Comentario
Estudio de la Biblia

Marcos 4:35-41

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

MARCOS 4-8. EL CONTEXTO

El papel de Jesús como maestro es importante en este Evangelio. Capítulo 4 comienza con una serie de parábolas (el sembrador, la antorcha y el almud, la simiente que brota, y el grano de mostaza). Hablándoles a los discípulos, Jesús explica el propósito de las parábolas diciendo, “A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios; mas á los que están fuera, por parábolas todas las cosas; Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados” (4:11-12).

Esto parece irónico al mirar la historia de la tormenta en el mar. Los discípulos son parte del círculo más íntimo de Jesús pero aún así, no entienden – para nada. En Mateo y Lucas, los discípulos no comprenderán hasta después de la resurrección. El final original de este Evangelio (16:8) termina con las mujeres en la tumba, llenas de temor y asombro – el fin – los discípulos nunca lo llegan a entender. Hasta que el último versículo de la conclusión más larga (16:20) describe a los discípulos como incrédulos.

4:35 – 8:26 vuelve a contar una serie de milagros: Jesús calma la tormenta; sana al gadareno endemoniado; devuelve la vida a una niña y sana una mujer de su hemorragia (después, la gente de su pueblo natal le rechaza – ¡incredulidad increíble!); da de comer a cinco mil; camina sobre el agua; sana los enfermos en Genesaret; echa fuera un demonio de la hija de la mujer sirofenicia; sana un hombre sordo; da de comer a cuatro mil (después, los fariseos piden una señal del cielo – y los discípulos se preocupan por la falta de pan – ¡incredulidad increíble!); y sana un hombre ciego en Betsaida.

4:35 – 8:13 incluye cuatro travesías del Mar Galileo (4:35; 5:21; 6:45; 8:13) – entre el lado judío al oeste y el lado gentil al este.

4:35 – 8:21 incluye tres historias de barcos, todas las cuales presentan a los discípulos de una manera poco favorable. Las otras dos historias son:

• Jesús camina sobre el agua hasta el barco de los discípulos en una tempestad de viento – el temor y los corazones endurecidos de los discípulos (6:45-52).

• Los discípulos se preocupan por tener solo una barra de pan, a pesar de que recientemente han visto alimentar a cinco mil y cuatro mil (¡incredulidad increíble!) (8:14-21).

MARCOS 4:35-36. PASEMOS DE LA OTRA PARTE

35Y les dijo aquel día cuando fue tarde: Pasemos de la otra parte. 36Y despachando la multitud, le tomaron como estaba, en el barco; y había también con él otros barquitos.

“Pasemos de la otra parte” (v. 35). La otra parte es la parte gentil.

“Y despachando la multitud” (v. 36). Es fácil dejarse seducir por la popularidad, y difícil alejarse de una multitud favorable. Jesús, sin embargo, se alejaba de la multitud para rezar o llevar a cabo su obra en otro lugar.

“Le tomaron como estaba, en el barco” (v. 36). En 1986, el casco de un barco pesquero fue escavado de la orilla del Mar Galileo. Al ser fechado por carbón demuestra ser de la época de Jesús. El barco medía 26.5 pies de largo, 7.5 pies de ancho, y 4.5 pies de alto – tenía cubierta de proa y de popa – y habría llevado aproximadamente 15 personas – cuatro de ellas remando. Seguramente, sería un barco como éste en el que Jesús y los discípulos cruzaban el Mar Galileo – Jesús bajo la cubierta de popa (v. 38).

“Otros barquitos” (v. 36). Ha habido varias especulaciones sobre el significado de estos otros barquitos, pero ninguna de ellas ha sido convincente.

MARCOS 4:37-39. MAESTRO, ¿NO TIENES CUIDADO QUE PERECEMOS?

37Y se levantó una grande tempestad de viento (griego: lailaps megale), y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se henchía. 38Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le dicen: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos? 39Y levantándose, increpó al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y fue hecha grande bonanza (griego:galena megale – gran calma).

