Comentario
Estudio de la Biblia

Marcos 2:13-22

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

MARCOS 2:13-14. LA LLAMADA DE LEVÍ

13Y volvió á salir á la mar, y toda la gente venía á él, y los enseñaba. 14Y pasando, vio á Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los públicos tributos, y le dice: “Sígueme.” Y levantándose le siguió.

“Y volvió á salir á la mar” (v. 13a). Marcos 2:1 establece Capernaum como el lugar donde Jesús sanó al paralítico (2:1-12), la historia que precede nuestra lección del Evangelio – por eso, es probable que esta visita al mar ocurra en Capernaum o cerca de Capernaum. La ciudad se ubica en la orilla del norte del mar de Galilea y es el hogar de Jesús (Mateo 4:13; 9:1). Se encuentra en la región regida por Herodes Antipas, y tiene uno o más bancos de tributos públicos donde transeúntes que vienen a Galilea desde el territorio de Herodes Felipe, o de la Decapolis, tienen que parar y pagar un tributo. Es en uno de estos bancos donde Jesús se encuentra con Leví, un publicano, en su puesto.

Pero Lane (pg. 100) ve esto de manera diferente – lo ve como una retirada de Jesús a un lugar solitario tras una demostración de la potestad de Dios. En este caso, el sanar de un leproso (1:40-45). Ve el mar como “un reino que revela su naturaleza verdadera en el rugir del mar en la cúspide de una tormenta, como Marcos relata dos veces (Chs. 4:37 f.; 6:47 f.).

“y toda la gente venía á él, y los enseñaba” (v. 13b). Jesús no solo enseña a su pequeño grupo de discípulos, sino a toda la multitud. Marcos le retrata haciéndolo más tarde en su ministerio también (10:1; 14:49).

“Y pasando, vio á Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los públicos tributos” (v. 14a). El trabajo de Leví como publicano le hace un “pecador” de la peor clase. Estaba en contacto frecuente con gentiles, así rindiéndole inmundo y, por consecuente, incapaz de alabar en una sinagoga o hacer de testigo en una corte judía. Gente piensa que publícanos son deshonestos porque a menudo cobran de más.

Jesús ve a Leví sentado en su banco de tributos y le dice, “Sígueme” (v. 14b). Leví se levanta y le sigue. Este relato es escaso; Marcos no nos da mucho detalle. Es significante que Jesús tome la iniciativa al hacer esta llamada. Leví no pidió ser incluido ni perdonado. No hay ninguna mención de arrepentimiento.

“Y levantándose le siguió” (v. 14c). Marcos no incluye el nombre de Leví en su lista de los Doce, pero sí incluye el nombre de Mateo (3:13-19). Marcos no vuelve a mencionar a Leví. Lucas relata esta historia utilizando Leví como el nombre del publicano (Lucas 5:27-39). En el Evangelio de Mateo, el publicano se llama Mateo (9:9). La cuestión es si Leví y Mateo son la misma persona. Eso parece probable pero no se sabe por seguro.

MARCOS 2:15-17. Á LA MESA EN CASA DE LEVÍ

15Y aconteció que estando Jesús á la mesa (griego: katakeisthai – sentado) en casa de él (griego: te oikia autou – su casa), muchos publícanos y pecadores estaban también á la mesa juntamente con Jesús y con sus discípulos: porque había muchos, y le habían seguido. 16Y los escribas y los Fariseos, viéndole comer con los publícanos y con los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publícanos y con los pecadores? 17Y oyéndolo Jesús, les dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores.

“Y aconteció que estando Jesús á la mesa (katakeisthai – reclinado) en casa de él” (te oikia autou – su casa) (v. 15a). Mientras que gente se sienta durante las cenas diarias, se reclinan durante las formales, con la cabeza cerca de la mesa y los pies alejados de la mesa. Ya que el texto griego original no especifica de quien es esta casa, algunos eruditos se preguntan si podría ser la casa de Jesús. Lucas, sin embargo, dice que la casa es de Leví (5:29).

“Y, muchos publícanos y pecadores estaban también á la mesa juntamente con Jesús y con sus discípulos” (v. 15b). “Publícanos” son despreciados como agentes de Herodes. “Pecadores” podría referirse a gente gravemente inmoral – o a gente como Leví cuya asociación con gentiles la rinde inmunda – o personas normales y corrientes cuyas ocupaciones diarias no les permiten observar la ley y las tradiciones de los ancianos tan a fondo como lo hacen los escribas y fariseos.

