Comentario
Estudio de la Biblia

Mateo 16:21-28

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Emmanuel Vargas Alavez

MATEO 16. EL CONTEXTO

Esta lectura está unida muy estrechamente con los vv. 13-20, de la lectura del Evangelio de la semana pasada. En el versículo 16, Pedro confesó su fue de que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios. Ahora Jesús le muestra lo que ser el Mesías y el discipulado significan. Previo al capítulo 16, Jesús usó mucho de su tiempo hablando a las multitudes, haciendo milagros, y verbalmente discutiendo con escribas y fariseos. Con la excepción de 16:1-4, en los capítulos 16-18 Jesús usa su tiempo instruyendo a sus discípulos preparándolos para Jerusalén y su cruz. Luego, en 19:1 deja Galilea y se va a Judea –a Jerusalén– para su muerte.

MATEO 16:21.  JESÚS DEBE IR A JERUSALÉN

21Desde aquel tiempo comenzó Jesús á declarar á sus discípulos que le convenía ir á Jerusalén, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.

“Desde aquel tiempo” marca la transición. Pedro ya ha identificado a Jesús como el Mesías, y Jesús lo bendijo por su confesión de fe. Sin embargo, Jesús les dijo a sus discípulos que no lo dijeran a nadie, porque todavía no saben lo que significa que sea el Mesías. Todavía siguen pensando en el Mesías como un guerrero al estilo de David. En el versículo 21, Jesús bosqueja para ellos lo que se espera del Mesías, y es exactamente lo opuesto a sus expectativas.

“Comenzó Jesús á declarar.” Una y otra vez les dirá a los discípulos, porque simplemente eran incapaces de entender lo que estaba diciendo. Hasta que vean al Cristo resucitado la verdad comenzará a irrumpir en su anterior entendimiento.

“Que le convenía (griego = dei, es necesario) ir á Jerusalén.” La pequeña palabra, dei, nos habla de necesidad divina, de la voluntad de Dios. Jesús debe ir a Jerusalén para completar la misión que le ha dado Dios. Ha venido para salvar al mundo, y Jerusalén es esencial a su obra. No ir a Jerusalén pondría en peligro todo lo que había venido a hacer.

Jesús debe “padecer mucho.” Isaías 53:4-6 introduce la idea del Siervo Sufriente, así que la idea no debe ser completamente ajena a los discípulos; pero parece que sí. Es como si hubieran descubierto al candidato político ideal que de pronto anuncia que, para llevar a cabo sus propósitos, primero debe ser asesinado (Long, 189). La idea es más que sorprendente, más bien no tiene sentido. ¿Cómo puede un hombre muerto salvar a alguien? ¿Cómo puede un Mesías salvar a otras personas si no puede salvarse a sí mismo? ¿Por qué Dios enviaría a alguien a hacer algo tan fuera del carácter divino como morir? Si la muerte es, de alguna manera, necesaria, ¿por qué el Mesías tendría que morir la ignominiosa muerte de la cruz en vez de una gloriosa muerte en el campo de batalla?

Jesús sufrirá mucho a manos “de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas.” Estos tres grupos forman el Sanedrín, la suprema corte de los judíos. No son los peores hombres los que matan a Jesús, sino los mejores. Estos no tienen autoridad legal para sentenciar a muerte, pero decidirán a nombre de la nación que Jesús debe morir. Después persuadirán a la gente para que apoye la sentencia y los romanos la ejecuten.

Estas palabras “los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas,” nos suenan siniestras a nosotros. Se nos ha enseñado desde pequeños que estos eran los enemigos de Jesús, así que no nos sorprende que Jesús sufriera a sus manos. Necesitamos recobrar la sorpresa que los primeros discípulos deben haber experimentado al escuchar estas palabras. ¿Por qué los guardianes nacionales de la herencia religiosa matan al que ha venido para cumplir con esa herencia?

“Y resucitar al tercer día.” La predicción de Jesús de su propia muerte es tan escandalosa que, como un gran magneto, atrae toda nuestra atención. Parece que los discípulos ya no siguen escuchando cuando Jesús predice su resurrección. Todavía están concentrados en las palabras “ser muerto.”

