PASAJE BÍBLICO

Génesis 1:1 – 2:4a

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

EXÉGESIS:

INTRODUCCIÓN AL PENTATEUCH Y GÉNESIS

La palabra Pentateuco se deriva de las palabras griegas penta (cinco) y teuchos (pergamino), y se refiere a que la sección de Génesis a Deuteronomio constituye los primeros cinco libros (pergaminos) de la Biblia. Estos libros también se conocen como el Tora, la palabra hebrea para ley.

El artículo que acompaña trata las dos teorías principales referente al autor del Pentateuco:

La primera teoría es que Moisés lo escribió. Esto se ve en la frase, “libro de Moisés,” que aparece cuatro veces en el Antiguo Testamento (2 Crónicas 25:4; 35:12; Ezra 6:18; Nehemías 12:26), varias veces en el Apócrifa, y una vez de los labios de Jesús (Marcos 12:26).

La segunda teoría es que el Pentateuco fue creado a través de tradición oral (historias trasmitidas por palabra hablada) hasta ser escritas por varios autores y editadas por redactores que las unieron en uno. En inglés, los redactores principales se conocen como:

J (Yawist – la J viene del alemán Jahwist)
E (Elohist)
D (Deuteronomist)
P (Priestly). El artículo citado arriba describe éstos en más detalle.

Hoy, eruditos suelen concordar en que Génesis es la obra combinada de J (Yahwist) y P (Priestly), y que Génesis 1:1 – 2:4a es la obra de P, que data a los tiempos del Exilio Babilónico (Siglo 6º a.C.), y fue escrito para contradecir mitología babilónica y traer esperanza a una Israel cautiva en una época de desesperación. El relato de Génesis estableció que Dios es el único creador – que la palabra poderosa de Dios creó todo lo que es – y que los humanos están en el ápice de todo lo que Dios creó. Nuestra respuesta apropiada es obedecer el mandamiento de Dios, “Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (1:28).

Claus Westermann sugirió que Génesis 1:11 está compuesto principalmente de narraciones y listas. “Las narraciones incluyen desobediencia y desastres en la familia humana… Las listas son diferentes. Tejidas entre narraciones de desastre, las listas marcan el ritmo y la fluidez de la bendición de Dios que no puede ser destruida por desobediencia humana… Génesis 1:1 – 2:3…parece más una lista que una narración… Pero este relato va más allá de una simple lista ya que utiliza el lenguaje de alabanza que aparece en los himnos, parecido al que aparece en Salmo 104… Isaías 40-55. Este Salmo habla directamente del desastre del Exilio Babilónico, y utiliza el mismo lenguaje hímnico de creación para anunciar la intervención de Dios a favor de esa comunidad (cf., por ejemplo, Isaías 40:17-20)” (Roop, 33-34).

Estos relatos de creación no pretenden ser un relato científico ni periodístico, en vez, son reflexiones teológicas de gente de fe, cuya intención es informar y fortalecer la gente de fe.

Los judíos titularon cada libro de las Escrituras Hebreas según la primera palabra de cada libro. El título hebreo de Génesis es Beresit, que significa, “En el principio.”

GÉNESIS 1:1 – 2:4a: LA HISTORIA DE LA CREACIÓN

Eruditos generalmente concuerdan que la historia de creación en Génesis se puede dividir en dos relatos procedentes de dos fuentes. El primer relato es Génesis 1:1 – 2:4a (o 2:3 – eruditos desacuerdan si 2:4a pertenece al primer relato o al segundo) y fue escrito por P. El segundo relato es Génesis 2:4b – 3:24, y fue escrito por E.

La historia de creación “se presenta en forma de un poema en prosa. Está escrita en frases tersas y controladas con repeticiones rítmicas, el lento ascenso del drama cósmico que culmina en la creación de la humanidad y la posdata serena que describe la santificación del séptimo día. En lenguaje esparcido y austero, habla de Dios, del mundo, y del ser humano en relación uno con otro y revela la dependencia básica e inalterable que el mundo tiene en la presencia de Dios. Relata, con la certidumbre de la fe, la fundación de la vida, y es bajo el amparo de esta fe que se debe leer y comprender” (Plaut, 17).

Los seis días de creación forman dos grupos de tres, y los pares formados por los días respectivos de ambos grupos corresponden:

Día 1: Luz (1:3-5) Día 4: Luces (1:14-19)

Día 2: Expansión (1:6-8) Día 5: Peces/pájaros (1:20-23)

Día 3: Tierra/mares/vegetación (1:9-13) Día 6: Animales/personas (1:24-31)

Días 1 y 4: La correspondencia entre Luz y Luces es obvia, pero también algo confusa. Conocemos las luces del día cuatro que proveen iluminación, pero nos quedamos pensando cómo Dios proveyó la Luz el Día 1. Sin embargo, si Dios creó el sol y la luna el día 4, seguro que pudo proveer iluminación de otra manera en Días 1-3.

