PASAJE BÍBLICO

Génesis 9:8-17

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

GÉNESIS 3-9: EL CONTEXTO

El contexto de esta historia empieza en Génesis 3, donde se presenta el pecado a través de la Caída. Capítulo 4 continúa con esta la historia oscura al contar de la muerte de Abel en manos de su hermano Caín. Capítulo 5 prepara el camino para la historia de Noé, delineando su genealogía. Capítulo 6 habla del mal de la gente del mundo y la decisión de Dios: “Raeré los hombres que he criado de sobre la faz de la tierra” (6:7) – pero también habla de Noé, que complació a Dios. Capítulo 7 relata el Gran Diluvio, y capítulo 8 relata la disminución de las aguas y la promesa de Dios, “No tornaré más á maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud: ni volveré más á destruir todo viviente, como he hecho” (8:21). Capítulo 9 empieza con la bendición de Dios sobre Noé y sus hijos: “Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento” (9:3). Entonces, Dios dice, “fructificad, y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella” (9:7) – así, efectivamente, reanudando la comunidad humana previamente empezada con Adán y Eva.

Génesis 9:1-7 establece dos restricciones sobre la gente. La primera, “carne con su vida, que es su sangre, no comeréis” (v. 4). La segunda prohíbe quitar vida humana (v. 6). Si estas dos prohibiciones aparecieran a continuación del pacto (9:8-17), podrían ser entendidas como condiciones del pacto. Es decir, si los humanos violaran cualquiera de estas dos prohibiciones, Dios ya no quedaría obligado a guardar su promesa de no destruir toda carne (v. 15). Sin embargo, las prohibiciones preceden al pacto. Por lo tanto, el pacto sigue siendo incondicional – no depende de la respuesta de la gente.

GÉNESIS 9:8-11. HE AQUÍ QUE YO ESTABLEZCO MI PACTO CON VOSOTROS

8Y habló Dios á Noé y á sus hijos con él, diciendo: 9Yo, he aquí que yo establezco mi pacto (hebreo: berit)con vosotros, y con vuestra simiente después de vosotros; 10Y con toda alma viviente que está con vosotros, de aves, de animales, y de toda bestia de la tierra que está con vosotros; desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. 11Estableceré mi pacto con vosotros, y no fenecerá ya más toda carne con aguas de diluvio; ni habrá más diluvio para destruir la tierra.

Pueblos primitivos a menudo piensan de Dios como una amenaza a la que hay que complacer, en lugar de ser una fuerza benevolente. “Pero aquí está la fe hebrea que el Dios creador también es el Dios que sustenta” (Bowie, 550).

“Yo, he aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestra simiente después de vosotros” (v. 9). Cuando pensamos de un pacto, generalmente pensamos de “un acuerdo entre dos que designa derechos y responsabilidades mutuas” (Myers, 240). La mayor parte de pactos de este tipo ocurren entre gente que llega a algún arreglo en beneficio de los dos lados. Ambos pagan un precio – ambos benefician – y ambos anticipan penalidades si no cumplen con los términos del pacto. La palabra pacto se utiliza a menudo en el Antiguo Testamento para describir acuerdos de este tipo entre personas.

No obstante, pactos entre Dios y gente adoptan un carácter diferente, ya que personas no pueden negociar con Dios como iguales. Entonces, Dios típicamente inicia los pactos, dicta sus términos, describe sus beneficios, y puede que requiera o no requiera una respuesta particular de la persona con quien hace el pacto.

“Yo, he aquí que yo establezco mi pacto” (v. 9). El lenguaje es enfático – Dios es el que inicia este pacto. En este pacto, Dios se compromete a no destruir toda vida con aguas de diluvio, y no requiere ninguna respuesta en particular de Noé y su familia. Dios no dice, “Prometo no destruir toda vida SI haces esto y lo otro.” Dios simplemente dice, “Estableceré mi pacto con vosotros, y no fenecerá ya más toda carne con aguas de diluvio; ni habrá más diluvio para destruir la tierra” (v. 11) – punto final – no hay un “si” ni un “pero” – no requiere respuesta de Noé.

