PASAJE BÍBLICO

Romanos 1:16-17; 3:22b-31

RECURSOS PARA PREDICAR

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller


EXÉGESIS:

ROMANOS 1-3: EL CONTEXTO

Pablo comienza su carta a los romanos con un saludo (1:1-7) y una oración de agradecimiento (1:8-15). No es hasta versículo 16 que finalmente llega a su punto principal.

• Versículos 16-17 (la primera parte de la lectura del leccionario) forman una tesis – la epístola dentro de la cáscara de una nuez. Pablo comienza diciendo que el evangelio “es potencia de Dios para salud á todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego” (v. 16).

• En 1:18 – 3:20 (omitido del leccionario), Pablo establece la totalidad del problema – la realidad de nuestra culpabilidad (1:18-32) – la justicia del juicio de Dios (2:1-16) – el fallo de los que dependen en la ley (2:17 – 3:8) – y la conclusión que nadie es justo (3:9-20).

• Habiendo establecido el problema, Pablo regresa a su tesis de vv. 16-17. En 3:21-31 (la segunda parte de la lectura del leccionario), anota que todos hemos pecado, y que podemos ser justificados solo por la gracia gratuita de Dios (vv. 23-24). Por lo tanto, no tenemos razón para jactarnos (v. 27). Judíos y gentiles se encuentran en la misma situación – ambos justificados por fe – no por ley (vv. 29-30).

ROMANOS 1:16-17: PORQUE NO ME AVERGÜENZO DEL EVANGELIO

16Porque no me avergüenzo del evangelio (griego: euangelion – buenas noticias): porque es potencia de Dios para salud á todo aquel que cree (griego: pisteuonti – que cree); al judío primeramente y también al griego. 17Porque en él la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe.

“Porque no me avergüenzo del evangelio (euangelion – buenas noticias)” (v. 16). ¿Por qué alguien habría de pensar que Pablo se avergonzaría del evangelio? Quizá porque se dirige a cristianos que viven en Roma – una ciudad sofisticada – centro del poder mundial. Pablo solo puede ofrecer un judío que fue ejecutado como un criminal común y corriente – un mero tropiezo para aquéllos que valoran el poder y la sabiduría (1 Corintios 1:20-23). ¿Cómo puede esto ser euangelion – buenas noticias? ¿Cómo puede esta euangelion compararse con el esplendor de un emperador apoyado por legiones de soldados?

Pero el evangelio “es potencia de Dios para salud á todo aquel que cree” (v. 16). Pablo no se avergüenza del evangelio, porque conoce su poder de Dios. “Dwight L. Moody comentó que el evangelio es como un león. Lo único que el predicador tiene que hacer es abrir la jaula y quitarse del medio” (Mounce, 70). El emperador disfruta de gran poder, pero es un poder transeúnte y limitado. El poder de Dios no tiene límites – ni final. Dios tiene la vida del emperador en sus manos. El emperador sirve según el placer de Dios.

Pablo ha visto el poder el evangelio. Lo ha experimentado camino a Damasco, adonde iba a perseguir cristianos. En vez de condenar a Saúl, Jesús utilizó su poder para redimirle (Hechos 9). El poder de Jesús se manifestó en esa ocasión por la luz brillante que cegó a Saúl y la voz que bajó del cielo. Desde entonces, Pablo ha visto el poder de Dios manifestado de muchas maneras. Ha visto a gente sanada y a gente convertida. Ha sido liberado de prisión por un terremoto (Hechos 16:16-40). Ha predicado con éxito en lugares inesperados (Hechos 17:16-33). Ha sobrevivido cantidad de peligros (2 Corintios 11:23-28). Ha visto su confianza en Dios justificada ocasión tras ocasión. ¿Cómo puede estar avergonzado del evangelio?