Hay que notar que “ser resucitado,” al igual que “ser muerto,” está en voz pasiva. Jesús no se levantará a sí mismo de la muerte, sino que pondrá su vida en las manos de Dios. Dios tomará la iniciativa para la resurrección.

MATEO 16:22. ¡DIOS NO LO QUIERA, SEÑOR!

22Y Pedro, tomándolo aparte, comenzó á reprenderle, diciendo: Señor, ten compasión de ti: en ninguna manera esto te acontezca.

Habiendo sido confirmado tan recientemente en su creencia de que Jesús es el Mesías, Pedro no puede entender estas dramáticas nuevas. Pedro tiene la decencia de llevar a Jesús aparte para que su reprimenda sea privada y no en público. Seguramente siente que Jesús simplemente está teniendo un mal día. De seguro, también, la fortaleza y optimismo de Jesús regresarán pronto, pero Pedro siente la responsabilidad de prevenir que haga algo que lo dañe al estar en este depresión temporal. La reprensión de Pedro es amistosa, pero no deja de ser una reprimenda.

Aunque Pedro se dirige a Jesús como Señor, lo trata como un Señor caído que debe ser ayudado a ponerse de pie. Él reprende a Jesús, de la misma manera como Jesús reprendió a los vientos y el mar (8:26) y reprenderá a un demonio (17:18) – la misma palabra (griego = epitimao) se usa en estos tres pasajes. Pedro se pone a cargo y repudia, en el más fuerte lenguaje posible, lo que Jesús ha dicho. El discípulo que tan recientemente ha deificado al Señor (16:16) ahora lo insulta.

No debe sorprendernos que Pedro falle en entender que Jesús crucificado es “á los Judíos

ciertamente tropezadero, y á los Gentiles locura” (1 Co. 1:23). Hay poder y sabiduría en la cruz (1 Co. 1:24), pero es esperar demasiado que Pedro pueda ver eso hasta que no vea al Cristo resucitado.

MATEO 16:23. QUÍTATE DE DELANTE DE MÍ, SATANÁS

23Entonces él, volviéndose, dijo á Pedro: Quítate de delante de mí, Satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres.

Jesús se vuelve para confrontar a Pedro cara a cara, algo que suena como si Pedro siempre hubiera estado físicamente detrás de él todo el tiempo. “¡Quítate de delante de mí, Satanás!” Ahora Jesús demanda que Pedro se ponga detrás de él tanto espiritual como físicamente.

Las palabras de Jesús nos recuerdan su respuesta a Satanás, “Vete, Satanás” (4:10), al final de la tentación en el desierto. La diferencia es que Jesús le mandó a Satán que se hiciera a un lado o se fuera (griego=hupago), mientras que el mandato a Pedro es que se ponga (otra vez hupago) a la posición que debería ocupar detrás de Jesús. Ese es el lugar del discípulo, detrás del maestro, siguiendo al maestro. Cuando Pedro llevó a Jesús a un lado para reprenderlo, se puso en frente de Jesús –tomando la iniciativa— buscando dirigir a Jesús hacia un camino diferente. Al ponerse en frente de Jesús –fuera de su lugar—la Roca se convierte en Piedra de Tropiezo (griego = skandalon). Todavía peor, se convierte en Satanás.

En este incidente, Pedro se convierte en Satán, el tentador. Al igual que Satanás trató de persuadir a Jesús de tomar el camino fácil (convierte estas piedras en pan; realiza algo espectacular; póstrate ante mi y te daré el mundo), así ahora Pedro intenta que Jesús abandone el camino angosto, difícil que lleva a la cruz por el camino mas ancho y fácil que lleva a… Pero Jesús ya nos ha enseñado que el camino ancho, y fácil lleva a la destrucción, y el camino angosto y difícil lleva a la vida (5:13-14).

Jesús nos dirige a un reino donde todo es opuesto a lo que nosotros esperamos. “Satanás nos lleva hacia arriba, Dios nos lleva hacia abajo” (Bruner, 587).

“Porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres.” Esa no es la manera en que Pedro lo ve. Pedro entiende que Jesús es el Mesías, y simplemente está intentando que no eche todo a perder en un momento de debilidad. Pedro quiere que el Mesías tenga éxito. ¿Cómo puede ser esto malo? La respuesta es que la visión de Pedro sobre la misión está distorsionada, y él está tratando de sobreponer su visión a la de Dios.