“porque había muchos, y le habían seguido” (v. 15c). Las palabras “habían seguido” se refieren al discipulado.

“Y los escribas y los Fariseos, viéndole comer con los publícanos y con los pecadores” (v. 16a). “Escribas y fariseos” es una frase inusual, pero sugiere que entre los fariseos hay escribas profesionales (expertos de la ley judía). Solemos pensar mal de escribas y fariseos, por su oposición a Jesús. Sin embargo, debemos recordar que eran hombres devotos y dedicados a honrar a Dios, que guardaban fielmente la ley judía. Aún así, cometieron dos errores. Primero, se volvieron orgullosos – un espíritu que pronto se convierte en obstáculo para su crecimiento espiritual. Segundo, estudiaron la ley en tal detalle que a menudo se perdían en minucia y se distraían del propósito principal de la ley. Podríamos decir que ya no podían ver el bosque por los árboles.

“¿Qué es esto, que él come y bebe con los publícanos y con los pecadores?” (v. 16b). Los escribas y fariseos no confrontan a Jesús directamente, en vez, dirigen sus quejas a sus discípulos. Solo recientemente, los escribas han sentido el latigazo de la palabra de Jesús (2:8 ff.). Por eso, es de esperar que expresen su objeción con timidez.

Aún así, su pregunta es buena. En la sociedad semítica, compartir la mesa implica amistad – hasta aprobación. ¿Aprueba Jesús de publícanos y pecadores? ¿Aprueba de su comportamiento? ¿No se preocupa por la santidad? ¿No le importa nada la ley del Tora – la ley de Dios? ¿No entiende el mal ejemplo que da al asociarse con estos pecadores? ¿No contribuirán sus acciones a la degradación moral de la nación? Todas estas preocupaciones se encuentran en la pregunta, “¿Qué es esto, que él come y bebe con los publícanos y con los pecadores?”

Es natural que Leví invite a publícanos y pecadores a su mesa. Son sus únicos amigos y los únicos que aceptarían su invitación.

A pesar de que éste solo es el segundo capítulo de este Evangelio, Marcos ya ha relatado varias historias que describen a Jesús actuando de maneras que fariseos consideraban ofensivas. Sanó a gente en el sábado (1:21-34). Tocó un leproso (1:41). Le dijo a un paralítico, “Hijo, tus pecados te son perdonados” (2:5). Estas acciones provocativas retaban el estatus quo religioso. Irónicamente, siempre estamos tentados a domar a Cristo – eliminar la ofensa – hacer que el cristianismo sea compatible con normas sociales – hacer de la iglesia un lugar donde gente viene a ser confortada en lugar de confrontada.

“Los sanos no tienen necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores” (v. 17). Un médico empeñado en evitar enfermos no valdría mucho. Jesús vino a servir aquéllos que le necesitan y estos incluyen, primeramente, pecadores. Claro que todos somos pecadores. Pero algunos de nosotros nos consideramos justos y, por eso, no es probable que reconozcamos nuestra propia necesidad de Jesús. Es más probable que los que reconocen su pecado abran sus corazones a su ministerio.

Esta historia era importante para la temprana iglesia, a la cual criticaban por no ejercer altos estándares. Celsus, crítico de la temprana iglesia, se burlaba de sus socios pobres y desolados – ¿quién querría asociarse con esa gente? Pero Origen respondió, “Sí, pero Cristo no los deja pobres y desolados. Les transforma con su presencia.” Y así lo hace. Nosotros, la iglesia, debemos recordar que es importante amar aquéllos sin encanto y alentarles a dejar que Cristo les haga encantadores. Seríamos descuidados si no compartiéramos nuestra mesa con pecadores. También seríamos descuidados si no les alentáramos a no pecar más. (La historia de Celsus es de memoria, y la cita no es exacta).

Cuando evaluamos esta historia, debemos recordar que vivimos en una cultura muy diferente.  Debemos dar la bienvenida a pecadores, pero también debemos alentarles para que experimenten un renacer.

Es probable que no critiquemos a pecadores tanto como lo hacen otros cristianos hoy (carismáticos, no-carismáticos, liberales, conservativos) con quienes no nos sentimos cómodos. Reservamos nuestro veneno más fuerte para hermanos y hermanas cuyos pensamientos difieren de los nuestros.

MARCOS 2:18-22. ¿Y TUS DISCÍPULOS NO AYUNAN?