“Y se levantó una grande (griego: megale – veremos esta palabra de nuevo en vv. 37 y 41) tempestad de viento” (v. 37). El Mar Galileo se encuentra en la parte más profunda de la abertura del Jordán en el norte – 700 pies bajo el nivel del mar – rodeado de barrancos y montañas empinadas excepto en sus extremos sureños. “Como resultado de esta formación, a menudo soplan vientos fríos por sus cuestas e, inesperadamente, se levantan tormentas violentas sobre la cálida superficie del lago” (Lockyer, 402). Las olas pueden llegar a sobrepasar treinta pies de altura.

En un mapa de Israel el mar parece ser un gran lago, pero desde un pequeño barco pesquero parecería enorme, particularmente durante una tempestad. Por lo menos cuatro de los discípulos de Jesús son pescadores que han sobrevivido tormentas en este mar y, seguramente, han conocido pescadores que ya han perdido la vida en el mar. Son hombres fuertes y confiados que tratarían este peligro moderado como algo normal. Sin embargo, el peligro en esta noche no es moderado, sino mortal.

El libro de Sebastian Junger, La perfecta tormenta (hecho película), nos ayudó a apreciar el peligro que enfrenta la tripulación de un pequeño barco durante una tormenta. “Llega el punto en el que física toma el control. Si un barco se enfrenta con una ola más alta que el largo del barco, el barco será impelido de extremo a extremo hasta su perdición. O, si una ola más alta que la anchura del barco le pega de lado, se hundirá… Los discípulos de Jesús… sabían lo suficiente para sentir esta… dinámica” (Hoezee, 206).

“Durmiendo” (v. 38). Dormir durante peligro puede ser señal de gran fe. El salmista dice, “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me harás estar confiado” (Salmo 4:8). Sin embargo, dormir también puede demostrar pasividad en momentos que claman por una respuesta activa. Para los discípulos, el dormir de Jesús es señal de que no se preocupa por salvarles a ellos (y a si mismo) de una muerte inminente.

“Maestro” (griego: didaskale – relacionado a nuestra palabra “didáctico”) (v. 38). Sería lógico que en momentos de crisis, los discípulos se dirigieran a Jesús como Señor en vez de Maestro. En este momento necesitan más su potestad que su enseñanza. En este Evangelio, sin embargo, enseñanza y autoridad están estrechamente relacionadas. Jesús enseñaba “como quien tiene potestad” (1:22), y asombra al pueblo de Capernaum, que dice, “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?” (1:27).

“¿No tienes cuidado que perecemos?” (v. 38). Los discípulos sienten pánico y quieren que Jesús, como su líder, comparta su preocupación – que demuestre urgencia que pueda acercarles a una solución. “¡Ayúdanos! ¡Haz algo!” Un gran líder a menudo puede ayudar a su gente, resolviendo grandes problemas, pero la actitud casual de Jesús parece asegurar que no ayudará en esta crisis. ¿Cómo podrá ayudar si ni siquiera se levanta de su dormir?

Mateo y Lucas, quienes utilizan a Marcos como una de sus fuentes primarias, cambian la reprensión de los discípulos a una súplica – seguramente por su incomodidad con el hecho de que los discípulos le reprenden a Jesús. En Mateo dicen, “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” (Mateo 8:25). En Lucas dicen, “¡Maestro, Maestro, que perecemos!” (Lucas 8:24).

Igual que aquellos primeros discípulos, rezamos con pánico a un Dios que parece habernos abandonado. “Dios, ¿no tienes cuidado que perecemos?” Pero el Padre conoce nuestras necesidades y nos ama tanto que mandó a su propio hijo a salvarnos.

“Increpó (griego: epetimesen) al viento” (v. 39). Antes, Jesús increpó (epetimesen) un demonio, mandándole silenciar y echándole fuera del hombre afligido. Esta tormenta representa una fuerza demoníaca.