Este evangelio es “potencia de Dios para salud (salvación) á todo aquel que cree” (v. 16). ¿Salvación de qué? ¡Salvación de todo lo que nos deshiciera! Cristo ha salvado a gente de las drogas y de otros comportamientos auto-destructivos. Cristo ha salvado a gente del odio propio y de vidas sin razón. Pero el primer énfasis de la salvación de la que Pablo habla aquí es escatológico. Cristo nos salva de la separación de Dios. Cristo nos capacita para vivir eternamente en la presencia del Padre.

“á todo aquel que cree (pisteuonti – que cree)” (v. 16). Las palabras, “todo aquel,” son difíciles de creer:

• Judíos creían que gentiles podían ser salvados, pero solo al convertirse en prosélitos – i.e., judíos practicantes. Pablo, sin embargo, dice que el evangelio tiene el poder de salvar “á todo aquel que cree,” incluyendo a gentiles.

• Nos puede sorprender el aprender que el evangelio tiene el poder de salvar a un asesino – hasta a alguien que mata repetidamente – pero es así.

“que cree” (pisteuonti). Pisteuonti está en el tiempo presente – en griego, el tiempo presente denota una actividad que continúa. Creencia en la salvación no es algo que ocurre una vez, sino algo que sigue. Sin embargo, no debemos temer que la gracia de Dios es insuficiente para perdonar la duda. Todos dudamos. Todos podemos decir, con el padre que pidió a Jesús que salvara a su hijo, “Creo, ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24).

“al judío primeramente y también al griego” (v. 16). En este contexto, “griego” significa “gentil.” El ministerio de Pablo se dirige predominantemente a gentiles, pero reconoce la prioridad del pueblo judío en el plan de Dios para la salvación. Judíos disfrutaron años de una relación especial con Dios y Pablo a menudo predica en sinagogas judías. Con la venida de Cristo, sin embargo, “No hay Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Galatos 3:28).

“Porque en él (el evangelio) la justicia de Dios se descubre de fe en fe” (v. 17). Cuando Pablo habla de “la justicia de Dios,” ¿se refiere a la justicia general de Dios o a la justicia que Dios imputa sobre aquéllos que tienen fe? Eruditos se encuentran divididos en esta cuestión, pero parece mejor decir “ambos/y” en vez de “uno/o”:

• Dios es justo. Ha mostrado ser fiel en su relación con humanos.

• Pero el evangelio (euangelion – buenas noticias) es una buena noticia, primeramente porque Dios ha elegido compartir su justicia con nosotros – ha elegido justificarnos “gratuitamente por su gracia por la redención que es en Cristo Jesús” (v. 24).

Esta justicia “se descubre de fe en fe” (v. 17). No sabríamos nada de la justicia ni de la gracia de Dios si Dios no nos las revelara. Sin embargo, ver lo que Dios revela requiere fe. Es “por medio de fe” que experimentamos justicia.

“como está escrito” (v. 17) es una frase común en ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento para presentar una cita de la escritura (Josué 8:31; 1 Reyes 2:3; 2 Crónicas 23:18; Marcos 1:2; Lucas 3:4; Juan 6:31; Hechos 15:15; Romanos 2:24; 3:4, 10; 4:17; 8:36, etcétera).

“Mas el justo vivirá por la fe” (v. 17). Pablo cita de Habacuc 2:4, donde el profeta contrasta a gente orgullosa con gente de fe. Habacuc dijo que el alma de los orgullosos “no es derecha en él,” sino “mas el justo en su fe vivirá.”

En Galatos 3:11, Pablo cita este versículo de Habacuc para decir “por la ley ninguno se justifica para con Dios,” sino “que el justo por la fe vivirá.” “A lo largo de su epístola a los romanos, Pablo insiste que históricamente la fe ha sido el medio por el cual gente pecadora se convierte en gente de Dios… Aún así, también insiste que esto es ahora posible de una nueva manera gracias a la acción de Dios en Cristo” (Craddock, 129).