Debemos tomar nota de esto. La iglesia siempre está tentada a tomar el camino alto del mundo, en lugar del camino bajo de Dios. Estamos tentados a poner nuestra fe en los métodos del mundo (publicidad, campañas financieras, psicología, teatralidad, valores de alta producción, etc., etc., etc.) en lugar de los métodos de Dios (la cruz, predicar sobre la cruz, tomar la cruz, sirviendo al necesitado en el nombre de Cristo). Somos tentados a evaluar el ministerio por indicadores con los que cualquier contador público o ejecutivos de grandes empresas se sentirían a gusto (listas de miembros, asistencia, presupuestos, metas y objetivos) en vez de los indicadores de aquel que no tenía dónde recostar su cabeza y cuyo trono fue una cruz. Ciertamente hay ministros que son tanto fieles como “exitosos”, pero es de suma importancia que todo ministerio próspero se re-examine a sí mismo frecuentemente para ver si ha abandonado la cruz y a doblado su rodilla ante Satán. El ministerio que vende no siempre es el ministerio que salva.

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MATEO 16:24-26. SI ALGUNO QUIERE VENIR EN POS DE MÍ

24Entonces Jesús dijo á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 25Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará. 26Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?

Jesús ya no se dirige a Pedro. En el evangelio de Marcos, Jesús dirige estas palabras a la multitud (8:34). En el evangelio de Mateo, Jesús está dirigiendo estas palabras a los discípulos. El cambio es sutil pero significativo. Mateo presenta a Jesús en el papel de rabí, instruyendo a sus discípulos sobre el significado del discipulado y diciéndoles lo que viene más adelante, no solamente para él, sino también para ellos. Las cruces se asoman en el horizonte.

Jesús llama a sus discípulos a una vida disciplinada. “Si alguno quiere venir en pos de mí” (griego =thelei opiso mou elthein, quiere detrás de mi venir). Estos discípulos ya antes han dejado todo para seguir a Jesús. Ahora Jesús los invita para re-evaluar su decisión basada sobre nueva información. Ellos pensaban que seguir a Jesús sería el camino a la gloria, pero ahora les dice que es el camino a la auto-negación y la cruz.

La auto-negación de la que habla Jesús no es fácil de entender. Una cosa es negarnos a nosotros mismos hoy para que mañana tengamos mucho, pero Jesús no está explicando los beneficios del interés compuesto para que podamos disfrutar un retiro cómo y lujoso. Primero menciona la auto-negación, pero eso solamente es el principio.  Jesús también espera que los discípulos lleven la cruz. Una cruz es donde la persona muere. ¡Fin de la historia!

¡Excepto que Jesús dice que ese no es el fin de la historia! “Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.” Desde el principio de su enseñanza en este evangelio, Jesús enseñó la Gran Reversión. Sus primeras palabras en el Sermón del Monte fueron “Bienaventurados los pobres en espíritu”. El reino de los cielos es un lugar vuelto de cabeza donde el sistema de valores de este mundo ya no funciona. Es un lugar donde Dios recompensa la auto-negación y el cargar la cruz. El propósito de Dios no es negarnos la vida, sino dárnosla.

El significado del discipulado lentamente se va revelando. Los discípulos no entendieron completamente el discipulado cuando se embarcaron en esta aventura. Ahora, aunque Jesús claramente declara lo que viene más adelante, todavía fallan en entenderlo. Jesús les ha dicho que “le convenía ir á Jerusalén, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (v. 21). A pesar de ello, los discípulos no entienden y se sorprenderán cuando esto acontezca.

Si los primeros discípulos fueron lentos para entender, no debe preocuparnos que también nosotros seamos lentos para entender. El crecimiento espiritual se lleva a cabo lenta y dolorosamente. Nuestra jornada espiritual nos lleva toda la vida. Incluso cuando estamos cerca de la conclusión de esa jornada, nuestro entendimiento dista mucho de ser completo. Pablo dice, “Ahora vemos por espejo, en oscuridad; mas entonces veremos cara á cara” (1 Corintios 13:12). Esa no es una excusa para la complacencia, pero sí reconoce nuestra humanidad.

