caso nuestro mayor propósito, que es la proclamación del reino de Dios, será perdido.

“Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies, sacudimos en vosotros” (v. 11). Recientemente, samaritanos han rechazado a Jesús (9:52-54). Ahora, Jesús les prepara para ser recibidos de la misma manera. Si son rechazados, los discípulos han de sacudir el polvo de sus pies, un acto de repudiación. Han de hacerlo de manera pública, declarando su motivo, y de nuevo han de proclamar, “ha llegado el reino de Dios.” Éste es un aviso, no una retaliación – intencionada para convertir – no para herir. Aquéllos que observen la repudiación pueden ser persuadidos a escuchar. El Dios de la Segunda Oportunidad todavía está obrando.

“Esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado á vosotros” (v. 11). Acepte o rechace el oyente este mensaje, este hecho permanece. El oyente será responsable por su respuesta. La promesa de Dios se convierte en un juicio para aquél que la rechace.

LUCAS 10:12-15. LOS DE SODOMA TENDRÁN MÁS REMISIÓN

12Y os digo que los de Sodoma tendrán más remisión aquel día, que aquella ciudad.13¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya días ha que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido. 14Por tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio. 15Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos serás abajada.

El leccionario se salta estos versículos, pero es bueno recordar que están ahí. Versículo 12 es importante, particularmente porque acompaña a los versículos previos y explica las calamidades que esperan a los que rechazan la proclamación del reino de Dios.

Corazín, Betsaida, y Capernaum son ciudades en la orilla norte del Mar Galileo, no están lejos de donde Jesús pasó su niñez. Como adulto, Jesús hizo su hogar en Capernaum (Mateo 4:13) y pasó bastante tiempo enseñando allí. Se fue a Capernaum inmediatamente después de cumplir su primer milagro en Cana (Juan 2:12), y su segundo milagro era sanar a un niño de Capernaum (Juan 4:46-54). En otras palabras, Capernaum ya conocía bien a Jesús, y tuvo varias oportunidades para observar sus enseñanzas y el poder de Dios. Como resultado, serán juzgados aún más severamente que Tiro y Sidón, cuyos pecados podrían haber sido peores, pero que no hubieran beneficiado de conocer a Jesús personalmente. Versículos 12-15 refuerzan el mensaje de responsabilidad que encontramos en 7-11.

LUCAS 10:16. EL QUE Á VOSOTROS OYE, Á MI OYE

16El que á vosotros oye, á mí oye; y el que á vosotros desecha, á mí desecha; y el que á mí desecha, desecha al que me envió.

El que es enviado tiene la autoridad del que le envía. El agente del rey está envuelto en la identidad del rey. El rey observará para ver como son recibidos sus emisarios, y responderá según lo que observa.

LUCAS 10:17-20. Y VOLVIERON LOS SETENTA CON GOZO

17Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.18Y les dijo: Yo veía á Satanás, como un rayo, que caía del cielo. 19He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. 20Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.

“Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (v. 17). Al comisionar a los doce, Jesús les concedió poder sobre los demonios (9:1), pero no mencionó demonios al comisionar a los setenta. En el capítulo previo, los discípulos fallaron al exorcizar un demonio (9:40). Sin embargo, sabemos ahora que han ganado el poder sobre los demonios y que se asombran por su nuevo poder, el cual se hace aún mejor dada la reciente derrota sobre un demonio. Su victoria vino a través del nombre de Jesús. En Hechos de los Apóstoles, Lucas continuará relatando como los discípulos encuentran poder y autoridad a través del nombre de Jesús (Hechos 2:21; 3:6, 16; 4:7-12, 17-20; 10:43; 16:18).

“Y les dijo:Yo veía á Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (v. 18).  Las escrituras incluyen varias referencias a Satanás viviendo en el cielo (Job 1:6; 2:1; Zacarías 3:1), la caída del cielo de Satanás (Isaías 14:12; Juan 12:31; Rev. 12:7-9), y la derrota de Satanás (Hebreos 2:14). Su posición en el cielo le dio poder, y su expulsión del cielo representa su derrota.

“He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (v. 19). Jesús les dio a los discípulos poder sobre lo malvado, representado aquí por símbolos del mal: serpientes y escorpiones. Algunos cristianos hoy, que toman este versículo de manera literal, creen que manipular serpientes venenosas es una prueba de fe. Sin embargo, Jesús promete protección contra el enemigo – Satanás – en vez de protección contra serpientes y escorpiones.

“Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (v. 20). Tener sus nombres escritos en el cielo les da mucho más privilegio que el que les da su recién encontrado poder sobre demonios. Los discípulos han sido ciudadanos de una pequeña nación ocupada – obligados a pagar tributos a los romanos – obligados a cargar las penas del soldado romano de milla a milla – requeridos a obedecer al gobernador romano. Ahora son ciudadanos del reino de Dios. Su poder sobre demonios sí es causa para regocijo, pero su ciudadanía en el reino es el mayor regalo.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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