18Y los discípulos de Juan, y de los Fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los Fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan? 19Y Jesús les dice: “¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo no pueden ayunar. 20Mas vendrán días, cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.”

21Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor. 22Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

“Y los discípulos de Juan, y de los Fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen” (v. 18a). El ayuno requiere abstinencia de comida (y a veces bebida) por un periodo de tiempo para expresar lamentación (1 Samuel 31:13; 2 Samuel 1:12; 12:20-23) o penitencia (1 Samuel 7:6; 1 Reyes 21:27) – o para prepararse para la oración (2 Samuel 12:16-17; Salmo 35:13), revelación divina (Éxodo 34:28; Deuteronomio 9:9; Daniel 9:3; 10:3), o el favor del Señor (Jueces 20:26; 2 Crónicas 20:3) (Myers, 377).

El único ayuno requerido por la ley judía se trata de la observación del Día de la Expiación (Levítico 16:29-31; 23:27). En un caso, por lo menos, Dios también mandó el ayuno como obra de contrición (Joel 2:12).

Jesús ayunó cuarenta días y cuarenta noches en preparación de su tentación (Mateo 4:2; Lucas 4:2), pero condenó el ayuno motivado por la necesidad de llamarse la atención a si mismo por piadoso (Mateo 6:16-18; véase también Isaías 58:6-7), igual que condenó dar limosna y orar cuando se hacen por motivos egoístas (Mateo 6:1-8).

La temprana iglesia practicaba el ayuno como preparación espiritual antes de tomar decisiones importantes (Hechos 13:2-3; 14:23). Sin embargo, “el ayuno no se enseña en ninguna de las Epístolas” (Richards, 265).

“¿Por qué los discípulos de Juan y los de los Fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?” (v. 18b). Marcos no nos dice la identidad de los que hacen esta pregunta. Dirigen su preocupación a Jesús, dando por hecho que él aceptará responsabilidad por el comportamiento de sus discípulos.

Juan Bautista era ascético, y sus discípulos actúan como él al ayunar. También, puede que ayunen para mostrar la angustia que sienten por el arresto de Juan (1:14).

Aunque ley judía requiere ayunar solo en el Día de Expiación (Levítico 16:1-34; 23:26-32), los fariseos también ayunan los lunes, jueves, y en varias otras ocasiones.

Jesús responde con tres analogías:

1. “¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el esposo está con ellos?” (v. 19). Gente está acostumbrada a celebrar bodas durante siete días con abundante comida, vino, canciones, y baile. Ayunar es una actividad solitaria y sombría, inapropiada para este tipo de festividad.

En esta metáfora Jesús es el esposo. “Los discípulos de Juan Bautista ayunan anticipando la llegada del Mesías, pero los discípulos de Jesús no ayunan porque ya saben que el Mesías está con ellos” (Brueggemann, 170).

El Antiguo Testamento no habla del Mesías como el esposo, pero sí utiliza esa imagen para Dios (Isaías 54:5; 62:5; Ósea 2:19). “En esta metáfora… Jesús continúa… adoptando para él las prerrogativas de Dios. Lo bueno de la imagen de la boda es que, como el perdón de los pecados en 2:7, invita a la gente a dar su propia respuesta de la identidad de Jesús. Ambos episodios son provocaciones para ver si el papel y la misión de Dios están ahora presentes en Jesús” (Edwards, 90).

“Mas vendrán días, cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán” (v. 20). Solo es el segundo capítulo de este Evangelio, pero Jesús ya empieza a referirse a la crucifixión.

Jesús no elimina el ayuno como disciplina espiritual. En Mateo, Jesús les dice a los discípulos que no utilicen el ayuno como muestra de piedad, en vez, les dice que ayunen a solas ante el Padre, quien les recompensará en secreto (Mateo 6:16-18). La temprana iglesia ayunaba en ocasiones importantes (Hechos 13:2-3; 14:23).

2. “Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor” (v. 21). Un paño nuevo encogerá al lavarlo y romperá el vestido viejo. Anote la preocupación por conservar el vestido viejo. Jesús representa un nuevo camino, pero uno que está enraizado profundamente en la historia de su gente.

3. “Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar” (v. 22). Odres viejos ya se han estirado y no son flexibles. Si se pone vino nuevo en un odre viejo, el vino nuevo fermentará y romperá el odre inflexible. Aquí, la preocupación es por los odres y por el vino.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

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