ROMANOS 3:21-22a: PARA TODOS LOS QUE CREEN EN ÉL

21Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas:22aLa justicia de Dios por la fe de Jesucristo (griego: dia pisteos Iesou Christou), para todos los que creen en él.

Versículos 21-22a no se incluyen en la lectura del leccionario. No está claro por qué, pero parecería mejor incluirlos.

“Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado” (v. 21). En 2:17 – 3:18 (omitido del leccionario), Pablo anotó el fallo de los que dependen en la ley. Ni los que dependen en la ley ni los que no dependen en ella son justos – ambos son culpables (3:9-20). “Mas ahora,” dice él, sugiriendo el amanecer de un nuevo día, Pablo dice que la justicia de Dios se ha descubierto aparte de la ley – aparte de la ley en que gente había confiado por tanto tiempo – aparte de la ley que falló en hacerles justos. Para la frase, “la justicia de Dios,” véase los comentarios arriba acerca v. 17.

“Pablo quiere decir que el evangelio no es ningún pensamiento de segunda. Dios siempre había planeado salvar gente por el camino de la gracia. Lo reciente es dejar saber este hecho” (Morris, 174).

“testificada por la ley y por los profetas” (v. 21). Antes, Pablo dijo que el evangelio fue prometido por los profetas (1:2). Ahora dice que ambos la ley y los profetas (otra manera de decir “toda escritura”) señalan a la justicia de Dios.

“La justicia de Dios por la fe de Jesucristo (dia pisteos Iesou Christou), para todos los que creen en él” (v. 22). Bajo el antiguo acuerdo, gente judía pensaba que podía llegar a ser justa obedeciendo la ley – pero, en 2:17ff., Pablo dijo que esta suposición era incorrecta. Ahora, Pablo dice que la justicia de Dios queda descubierta – ha sido revelada – “por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él” (v. 22).

ROMANOS 3:22b – 26: POR CUANTO TODOS PECARON

22bPorque no hay diferencia; 23Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios;24Siendo justificados (griego: diakaioumenoi – hechos justos) gratuitamente por su gracia por la redención (griego: apolutroseos – rescate) que es en Cristo Jesús; 25Al cual Dios ha propuesto en propiciación (griego: hilasterion – propiciación) por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento á haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26Con la mira de manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

“Porque no hay diferencia; Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (vv. 22b-23). ¿Qué distinción significante hay entre la persona que guarda la ley pero comete pecado y la persona que no obedece la ley? ¡Ninguna! Ambas son culpables – ninguna de ellas puede presumir.

“están destituidos de la gloria de Dios” (v. 23). Fuimos creados para compartir la gloria de Dios. Solo imagínese la gloria del Jardín del Edén. Dios creó a Adán y Eva para vivir en el paraíso y en presencia de Dios, pero cambiaron esa gloria por un pedacito de fruta prohibida (Génesis 3). Así también Dios nos ha creado para vivir vidas bellas como sus hijos, pero también nosotros nos hemos mostrado rebeldes – también nosotros hemos perdido el derecho a la gloria a cambio de un poco de potaje – también nosotros hemos escogido el camino amplio y fácil de la destrucción en vez del camino estrecho y difícil de la vida (Mateo 7:13) – tampoco alcanzamos la gloria para la que fuimos creados – la gloria que Dios desea compartir con nosotros.

“Siendo justificados (diakaioumenoi) gratuitamente por su gracia por la redención (apolutroseos)que es en Cristo Jesús” (v. 24). Estas dos palabras, “justificados” y “redención” se acercan al tema de la gracia de Dios desde dos perspectivas diferentes:

• Ser “justificado” (diakaioumenoi) tiene que ver con ser declarado justo (como un juez que declara inocente a una persona – o, mejor aún, cuando un gobernador perdona a alguien y anula su culpabilidad de manera pública).

• “Redención” (apolutroseos) tiene que ver con ser liberado (como cuando alguien paga el rescate para liberar a un esclavo o cautivo).

