Comentario
Estudio de la Biblia

Miqueas 3:5-12

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

El primer versículo de este libro nos dice que la palabra de Jehová “fue á Miqueas de Morasti en días de Jotham, Achâz, y Ezechîas, reyes de Judá.” Esto fue en el Siglo VIII a.C. cuando Asiria era la superpotencia regente.

Asiria se situaba en Mesopotamia, al este y norte de Israel (el Reino del Norte) y Judá (el Reino del Sur), pero la fuerza de Asiria era tal que dominaba Siria (directamente al norte de Israel) e Israel.

Jotham heredó el trono de Judá de su padre Uzzía, alrededor de 750 a.C., y reinó unos 20 años. Uzzía disfrutó un reinado largo y pacífico, pero durante el reinado de Jotham, Asiria, bajo Tiglath-pileser III, se hizo poderosa e intrusiva. Israel (el Reino del Norte) se alió con Aram en contra de Asiria, algo que al final llevaría Israel a su caída. Aunque Reyes 2 anota que Jotham “hizo lo recto en ojos de Jehová” (2 Reyes 15:34), también anota que falló al no eliminar los altos centros de alabanza de ídolos.

Achâz sucedió a su padre, Jotham, alrededor de 730 a.C., y reinó sobre Judá durante 16 años (2 Reyes 16:2). Se le describe como uno de los peores reyes de Judá (2 Reyes 16:3-4). Ignoró el consejo del profeta Isaías, que había aconsejado a Achâz que permaneciera neutral. Achâz envió mensajeros a Tiglath-pileser de Asiria, diciendo “Yo soy tu siervo y tu hijo: sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí” (2 Reyes 16:7). Como resultado, Achâz se convirtió en vasallo de Asiria. Durante su reinado, Tiglath-pileser atacó el Reino del Norte (Israel), mató a muchos de sus habitantes, y deportó a Asiria los que quedaban, así poniendo fin a las diez tribus del Reino del Norte una vez por todas.

El profeta Miqueas cumplía su obra en este tiempo turbulento. En el primer capítulo del libro de Miqueas, habló de la venida de Jehová contra Israel (vv. 3-7) y Judá (vv. 8-16). En el segundo capítulo, denunció los males sociales que prevalecían en Israel/Judá. En el tercer capítulo, habla de regidores “que aborrecen lo bueno y aman lo malo, que les quitan su piel y su carne de sobre los huesos” (3:2) y de “profetas que hacen errar á mi pueblo” (3:5) – y predice su castigo.

De todos modos, en medio de estas circunstancias, Miqueas también predice que vendrán días cuando la lealtad y la paz serán restauradas en Judá (4:1-5; véase también Isaías 2:2-4). Prometió restauración después del exilio (4:6-13).

MIQUEAS 3:5-7. ASÍ HA DICHO JEHOVÁ ACERCA DE LOS PROFETAS

5Así ha dicho Jehová (hebreo: YHWH – Yahvé) acerca de los profetas
que hacen errar á mi pueblo,
que muerden con sus dientes, y claman, Paz (hebreo: salom),
y al que no les diere que coman,
aplazan contra él batalla:

6Por tanto, de la profecía se os hará noche,
y oscuridad del adivinar;
y sobre los profetas se pondrá el sol,
y el día se entenebrecerá sobre ellos.

7Y serán avergonzados los profetas (hebreo: hozeh – el que ve),
y confundiránse los adivinos (hebreo: qasam);
y ellos todos cubrirán su labio,
porque no hay respuesta de Dios.

“Así ha dicho Jehová” (YHWH – Yahvé) (v. 5a). Al empezar su acusación de los profetas, Miqueas establece su autoridad. No utiliza sus propias palabras, sino las palabras que Jehová le ha hablado a él. Este es el papel de un profeta – hacer de intermediario entre Dios y la humanidad – repetir las palabras que Dios le da en vez de compartir su sabiduría personal.

“acerca de los profetas que hacen errar á mi pueblo” (v. 5b). Las palabras del Señor que habla Miqueas se contrastan decisivamente con las palabras de los falsos profetas – profetas que no acercan su pueblo al Señor sino que lo alejan de él.

Anote la frase, “mi pueblo.” Esto es personal. El pueblo que se aleja es el querido pueblo del Señor – el querido pueblo de Miqueas. Ver “mi pueblo” herido sería como ver herido a su propio hijo. Ver como sufre un ser querido es como sufrir uno mismo. Debe romper el corazón del Señor y el de Miqueas ver como estos falsos profetas hacen errar a “mi pueblo.”