Para aquellos que tienen ojos para ver, hay mucha evidencia de que Jesús estaba en lo correcto cuando dijo que aquellos que aquellos que quieran salvar sus vidas las perderán y viceversa. Las personas que persiguen su propia felicidad de la manera más egoísta constantemente están en movimiento buscando algo que nunca van a encontrar. Las celebridades van de una pareja a otra, siempre buscando pero nunca encontrando satisfacción. Los directores ejecutivos que tienen dinero suficiente para doce vidas rompen las reglas –y a sí mismos—tratando de amasar solamente un poco más de dinero. La recompensa de llevar la cruz es la vida. ¿Qué quiere decir Jesús por vida? La vida cristiana, con sus costos y recompensas, comienza cuando por primera vez tomamos la cruz y seguimos a Jesús:

• La persona que está dispuesta a perder su vida en el servicio a cristo está libre del miedo a la muerte,

• La persona para quien Cristo es más importante que las posesiones está libre de la

esclavitud del materialismo,

• La persona que resiste la tentación se fortalece a sí misma cuando la próxima tentación anda merodeando,

• El empleado que mantiene su integridad al enfrentar la tentación puede enfrentar el espejo sin sentimientos de vergüenza,

• La persona que sacrifica una tarde de golf para ayudar a una persona en necesitada gana un sentido de auto-dignidad.

Pero Jesús hace más que tan solo advertirnos que las personas egoístas viven vidas insatisfechas. También está el asunto del juicio: cielo e infierno. Jesús nos da un retrato de la gente que llega al final solamente para encontrar que todo lo que obtuvieron se ha convertido en nada y que su necesidad está más allá de su alcance. Se nos recuerda de Lázaro y el Rico (Lucas: 16:19-31) – y la Gran Reversión que cada uno de ellos experimentó — y del golfo que los separaba, y la gran “desesperada desesperación” del antes rico. ¿Cómo podría pagar para escapar su sufrimiento? ¿Un diezmo? ¿Cincuenta por ciento? ¿Todo? No importa, ¡ya es demasiado tarde!

MATEO 16:27-28. EL HIJO DEL HOMBRE VENDRÁ CON SUS ÁNGELES

27Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará á cada uno conforme á sus obras. 28De cierto os digo: hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino.

El Hijo del Hombre es el título más común para Jesús en este evangelio. Él “pagará á cada uno conforme á sus obras” (griego = ten praxin autou — cada uno por su obra, en singular y no en plural). Esto es tanto una advertencia como una promesa. Para aquellos que tratan de salvar sus propias vidas y construir sus propios nidos, es una advertencia. Para aquellos dispuestos a perder sus vidas por el amor a Jesús, es una promesa. Mateo 25:31-46 expande la imagen para hacernos saber que seremos juzgados de acuerdo a nuestras obras de misericordia en favor de los necesitados. En otros lugares aprendemos que somos salvos por gracia a través de la fe, pero Jesús deja claro en estos dos pasajes que nuestra fe debe manifestarse en buenas obras. Nuestra salvación depende de ello.

El versículo 28 nos dice que “el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles” y pronto, una expectativa que también se refleja en Romanos 13:11; 1 Corintios 15:51; Apocalipsis 22:7,20. La cuestión es si Jesús estaba hablando de su regreso o de algún otro evento. El hecho de que este evangelio fue escrito cerca del fin del primer siglo significa que el autor sabe que la Segunda Venida no ocurrió rápidamente después de la ascensión de Jesús. Es posible que el regreso de Jesús al que se refiere el versículo 28 sea la Transfiguración, que sigue casi inmediatamente a los talones de la lectura de este día (17:1-8) y así parece, o podría ser la Resurrección, o el Pentecostés. “No parece posible que Jesús quisiera decir [la Segunda Venida]; consistentemente Jesús se rehusó a poner fechas, y en cualquier caso dijo explícitamente que no sabía cuando vendría el Fin (24:36)” (Morris, 434). Mateo 24:14 es también instructivo, porque Jesús dice que el fin no llegará hasta que “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles.”

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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