Días 2 y 5: El día 2, Dios creó la expansión para separar “las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión.” Esto creó el hábitat para las criaturas del mar y del cielo que Dios creó el Día 5.

Días 3 y 6: El día 3, Dios juntó las aguas para que apareciera la tierra – separó la Tierra de los Mares. Esto creó el hábitat para los animales de la tierra y para la gente que Dios crearía el Día 6. También, el Día 3 Dios creó vegetación, y el Día 6, autorizó el uso de la vegetación para alimentar a la gente y los animales. No será hasta Génesis 9:3 que Dios autorizará al hombre para utilizar animales como alimentación.

Hubo entonces ocho obras en los seis días de creación. Días 3 y 6 tienen cada uno dos obras de creación, la separación de Tierra/Mar y la vegetación del Día 3 y los animales y la gente para Día 6.

Claro que la palabra “día” no puede tener un significado normal hasta que el sol y la luna sean creados el cuarto día (v. 14). Aquí debemos permitir licencia poética, y también a lo largo del relato de creación. Debemos recordar que el propósito del autor no es transmitir datos científicos, sino comunicarles a los israelitas exiliados que Dios es la fuerza creativa detrás del universo – y alentarles al decirles que, a pesar de sus circunstancias presentes, están en manos de un Dios amoroso y todo poderoso que les redimirá. También debemos recordar que, para Dios, mil días son como la vigilia de una noche (Salmo 90:4).

La creación para cada día sigue un modelo similar, pero con suficientes variaciones para mantenernos interesados:

  • “Dijo Dios” – Dios es el creador y la palabra de Dios es la fuerza creadora
  • “Sea” – Dios manda la creación
  • “y fue” – El mandamiento de Dios es cumplido
  • “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” – Dios evalúa la creación
  • “El nombre” – Dios nombra la creación
  • “Y fue la tarde y la mañana el día cuarto”

Los Días 1, 3, 4, y 5, Dios pronuncia la creación “buena” (1:4, 10, 12, 18, 21, 25). El Día dos no hace tal proclamación – quizá porque el trabajo del Día 2 (la separación de las aguas debajo y sobre la expansión) no concluirá hasta el Día 3 (con el juntar de las aguas). El Día 6, después de crear a los humanos, “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (v. 31) – supuestamente, el comentario de Dios sobre la creación en general y particularmente sobre la creación humana.

Días 5, 6, y 7 cada uno incluye una bendición – de los pájaros y la vida marina (v. 22) – de los humanos (v. 28) – y del séptimo día (2:3). Días 5 y 6 fueron los días que Dios pobló la tierra con seres vivientes de varios tipos. Día 7, claro, fue el día que Dios descansó.

GÉNESIS 1:1-2: EN EL PRINCIPIO

1EN el principio crió Dios los cielos y la tierra. 2Y la tierra estaba desordenada (hebreo: to∙hu) y vacía(hebreo: wa∙bo∙hu), y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios (hebreo: weruah elo·him – viento/espíritu/aliento de Dios) se movía sobre la haz de las aguas.

El hebreo original de versículo 1 es ambiguo y da paso a varias traducciones:

• La NIV traduce versículo 1 como una oración independiente – “En el principio crió Dios los cielos y la tierra.” Versículo 2 describe el desorden de la naturaleza en el primer paso de la creación – “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas.” Estas palabras sugieren que Dios creó los cielos y la tierra de la nada (a menudo expresado como ex nihilo – latin para “de nada”).

• Pero la NRSV traduce versículo 1 como una cláusula dependiente que apoya versículo 2 – “En el principio crió Dios los cielos y la tierra” (v. 1), “la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas” (v. 2). Anote que en el primer versículo dice “la tierra estaba desordenada y vacía.” Esto sugiere que la tierra ya existía antes de la creación, y que la creación fue cuestión de organizar el caos ya existente – hacer algo bello de algo no tan bello. Estas palabras sugieren que Dios no creó los cielos y la tierra de la nada (ex nihilo) sino que creó algo bueno de algo no tan bueno.

Se pueden defender ambas traducciones, y eruditos difieren en esta cuestión:

• Von Red apoya fuertemente versículo 1 como una oración independiente (como en la NIV, donde Dios crea de la nada). Dice, “Sintácticamente, quizá ambas traducciones sean posibles, pero no teológicamente” (Von Rad, 48).

• Brueggemann anota que cualquiera de las dos traducciones es posible y dice, “La misma ambigüedad de la creación de la nada y de la creación del caos provee la posibilidad de una profunda explicación. No tenemos que escoger entre ellas, como no lo hace el texto” (Brueggemann, 29).

• Roop anota que cualquiera de las dos traducciones es posible y que la ambigüedad nos da libertad “para enfocarnos en la afirmación central del texto, Dios creando un mundo en el que haya vida” (Roop, 25).