“que muerden con sus dientes, y claman, Paz (salom), y al que no les diere que coman, aplazan contra él batalla” (v. 5c). Estos falsos profetas son como una máquina expendedora, pero con un toque de maldad.

• Pon el dinero por la rajilla, y recibirás un mensaje de paz. Salom (o shalom) es más que la ausencia de guerra. Es el tipo de tranquilidad que viene con saber de dónde vienes. Se refiere al tipo de prosperidad que viene, no con la acumulación de bienes materiales, sino a través de un espíritu agradecido. Es el tipo de seguridad que viene de la fe en que Dios te ama y proveerá por tus necesidades. Cuando estos profetas hablan de salom, son como una galleta de la fortuna que promete un futuro próspero y feliz.

• Con máquinas expendedoras, si no pones nada en la rajilla, nada ocurre. Pero estos profetas, si no les das dinero, expenden maldiciones en lugar de bendiciones – guerra en vez de paz. “Predicar ‘guerra santa’ o ‘montar una campaña religiosa’ se refiere a las preparaciones sagradas que se hacían antiguamente en Israel antes de emprender una guerra contra los enemigos de Dios, una cruzada contra los infieles” (Allen, 312).

Estos falsos profetas parecen más una mafia que portavoces religiosos. Exigen tributo y prometen daños si no se les paga.

En esa cultura, era común que la gente diera dinero a los profetas, igual que hoy se le da dinero a la iglesia, en parte, para pagar al pastor. Miqueas no reta el derecho de los profetas de recibir regalos que se dan libremente. Confronta aquellos falsos profetas que amoldan su profecía según las ofrendas que se les hagan – y que utilizan métodos criminales si no se les ofrece nada o si no están contentos con lo que reciben.

Podemos estar seguros de que estos profetas favorecen a los ricos que pueden dar ofrendas generosas y desprecian a los pobres que no pueden hacerlo. Este favoritismo va absolutamente en contra del mensaje de los verdaderos profetas de Yahvé. Profetas verdaderos enfatizan generosidad hacia las viudas, los huérfanos, y otros vulnerables.

“Por tanto, de la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos” (v. 6). Miqueas no dice que estos falsos profetas no tengan el don de la profecía. Implica que sí lo tienen y que son muy capaces de guiar bien a la gente. El problema no es que no tengan el don de profetizar, sino que hayan mal usado este don.

Como consecuencia de su traición, por lo tanto, el Señor les quitará su don de profecía – un castigo perfecto para el crimen. Estos falsos profetas han disfrutado de visión y luz y revelación, pero ahora encontrarán sus ojos espirituales cegados y el sol poniéndose sobre su habilidad de profetizar. Los que han disfrutado de la luz del día serán echados a la oscuridad de la noche. Es una oscuridad espiritual que sugiere una existencia triste y dificultosa.

“Y serán avergonzados los profetas (hozeh – el que ve), y confundiránse los adivinos (qasam) (v. 7a). La palabra hozeh se utiliza generalmente con tono positivo en escrituras hebreas, normalmente como sinónimo de “profeta.” La palabra “adivinos” (qasam) generalmente se usa con tono negativo (Deuteronomio 18:10, 14; 1 Samuel 15:23; 2 Reyes 17:17; Jeremías 14:14; Ezequiel 13:6, 23). Miqueas, claro, entendería bien la distinción entre estas dos palabras. Es probable que las junte en este versículo para reconocer la función legítima de los profetas a quienes se dirige y para destacar la manera ilegítima en que han utilizado sus dones (adivinos).

No solo perderán estos profetas su don de profetizar (v. 6), pero también quedarán avergonzados y desgraciados.

“y ellos todos cubrirán su labio, porque no hay respuesta de Dios” (v. 7b). Cubrir el labio se asocia con lamentación (Ezequiel 24:17, 22) y aflicción (Levítico 13:45). “Irónicamente, (cubrirán su labio) también significaría que no tienen nada que decir” (Allen, 313).

MIQUEAS 3:8. YO EMPERO ESTOY LLENO DEL ESPÍRITU DE JEHOVÁ

8Yo empero estoy lleno de fuerza del espíritu de Jehová,
y de juicio
(hebreo: mis∙pat), y de fortaleza (hebreo: geburah),
para denunciar á Jacob su rebelión, y á Israel su pecado.

“Yo empero estoy lleno de fuerza del espíritu de Jehová, y de juicio (mis∙pat), y de fortaleza”(geburah) (v. 8a). Miqueas establece un obvio contraste entre su estatus como profeta auténtico y el de los falsos profetas. Ellos se han deshonrado y, como resultado, perderán sus poderes, y sufrirán la oscuridad de la noche, la separación del Señor, y la desgracia. Miqueas, por otro lado, está lleno de fuerza porque está lleno del espíritu del Señor. La fuerza que disfruta no es una fuerza personal, sino la fuerza del Señor.

