PASAJE BÍBLICO

Romanos 6:1-11

RECURSOS PARA PREDICAR

Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller


EXÉGESIS:

ROMANOS 6:1-4: ¿PERSEVERAREMOS EN PECADO PARA QUE LA GRACIA CREZCA?

1¿Pues qué diremos? Perseveraremos en pecado para que la gracia crezca? 2En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él á muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.

“¿Pues qué diremos? Perseveraremos en pecado para que la gracia crezca?” (v. 1). Pablo ha establecido nuestra culpabilidad (1:18ff), la futilidad de depender en la ley (2:17ff.), y la esperanza que hallamos en la gracia de Dios, la que obtenemos por medio de nuestra fe (3:21 – 5:21). Ahora, acaba de decir, “¿mas cuando el pecado creció, sobrepujó la gracia” (5:20).

Ahora intenta clarificar lo que podría ser un grave mal entendimiento. Si nuestra esperanza se basa en la gracia de Dios, que abunda aún más que nuestro pecado, ¿cuenta para algo nuestra conducta? Si la gracia de Dios limpia todos nuestros pecados, ¿importa si pecamos poco o mucho? ¿Es posible que hasta le hagamos a Dios un servicio al pecar? ¿Debemos pecar para que Dios pueda manifestar la profundidad y extensión de su gracia?

La manera en que Pablo trata este tema es haciendo una pregunta retórica – un método que utiliza a menudo en esta epístola (2:21; 3:1, 8-9; 4:1, etcétera). “¿Debemos continuar en pecado?” Es probable que le hayan hecho esta pregunta directamente – o, por lo menos, que se haya encontrado con esta actitud.

Aunque parece preocupante que alguien malinterprete la vida cristiana de tal manera, “siempre es una buena señal cuando aparecen estas objeciones – particularmente cuando gente se ofende – porque significa que el evangelio verdaderamente ha sido proclamado. El corazón, como observó Luther, es de naturaleza legalista. No puede tolerar el hecho de que la gracia sea gratuita” (Hunsinger, 51).

“En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (v. 2). La respuesta de Pablo para esta pregunta retórica continúa a lo largo de capítulo 6, pero comienza con este fuerte rechazo – “¡En ninguna manera!” Entonces, Pablo procede a la fundación teológica de este argumento, que se basa en nuestra nueva identidad. Como cristianos, ya no vivimos bajo el dominio del pecado, sino que nos hemos mudado al reino de Dios. “Previamente estábamos muertosen pecado (Efesios 2:1); ahora estamos muertos al pecado” (Morris, 245 – itálico añadido).

Morimos al pecado, entonces, ¿cómo podemos continuar viviendo en él? Es como preguntarle a un preso que acaba de salir de la cárcel por qué querría seguir viviendo en una celda – o como preguntarle a un esclavo liberado por qué querría seguir trabajando bajo un amo abusivo – o preguntarle a uno que gana la lotería por qué querría seguir viviendo en una chabola. Una vez que una persona ha sido liberada de una situación infeliz, no tiene ningún sentido que permanezca bajo esas condiciones. Hemos sido liberados del pecado – hemos “muerto al pecado” – por lo tanto, no tiene sentido que continuemos viviendo en él.

“¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte?” (v. 3). “Claro que la palabra clave aquí es ‘en’: bautizado en el Mesías, y también bautizado en su muerte. Como el Rey David en las escrituras, se puede pensar del Mesías como uno ‘en quien’ se encontraban aquéllos que le pertenecían. ‘Tenemos en el rey diez partes’ decía el pueblo de Israel, ‘y en el mismo David más que vosotros’ (2 Samuel 19:43)” (Wright, 537).

En v. 2 Pablo dice que somos “muertos al pecado.” Ahora, liga esta extraña expresión con el bautizo. Pablo sugiere que el bautizo tiene poder de trascender un mero simbolismo, y que incluye más que una limpieza de pecado. El bautizo en la época de Pablo se hacía seguramente sumergiendo de creyentes ya adultos (Craddock, 335; Barclay, 83-84; Morris, 246; Wright, 538; Hunsinger, 52; Harrington, 51). Cuando somos sumergidos en agua bautismal, esto nos une a Cristo en su muerte y entierro (v. 5). El pecado ya no tiene fuerza sobre una persona muerta – las tentaciones de siempre ya no aplican – por eso, no tiene sentido que le demos al pecado dominio sobre nosotros después de morir con Cristo y de ser liberados del pecado.