“¡Calla, enmudece!” (v. 39). La voz tranquila y las breves órdenes de Jesús reflejan su potestad sobre estos elementos, una potestad que tiene resultados. El viento cesa y hay una gran (griego: megale – gran) quietud (v. 39). La gran tormenta de v. 37 es reemplazada por gran tranquilidad en v. 39.

Existen varios paralelos entre esta historia y la de Jonás (Marcus, 337-340 y Edwards, 149-151). Los primeros leyentes de este Evangelio – por lo menos los judíos – inmediatamente la reconocerían por el Antiguo Testamento, y no se perderían las similitudes, que incluyen:

• Una travesía por barco hacia territorio gentil con el propósito de redimir vidas gentiles

• Una gran tormenta en el mar que amenaza con hundir el barco y ahogar a sus ocupantes

• Gran temor

• Los personajes principales (Jonás y Jesús) dormidos durante la tormenta

• Una increpación de los personajes principales

• Los personajes principales toman acción que resulta calmar la tormenta

• La maravilla por parte de los marineros

• Lenguaje parecido entre la historia de Marcos y la versión Septuaginta (griega) de Jonás – i.e., una variación de la palabra griega, apollymi para “perecer” y “ahogar.”

Sin embargo, mientras que Jesús es como Jonás, él es mayor que Jonás. Anote las diferencias entre estas dos historias:

• Jonás navegó por Tarsís para evitar la llamada de Dios para salvar a los gentiles ninevitas. Jesús obedece su llamada.

• Jonás no calmó la tormenta sino que solo aceptó responsabilidad por su desobediencia – Dios la calmó. Jesús, personalmente, calma la tormenta. Esto demuestra que él es mayor que Jonás e igual a Dios, el único que tiene potestad sobre los mares, las tormentas, el caos, y el mal.

MARCOS 4:40-41. ¿QUIÉN ES ÉSTE?

40Y á ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41Y temieron con gran temor (griego: phoban megan – gran temor), y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen?

” ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (v. 40). Los discípulos fallan la prueba de fe. Temían la tormenta, y ahora temen a Jesús. Deben creer – han oído a Jesús enseñar y le han visto obrar milagros – pero el temor gana sobre la fe. “Sin embargo, sí hacen la pregunta correcta. ¿Quién es éste? Esta historia no se trata de fuerza bruta. Se trata de la identidad de Jesús. Él es el Cristo y el Hijo de Dios” (Geddert, 114).

“Y temieron con gran temor” (phoban megan) (v. 41). El gran asombro de NRSV les representa de una manera demasiado positiva. Esperaríamos que los discípulos se alegraran al ver calmar el mar pero, en vez, aún temen – con gran temor – tan temerosos del poder de Jesús como de la tormenta.

“¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen?” (v. 41). La pregunta provee la respuesta. Solo Dios tiene potestad sobre los mares y las tormentas (Salmo 107:29). La pregunta también provee el punto clave de esta historia, que hace más que revelar la potestad de Jesús. Ésta es una historia de epifanía que revela a Jesús como un agente de Dios o Dios encarnado. Su identidad será clarificada de forma gradual hasta la confesión de Pedro (8:29). Sin embargo, el entender de Pedro será limitado, y los discípulos seguirán temiendo. En la cruz, el centurión romano que se encargaba de la crucifixión (un gentil) provee una respuesta clara. Sea a causa de las señales apocalípticas (la oscuridad y el velo rajado del templo) o a causa de algo que él ve en Jesús, el centurión dice, “¡Verdaderamente, este hombre era el Hijo de Dios!”

Esta historia hubiera alentado a la temprana iglesia, que experimentó persecución – y sirve para alentar a cristianos hoy que sufren dificultad. “Aunque Jesús no siempre parezca presente o que le importe, liberará a su gente necesitada. Por lo tanto, sus discípulos nunca deben dudar” (Brooks, 88).

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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