Esta justificación/redención es enteramente el producto de la gracia de Dios. El lado culpable no tiene manera de ser justificado. El esclavo no tiene manera de ser liberado. El pecador no tiene manera de ser perdonado. Solo es por el regalo de la gracia de Dios que tenemos esperanza. Podemos recibir justificación/redención solo como regalo. Nunca llegaríamos a merecerlos, porque nuestros bolsillos no contienen la moneda requerida.

“en Cristo Jesús; Al cual Dios ha propuesto en propiciación (griego: hilasterion – propiciación) por la fe en su sangre” (vv. 24-25). Una mejor traducción puede ser “Cristo Jesús, que Dios ha propuesto como propiciación por su sangre” – el problema es que “propiciación” es una de esas palabras que nadie sabe. Mi diccionario la define como “algo que complace o reconcilia a un dios” – i.e. algo que apaga los fuegos de la ira de Dios.

Aquéllos que rehúsan creer que Dios es un Dios de ira tanto como un Dios de amor encuentran la idea de propiciación inaceptable, pero la Biblia está repleta de referencias a la ira de Dios (Éxodo 22:24; 32:10; Levítico 10:6; Números 1:53; 16:46; 18:5; 25:11, etcétera, etcétera, etcétera). Está claro que Dios pretendía que fuéramos mejor de lo que somos, y está descontento que no lo seamos. Sin embargo, Dios no está dispuesto a borrar la historia y comenzar de nuevo. En el Antiguo Testamento, se trataba de un sistema de sacrificio que servía de un constante recuerdo de la relación entre el pecado y la muerte. Entonces, finalmente, Dios mandó a su propio Hijo como sacrificio una vez por todas – un sacrificio “por la fe en su sangre” (v. 25) – no porque nosotros lográramos los estándares que hemos demostrado ser incapaces de cumplir.

“para manifestación de su justicia, atento á haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (v. 25). La muerte de Jesús muestra la justicia de Dios. En vez de absolver a gente sin un sacrificio, Dios proveyó el sacrificio. Por lo tanto, mantuvo una postura seria en cuanto al pecado, mientras hacía posible que gente fuera perdonada.

“Con la mira de manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (v. 26). Ahora, la acción de Dios es consistente con sus acciones en el pasado. En “su paciencia,” pasó por alto los pecados anteriores de los que vivían en fe, y ahora él justifica aquéllos que tienen fe. Pura justicia hubiera sido cruel y a pura merced le hubiera faltado integridad. Dios encontró un lugar en el medio donde puede mantener justicia mientras demuestra merced. La cruz estableció ese lugar en el medio, y la fe abre la puerta para recibir la merced creada por la cruz.

ROMANOS 3:27-28: HOMBRES JUSTIFICADOS POR FE SIN LAS OBRAS DE LA LEY

27¿Dónde pues está la jactancia? Es excluida. ¿Por cuál ley? ¿De las obras? No; mas por la ley de la fe. 28Así que, concluimos ser el hombre justificado por fe sin las obras de la ley.

Antes, Pablo pidió a judíos que respondieran por su confianza en la ley y por jactarse de su relación con Dios (2:17), preguntando, “¿Tú, que te jactas de la ley, con infracción de la ley deshonras á Dios?” (2:23). El problema no era su observación de la ley, sino sus actitudes orgullosas. Ahora Pablo dice que el jactarse está excluido – en parte porque los que recibieron la ley la guardaron de manera imperfecta – pero, fundamentalmente por ser “justificados por fe sin las obras de la ley” (v. 28). “Es el reconocimiento de que el propósito de la ley es producir fe y no obras que eliminan tal jactancia” (Dunn).