Los pactos de Dios no siempre son incondicionales. A veces Dios sí requiere una respuesta. Más adelante, Dios le dirá a Abram “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, á la tierra que te mostraré; Y haré de ti una nación grande, y bendecirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición: Y bendeciré á los que te bendijeren, y á los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (12:1-3). Aunque la palabra pacto no aparece en este pasaje, el acuerdo tiene características de un pacto de Dios – iniciado por Dios – con términos dictados por Dios – con beneficios provistos por Dios – y con una respuesta requerida de Abram (“Vete de tu tierra… á la tierra que te mostraré”).

El hecho que Dios no requiera respuesta de Noé y su familia puede ser, en parte, porque ya han cumplido con los términos del pacto anterior (6:18) en el que Dios anunció que destruiría toda vida (6:17), pero donde mandó a Noé entrar al arca con su familia y con representación “de todo lo que vive” (6:18-19). Dios presentó los términos del primer pacto (6:18), que son bastante diferentes a los de este segundo pacto (9:9).

• En el primer pacto, Dios no le especificó a Noé un beneficio (aunque si estaba implicado el beneficio de que Noé sobreviviría el diluvio si entrara al arca) – pero Dios sí especificó una respuesta (entrar al arca).

• En el segundo, Dios sí especifica un beneficio (ya no destruirá toda vida con aguas de diluvio), pero no requiere respuesta.

De nuevo, la razón por esta diferencia puede ser que Noé cumplió con los términos del pacto original. Por eso, este segundo pacto podría ser recompensa por su obediencia.

“con vosotros, y con vuestra simiente después de vosotros” (v. 9). Dios establece este pacto, no solo con Noé y su familia inmediata, sino también con los descendientes de Noé – es decir, con toda la raza humana – “independientemente de la comunidad de fe” (Fretheim, 401). No es solo Israel la que disfruta esta garantía, sino también los enemigos de Israel.

“Y con toda alma viviente que está con vosotros, de aves, de animales, y de toda bestia de la tierra que está con vosotros; desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra” (v. 10). El pacto no es solo entre Dios y el ser humano, sino también entre Dios y el reino animal. “Dios entra en un pacto eterno con cocodrilos tanto como con seres humanos, y les garantiza su lugar en el orden providencial” (Towner, 96). “El hecho que este pacto se extienda a los animales muestra con certeza que la validez de este pacto no depende en la aceptación de quien recibe la promesa. Animales no pueden aceptar un pacto” (Hamilton, 316).

“Estableceré mi pacto con vosotros, y no fenecerá ya más toda carne con aguas de diluvio; ni habrá más diluvio para destruir la tierra” (v. 11). Anote el doble negativo (no fenecerá, ni habrá) – utilizado para enfatizar. Dios no se deja lugar para reevaluar este pacto cuando humanos desciendan de nuevo en un abismo moral.

Pero también anote la limitación de este pacto. Dios no promete nunca jamás fenecer toda carne ni nunca jamás destruir la tierra, en vez, solo promete no hacerlo por medio de un diluvio. No obstante, inmediatamente después del diluvio Dios hizo una promesa mucho más amplia: “No tornaré más á maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud: ni volveré más á destruir todo viviente, como he hecho” (8:21 – véase también Isaías 54:9-10) – entonces, parecería que la intención de Dios en v. 11 es asegurarnos de que nunca jamás destruirá vida por cualquier método.

GÉNESIS 9:12-17. ESTA SERÁ LA SEÑAL DEL PACTO

12Y dijo Dios: Esta será la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y toda alma viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: 13Mi arco (hebreo: qeset) pondré en las nubes, el cual será por señal de convenio entre mí y la tierra. 14Y será que cuando haré venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. 15Y acordarme he del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y toda alma viviente de toda carne; y no serán más las aguas por diluvio para destruir toda carne. 16Y estará el arco en las nubes, y verlo he para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. 17Dijo, pues, Dios á Noé: Esta será la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra.