Miqueas también está lleno de juicio (mis∙pat). La ley de Dios contiene instrucciones específicas en cuanto al comportamiento. Requiere el testimonio honesto e imparcial (Éxodo 23:1-3, 6-8). Requiere una consideración especial de las viudas, los huérfanos, y otros seres vulnerables (Deuteronomio 24:17). Aunque Israel siempre está tentado a definir su servicio a Dios según el cumplimiento del culto (sacrificios rituales, observación del sábado, etcétera), los profetas siguen recordándoles que el juicio es una responsabilidad básica de la comunidad de fe (véase Miqueas 6:8).

Juicio (mis∙pat) y fortaleza (geburah) están relacionados. Juicio significa guiar al pueblo a una relación correcta con Yahvé y con otros. Estas relaciones correctas producen vidas justas. Esto difiere bastante de lo que han estado haciendo los falsos profetas.

Miqueas también está lleno de fortaleza (geburah). Esta palabra se utiliza a menudo para describir la fortaleza de Dios (Deuteronomio 3:24; 1 Crónicas 29:12, Job 26:14; Salmo 65:6; 66:7) y para describir el valor del pueblo de Dios (Jueces 8:21). Valor y fortaleza están ligados. Una persona valiente no tendrá miedo de decir lo necesario y de hacer lo necesario.

Este es el caso con Miqueas. Retar al establecimiento – ambos el civil y las autoridades religiosas – es una acción temerosa – y es exactamente lo que hace Miqueas aquí. Justo antes de dirigirse a los profetas, denunció a los líderes civiles (3:1-4). A veces, profetas mueren por mostrar presunciones así (1 Reyes 18:13; Jeremías 2:30; Lucas 13:34; 1 Tesalónicos 2:15; Hebreos 11:37; Revelación 16:6). Miqueas seguramente está consciente de que el Señor a veces permite que sus profetas sufran, pero habla con fuerza de todos modos – habla con fuerza porque está lleno de geburah.

para denunciar á Jacob su rebelión, y á Israel su pecado” (v. 8b). Esto es lo que los falsos profetas debían estar haciendo. Profetas han de predicar la verdad – la verdad que Dios les ha revelado.

Jacob e Israel, claro, son dos nombres diferentes para el mismo hombre (Génesis 32:28). Sus descendientes se convirtieron en la nación de Israel. Más adelante, cuando la nación se dividió en dos, se convirtió en el Reino del Norte (Israel) y en el Reino del Sur (Judá). Miqueas se dirige a la situación en Judá y al hablar de Jacob e Israel, se refiere a Judá.

En este caso, gente ha pecado, y los falsos profetas les deberían haber confrontado. En vez, predican paz y prosperidad (salom) a clientes que pagan y declaran guerra contra los que no les llenan los bolsillos (5c).

Miqueas, en cambio, cumple la obra del profeta – la obra del Señor – confronta trasgresión y pecado con fuerza. No es una labor agradable, ya que profetas no suelen ser populares – y, como se anota arriba, también puede ser una labor peligrosa. Pero la prueba del profeta verdadero es que transmite las palabras que Dios le ha hablado – estén de moda o no.

MIQUEAS 3:9-12. CABEZAS QUE ABOMINÁIS EL JUICIO Y PERVERTÍS EL DERECHO

9Oíd ahora esto, cabezas de la casa de Jacob,
y capitanes de la casa de Israel,
que abomináis el juicio
(hebreo: mis∙pat),
y pervertís todo el derecho (hebreo: yasar);

10Que edificáis á Sión con sangre,
y á Jerusalén con injusticia;

11Sus cabezas juzgan por cohecho,
y sus sacerdotes enseñan por precio,
y sus profetas adivinan por dinero;
y apóyanse en
(hebreo: sa’an) Jehová diciendo:
¿no está Jehová entre nosotros?
No vendrá mal sobre nosotros.

12Por tanto, á causa de vosotros
será Sión arada como campo,
y Jerusalén será majanos,
y el monte de la casa como cumbres de breñal.

“Oíd ahora esto, cabezas de la casa de Jacob, y capitanes de la casa de Israel” (v. 9a). De nuevo, Miqueas habla a los mismos líderes a quienes se dirigió en versículos 1-4.