Las frases, “ley de obras” y “ley de fe” (v. 27) “no son dos maneras distintas de mirar la ley mosaica, sino dos jurisdicciones de acuerdos: uno antiguo y provisional que basaba la salvación en la imposibilidad humana de cumplir la ley, y uno nuevo y permanente que ofrece salvación basado en el cumplir de Dios por medio de la muerte de Cristo y el regalo de su Espíritu, apropiado en el lado humano por mera fe (Gagnon, 20).

“Así que, concluimos ser el hombre justificado por fe sin las obras de la ley” (v. 28 – véase también Galatos 2:16). ¿Quién puede estar ante Dios y pedir ser justificado por sus obras de la ley? Cuando examinamos los grandes íconos de historia judía – hombres como Abrahán y David – vemos hombres de gran fe – pero también vemos sus pies de barro. Todos recordamos el adulterio de David con Bath-sheba – un pecado que trató de encubrir al mandar matar a Uría en el frente (2 Samuel 11). Estamos más dispuestos a olvidarnos de Abran tratando de pasar a Sara como su hermana por temor al Faraón. Ese lapso viene poco después de la promesa de Dios a Abran, “Y haré de ti una nación grande, y bendecirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición: Y bendeciré á los que te bendijeren, y á los que te maldijeren maldeciré” (Génesis 12:2-3). ¿Cómo pudo Abran tener tal fallo tan poco después de esta promesa? Aunque el Tora aún no había sido entregado, está claro que Abran sabía que estaba actuando de manera incorrecta. Tal hombre no podría ser justificado por la “ley de obras,” sino solo por la “ley de fe” (véase Hebreos 11:8-12).

ROMANOS 3:29-31: DIOS JUSTIFICARÁ POR LA FE

29¿Es Dios solamente Dios de los Judíos? ¿No es también Dios de los Gentiles? Cierto, también de los Gentiles. 30Porque uno es Dios, el cual justificará por la fe la circuncisión, y por medio de la fe la incircuncisión. 31¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley.

“Dios es uno” (v. 29). Este lenguaje es fuerte cuando se dirige a lectores judíos. Viene del Shema, que judíos recitan dos veces al día y que ningún judío puede negar. “Oye, Israel:

Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4). Si Dios es uno, no puede haber un Dios para judíos y uno para gentiles.

Sin duda, algunos judíos dirían que gentiles son gente sin Dios. En su manera de ver, solo existe un Dios y un pueblo de Dios – Israel. Pablo, sin embargo, lo discute diciendo que el único Dios es también Dios de los gentiles (v. 29) y que él justificará a ambos los circuncidados y los no circuncidados (judío y gentil) “por medio de la fe” (v. 30).

“¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley” (v. 31). Pablo rechaza la ley de obras, pero no la ley de fe (v. 27). Reta a los que declararían a Dios como su posesión exclusiva – aquéllos que se jactarían de su estatus privilegiado – aquéllos que declararían haber logrado justicia por sus obras. Pablo afirma la continuidad de la ley de fe. Fue por fe que Abrahán y David fueron justificados, y es por fe que judíos y gentiles son justificados ahora y en el futuro.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAPHY:

Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; and Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, A (Valley Forge: Trinity Press International, 1992)

Dunn, James D. G., Word Biblical Commentary: Romanos 1-8, Vol. 38A (Dallas: Word Books, 1988)

Gagnon, Robert A.J., in Van Harn, Roger E. (ed.), The Lectionary Commentary: The Second Readings: Acts and the Epistles (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 2001)

Gaventa, Beverly R. in Brueggemann, Walter; Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV — Year A (Louisville: Westminster John Knox Press, 1995)

Jewett, Robert, in Van Harn, Roger E. (ed.), The Lectionary Commentary: The Second Readings: Acts and the Epistles (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 2001)

Morris, Leon, The Epistle to the Romanos (Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdman’s Publishing Co, 1988)

Mounce, Robert H., The New American Commentary: Romanos, (Broadman & Holman Publishers, 1995)

www.sermonwriter.com

www.lectionary.org

Copyright 2005, Richard Niell Donovan