“Porque somos sepultados juntamente con él á muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida” (v. 4). Si era una buena noticia que fuéramos sepultados con Cristo (y hay un sentido de liberación asociado con la muerte y el entierro), es aún mejor noticia el hecho que también hemos resucitado de la muerte con Cristo (v. 5).

Antes, Pablo dijo que Jesús “fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación” (4:25). Ahora nos dice que, en nuestro bautizo, compartimos la muerte y resurrección de Jesús – que nosotros, de manera personal, experimentamos la muerte y resurrección. Hay una diferencia, claro. Jesús murió y resucitó físicamente, pero nuestra muerte y resurrección no son físicas. Sin embargo, por la gracia de Dios logramos el beneficio liberador de la muerte y resurrección – logramos ser libres de pecado.

Nuestra liberación del pecado, sin embargo, es menos que completa. Aún caemos bajo tentación y aún pecamos, pero nos hemos hecho nuevas criaturas para que “andemos en novedad de vida” (v. 4). Ése es el propósito de nuestra muerte y resurrección – que “andemos en novedad de vida” – que nos podamos convertir en gente santa, digna de vivir en el reino de Dios. Esta “novedad” comenzó con nuestro bautizo, pero el proceso de renovación continúa a lo largo de la vida y solo se puede realizar por completo con la resurrección general al final del tiempo. No obstante, el hecho de que hemos comenzado esta “novedad” con nuestro bautizo y que tenemos la intención de movernos hacia una “novedad” aún más completa, hace inconcebible que queramos “perseverar en pecado” (v. 1) – que voluntariamente concedamos al pecado dominio sobre nuestras vidas – que vivamos con un tranquilo desinterés de la voluntad de Dios.

ROMANOS 6:5-7: SI FUIMOS PLANTADOS JUNTAMENTE EN ÉL EN SU MUERTE

5Porque si fuimos plantados juntamente (griego: sumphutoi – criados juntos) en él á la semejanza de su muerte (griego: to homoiomati tou thanatou autou – en la semejanza de su muerte), así también lo seremos á la de su resurrección: 6Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre (griego: ho palaios hemon anthropos) juntamente fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, á fin de que no sirvamos más al pecado. 7Porque el que es muerto, justificado es del pecado.

“Porque si fuimos plantados juntamente en él (en la semejanza de su muerte)” (v. 5). Pablo da por hecho que la condición que resulta de la cláusula “si” ha sido realizada – que nosotros ya estamos unidos con Cristo en la semejanza de su muerte.

“así también lo seremos (futuro) á la de su resurrección” (v. 5). En v. 4, Pablo sugiere que vivimos la “novedad de vida” asociada con la resurrección de Cristo aquí y ahora. Ya que el tema con el que Pablo lucha en estos versículos se trata del comportamiento cristiano apropiado, parece lógico que aquí y ahora haya un impacto de la resurrección (la de Cristo y la nuestra) en nuestro comportamiento diario. Sin embargo, en v. 5 el verbo está en el futuro – así “seremos á la de su resurrección.” Al juntar estos dos versículos, parece claro que ya estamos experimentando la “novedad de vida” como resultado de nuestra unión con Cristo en su muerte y resurrección, pero que también debemos esperar nuestra propia resurrección en el futuro.

“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre (griego: ho palaios hemon anthropos – nuestro viejo hombre) juntamente fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, á fin de que no sirvamos más al pecado” (v. 6). En capítulo 5, Pablo contrastó Adán con Cristo (5:12-21), refiriéndose a los dos hombres como “un hombre.” Nos dice que el pecado y la muerte vinieron al mundo por un hombre, refiriéndose a Adán (5:12) – pero el don gratuito de la gracia también vino al mundo por un hombre, Jesús (5:15). Mientras que Pablo no dice que Adán es el viejo hombre y que Cristo es el nuevo hombre en v. 6, “Está claro que ‘nuestro viejo hombre’ y el ‘cuerpo del pecado’ ambos se refieren a la humanidad en solidaridad con Adán, que pertenecemos a la vieja era, la era dominada por la fuerza del pecado” (Dunn). “En el bautizo, la persona entera deja el mundo de Adán por medio de la muerte, para seguir hacia un último viaje de una sola dirección” (Wright, 539).

ROMANOS 6:8-11: Y SI MORIMOS CON CRISTO

8Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él. 10Porque el haber muerto, al pecado murió una vez; mas el vivir, á Dios vive. 11Así también vosotros, pensad(griego: logizesthe – considerar o contar) que de cierto estáis muertos al pecado, mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro.

“Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él” (v. 8). En el Evangelio de Juan, Jesús le dijo a Nicodemo, “el que no naciere otra vez (griego: anoten), no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Anothen puede significar “de lo alto” o “de nuevo,” y está claro que en ese contexto significa ambos. De ese versículo es de donde viene nuestra frase de cristianos “nacidos de nuevo,” una frase acompañada de connotaciones negativas para mucha gente hoy a causa del pensamiento fundamentalista de los que a menudo se identifican como cristianos “nacidos de nuevo.” Debemos tener cuidado, sin embargo, de no echar al bebé con el agua del baño, porque Jesús dijo “el que no naciere anothen, no puede ver el reino de Dios.” Obviamente pretende que todos sus discípulos “nazcan anothen – que nazcan de nuevo y de lo alto.

En Romanos 6:8, Pablo nos dice como ocurre esto. En el bautizo, morimos con Cristo – nuestra vieja persona muere, para que podamos vivir la vida de resurrección con Cristo. “Morimos (tiempo aoristo) para que también viviremos (tiempo futuro) con él.” Vivimos a medias y en el medio – habiendo muerto y resucitado con Cristo en el bautizo, pero esperando la plena experiencia de la vida en la resurrección cuando llegue la resurrección general.

“Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él” (v. 9). La resurrección de Jesús no fue como la de la hija de Jairo (Marcos 5:21-24; 35-43), ni la del hijo de la viuda (Lucas 7:11-17), ni la de Lázaro (Juan 11:1-44). Esas personas fueron resucitadas con cuerpos ordinarios que morirían de nuevo. Jesús fue resucitado con un cuerpo que exhibía ciertas características físicas normales. Fue posible que Tomás le tocara y examinara sus heridas (Juan 20:27). Fue posible que desayunara (Juan 21:9-14), y que partiera el pan con los discípulos (Lucas 24:30).

Pero también le fue posible pasar a través de una puerta cerrada (Juan 20:19) y desaparecer de la vista (Lucas 24:31) y ascender al cielo (Lucas 24:51; Hechos 1:6-11). Hemos de concluir que el cuerpo resucitado de Jesús era como los nuestros en ciertas maneras pero no en otras. Pablo nos asegura que, no como otros que fueron resucitados de la muerte, Jesús “ya no muere” (v. 9). “La muerte no se enseñoreará más de él” (v. 9), porque su resurrección venció sobre la muerte.

“Así también vosotros, pensad (logizesthe) que de cierto estáis muertos al pecado, mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 11). Esta palabra, logizesthe, es término de contador. Aunque aún estamos dispuestos a las fragilidades humanas, Dios ha hecho una nota en los libros eternos que nos rinde “muertos al pecado, mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 11). Según nuestra fragilidad humana, a veces es difícil aceptar que somos, efectivamente, “muertos al pecado, mas vivos á Dios,” pero Pablo nos clama siempre mantener esa realidad frente nosotros – aceptar que Dios nos ha rendido, efectivamente, “muertos al pecado, más vivos a Dios.”

Es la obra de Dios, no la nuestra, que nos rinde “muertos al pecado, más vivos a Dios.” Si fuera nuestra obra, la podríamos aceptar más fácilmente – podríamos estar orgullosos de nuestros logros – pero no puede ser nuestra obra. No tenemos dentro lo que solo Cristo puede cumplir por nosotros. Por lo tanto, hasta cierto punto se convierte en una obra de voluntad para que nosotros logizesthe (consideremos o contemos) que somos “muertos al pecado, más vivos a Dios en Cristo Jesús.” Pablo clama que hagamos eso mismo – aceptar que Dios ha “manipulado los libros” en nuestro favor – aceptar la realidad en que nos encontramos ahora, por la gracia de Dios, “muertos al pecado, más vivos a Dios en Cristo Jesús Señor nuestro.”

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAPHY:

Barclay, William, The Daily Study Bible: The Letter to the Romanos (Edinburgh: The Saint Andrew Press, 1975)

Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; and Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, A (Valley Forge: Trinity Press International, 1992)

Dunn, James D. G., Word Biblical Commentary: Romanos 1-8, Vol. 38A (Dallas: Word Books, 1988)

Gaventa, Beverly R. in Brueggemann, Walter; Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV — Year A (Louisville: Westminster John Knox Press, 1995)

Hunsinger, George, in Van Harn, Roger E. (ed.), The Lectionary Commentary: The Second Readings: Acts and the Epistles (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 2001)

Morris, Leon, The Epistle to the Romanos (Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdman’s Publishing Co, 1988)

Wright, N. Thomas, The New Interpreter’s Bible: Acts, Romanos, 1 Corinthians, Vol. X (Nashville: Abingdon Press, 2002)

www.sermonwriter.com

www.lectionary.org

Copyright 2007, Richard Niell Donovan