“que abomináis el juicio (mis∙pat), y pervertís todo el derecho” (yasar) (v. 9b). Véanse arriba los comentarios de versículo 8a para el significado de mis∙pat.

Yasar significa aquello que es justo o recto. Se puede referir a lo que es justo frente los ojos de Dios o los ojos de la gente, y también puede significar recto (Baker y Carpenter, 486).

Lo que dice Miqueas es simple. A estos líderes les disgusta lo que es bueno (justicia e igualdad) y prefieren lo malo. ¿Por qué será eso? ¿Por qué preferirán estos hombres religiosos el mal sobre el bien? La respuesta es que estos malos hombres tienen poder – el poder de imponer su voluntad sobre los demás – el poder de tiranizar a gente común y corriente. En un mundo perfecto, donde prevalece la justicia, estos líderes serían limitados por reglas justas. Justicia y rectitud les quitaría el poder que ahora disfrutan.

Que edificáis á Sión con sangre, y á Jerusalén con injusticia” (v. 10). Sión es la montaña en que Jerusalén está construida. Aquí, Sión y Jerusalén son sinónimos.

Jerusalén es una ciudad magnifica con muchos edificios imponentes. Esto es apropiado, ya que es el lugar donde se encuentra el templo – y, por lo tanto (como lo entiende esta gente), es el lugar donde está presente el Señor.

Pero, como a menudo ocurre en ciudades sofisticadas, la élite regidora, en muchos casos, ha logrado sus grandes hazañas extrayendo carne y hueso de los vulnerables. Un constructor que recauda fondos exigiéndolo de los pobres les puede llevar a la ruina. Un edificio construido sin prestar atención a la seguridad puede resultar en la muerte de sus trabajadores. Un capataz que trata a sus subordinados de manera inhumana puede, literalmente, causar la muerte de sus trabajadores.

Ley judía incluye reglas diseñadas para prevenir que los poderosos se aprovechen de los más débiles. Miqueas implica que las cabezas de Judá han violado el espíritu de la ley – y, que seguramente también han violado la ley misma.

“Sus cabezas juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero” (v. 11a). Los sacerdotes están obligados a enseñarle al pueblo de Israel la ley judía (Levítico 10:11). También tienen la responsabilidad de actuar como jueces en disputas y asegurar que su juicio se lleve a cabo (Deuteronomio 17:9-11). La ley prohíbe que los oficiales perviertan justicia mostrando parcialidad, o aceptando sobornos (Deuteronomio 16:19).

Profetas, sacerdotes, y reyes constituyen la élite poderosa de Jerusalén. No basta con que las autoridades civiles se hayan involucrado en un gobierno de “pago por juego.” Es mucho peor que los profetas y sacerdotes también lo hayan hecho. Es natural, claro, que los corruptos que negocian a través de su poder conspiren con otros que también negocian con sus poderes – y la élite religiosa negociaba según sus poderes tanto como los líderes civiles.

“y apóyanse en (sa’an) Jehová diciendo: ¿no está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros” (v. 11b). La palabra sa’an significa apoyarse o depender. Estos oficiales corruptos se sienten seguros porque representan Israel, el pueblo de Dios. También se sienten seguros por su asociación con el templo. Dicen, “Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es éste” (Jeremías 7:4) – pensando que están seguros dentro del templo. No obstante la casa del Señor se ha convertido en una cueva de ladrones (Jeremías 7:11) y por eso caerá.

“Por tanto, á causa de vosotros será Sión arada como campo, y Jerusalén será majanos, y el monte de la casa como cumbres de breñal” (v. 12). Parece apropiado que una ciudad construida con sangre e injusticia (v. 10) llegue a la ruina. Miqueas advierte que Jerusalén caerá – y que sus bellos edificios quedarán nivelados – que un día granjeros ararán sus campos donde antes estaban sus bellos edificios – que el Monte de Sión, con su gran templo, será reducido a una colina arbolada.

La gente entendería bien el cuadro que Miqueas les pinta. Han visto montes de tierra que cubren las ruinas de ciudades antiguas. Ciudades que yacían caídas y desiertas desde hacía mucho tiempo. Sería casi imposible imaginar que algo así ocurriera en Jerusalén – pero así será.

Todas estas cosas pasarán por la falta de fe de sus líderes, que han desviado a su pueblo mientras se llenan los bolsillos de plata.

La profecía de Miqueas no tomó lugar durante su vida, pero sí ocurrió un siglo después. Los babilónicos destruyeron Jerusalén, nivelaron el templo, mataron a muchos de sus habitantes, y forzaron el exilio de los que quedaban.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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Copyright 2010, Richard Niell Donovan