Wenham anota que Dios se refiere a los beneficiarios de este pacto en cinco maneras: “entre mí y vosotros y toda alma viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos” (v. 12) – “entre mí y la tierra” (v. 13) – “entre mí y vosotros y toda alma viviente de toda carne” (v. 15) – “entre Dios y toda alma viviente, con toda carne que hay sobre la tierra” (v. 16) – “entre mí y toda carne que está sobre la tierra” (v. 17). Estas repeticiones “sirven para enfatizar el mensaje, como campañas cuyo sonido reverbera hacia el futuro” (Wenham, 195).

“Esta será la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y toda alma viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos” (v. 12). Igual que Dios inicia pactos y dicta sus términos, Dios también establece la señal que sirve para ratificar el pacto y por la cual el pacto ha de ser recordado.

Más adelante, Dios dirá, “Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros” (17:11). En ese caso, parece que la señal sirve para recordarles el pacto a Abraham y a sus descendientes.

Aún más adelante, Dios les dará a los israelitas otra señal al mandarles marcar sus casas con la sangre de un cordero, diciendo: “Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre, y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad, cuando heriré la tierra de Egipto” (Éxodo 12:13). En ese caso, la señal será “para vosotros,” los israelitas – pero también será para Dios, que buscará la señal para pasar de largo las casas donde la encuentre.

Aún más adelante, Dios dirá, “Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel: celebrándolo por sus edades por pacto perpetuo: Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó, y reposó” (Éxodo 31:16-17). Esto también parece intencionado como recordatorio para el pueblo de Israel y no para Dios.

“Mi arco (qeset) pondré en las nubes, el cual será por señal de convenio entre mí y la tierra” (v. 13). El hebreo qeset puede ser arco tanto como arco iris, que algunos eruditas interpretan como el tipo de arco que tira flechas. Anotan que el dios babilónico, Marduk, “suspendió su arco en los cielos después de vencer a Tiamat, la diosa de las aguas profundas. La Biblia ha retenido algunos aspectos de leyendas como ésa… Pero el Tora establece la creencia que Dios es la causa de todo evento natural y que las manifestaciones de la naturaleza tienen portento divino… Este texto ve el arco de las dos maneras, como señal del regir de Dios sobre el orden natural y como una firma permanente de la promesa de Dios” (Plaut, 74).

“Y acordarme he del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y toda alma viviente de toda carne; y no serán más las aguas por diluvio para destruir toda carne” (v. 15). Cuando vemos un arco iris, solemos recordar esta historia y confortarnos en la promesa de Dios de no volver a destruir toda carne con aguas de diluvio. Sin embargo, Dios dice que ha puesto su arco en las nubes para “acordarme del pacto mío” (v. 15). El arco iris sirve para recordarnos del pacto, pero aún más importante, sirve para recordarle a Dios de su promesa.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

Baker, Warren and Carpenter, Eugene, The Complete WordStudy Dictionary: Old Testament(Chattanooga: AMG Publishers, 2003)

Bowie, Walter Russell and Simpson, Cuthbert A., The Interpreter’s Bible, Vol. 1 (Nashville: Abingdon Press, 1952)

Fretheim, Terence E., “The Book of Genesis,” The New Interpreter’s Bible, Volume 1: General Old Testament Articles, Genesis, Exodus, Leviticus (Nashville: Abingdon Press, 1994.

Hamilton, Victor P., The New International Commentary on the Old Testament: The Book of Genesis, Chapters 1-17 (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1990)

Mathews, Kenneth A., The New American Commentary: Volume 1a – Genesis 1-11:26 (Nashville: Broadman & Holman Publishers, 1996)

Myers, Allen C. (ed.), The Eerdmans Bible Dictionary (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1987)

Plaut, W. Gunther, The Torah: A Modern Commentary (Revised Edition) (New York: Union for Reform Judaism, 2005)

Roop, Eugene F., Believers Church Bible Commentaries: Genesis (Scottdale, PA: Herald Press, 1987)

Towner, W. Sibley, Westminster Bible Companion: Genesis (Louisville: Westminster John Knox Press, 2001)

Von Rad, Gerhard, The Old Testament Library: Genesis, (Philadelphia: The Westminster Press, 1972)

Wenham, Gordon J., Word Biblical Commentary: Genesis 1-15 (Dallas: Word Books, 1987)

Copyright 2008, Richard Niell Donovan