• Wenham comprende versículo 1 como una oración independiente, como en la NIV, que Dios creó la tierra ex nihilo – de nada (Wenham, 11).

• Gene Tucker toma el otro lado diciendo, “El segundo versículo describe lo que ‘existía’ antes de la creación… Consecuentemente, desde el punto de vista del Antiguo Testamento, la creación no fue ex nihilo, sino del caos” (en Craddock, et. al., 301).

Los antepasados de la temprana iglesia también se encontraban divididos:

• Agustín dijo, “La Escritura llamó el cielo y la tierra un lugar vacío y desordenado, que después fue convertido en una naturaleza ordenada y bella a través de la inefable orden de Dios” (Louth, 1). Es decir, que Dios organizó el caos en vez de crear de la nada.

• Nemesio de Emesa dijo que Dios “hizo ser todas las cosas de la nada” (Louth, 2).

• Basil el Grande dijo, “Parece que aún antes de este mundo un orden de cosas ya existía que solo podemos imaginar pero del cual no podemos decir nada” (Louth, 2). Es decir, Dios organizó el caos en vez de crear de la nada.

• En lugar de defender una interpretación u otra, Chrysostom aconsejó precaución: “Que aceptemos lo dicho con gratitud, sin ir más allá del límite apropiado o preocupándonos de cuestiones más allá de lo nuestro” (Louth, 3).

Varias escrituras sugieren que Dios creó ex nihilo (Génesis 1:1-3; Éxodo 20:11; Salmo 104:24; Jeremías 10:12; Juan 1:2-3; Colosos 1:16; Hebreos 1:2; 11:3) (Towner, 18). Una es explícita: “Porque así dijo Jehová, que crió los cielos, él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso (la compuso; no creó un caos, la hizo para ser habitada)” (Isaías, 45:18).

“En el principio” (v. 1). La frase, “en el principio,” “anticipa el ‘fin’ del universo y la historia humana” (Mathews, 126). Este comentario nos recuerda que la Biblia habla del fin del tiempo tanto como su comienzo – y que el Nuevo Testamento cierra con el Libro de Apocalipsis, que se concentra en escatología (las últimas cosas) tanto como el Antiguo Testamento abre con el Libro de Génesis, que se concentra en la creación (las primeras cosas).

“En el principio” no puede significar el principio absoluto, porque Dios es eterno y no tiene principio. “En el principio,” por lo tanto, debe referirse solo al principio de la creación.

“Y la tierra estaba desordenada (to∙hu) y vacía (bo∙hu) (v. 2). To∙hu significa tierra desechada o desértica como los desiertos conocidos por los israelitas. Estos desiertos eran lugares duros – calurosos durante el día y fríos por la noche. Alimentos y agua eran escasos, como lo eran las marcas en el terreno por las que uno se podría guiar. Gente que conocía el desierto podía sobrevivir en él, pero sus vidas no eran fáciles. Gente que no conocía el desierto o no prestaba atención a su peligro no podía sobrevivir.Bohu significa “hueco” o “vacío.” Los sonidos similares (tohu y bohu) y sus significados (desierto y hueco) apoyan la idea que, en ese estado, el mundo era desordenado y vacío – un mundo inhospitable, por decirlo suavemente.

Es fácil concebir un lugar así. Muchos planetas en nuestro sistema solar son oscuros, profundos, y vacíos. Júpiter, por ejemplo, está compuesto principalmente de hidrógeno y helio. En 1995 una nave de NASA penetró su atmósfera y encontró fuertes vientos. En la base de la atmósfera de Júpiter, la presión es tan grande que el hidrógeno se convierte en líquido (Encarta).

Imagine domar el ambiente inhospitable de Júpiter para sostener vida humana. Este es el tipo de reto que Dios enfrentó en la primera parte de la creación, cuando la tierra era un lugar desordenado, vacío, oscuro, y abismal. Pero toda obra creativa comienza de algún caos. Convertir un montón de materiales de construcción en una casa requiere visión y destreza. Convertir un terreno barroso en un jardín ordenado requiere visión y destreza. Imagine la visión y la destreza que se necesita para convertir un mundo caótico en un lugar capaz de sostener vida humana.

“y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo” (v. 2). Las escrituras frecuentemente hablan de la luz, las tinieblas, y el abismo:

• Luz simboliza Dios (Isaías 60:19-20), Jesús (Juan 8:12; 9:5; 12:35), cristianos (Mateo 4:6), comprensión espiritual (Salmo 119:105-106, 130), salud espiritual (Lucas 11:34), y salvación (Salmo 27:1).

• Las tinieblas, la ausencia de luz, simbolizan el mal (Juan 3:20) y una falta de entendimiento espiritual y de un espíritu saludable (Lucas 11:34; Hechos 26:18).

• “El abismo” es un lugar prohibido y peligroso (Génesis 7:11). El Libro de Job utiliza la frase “sombra de muerte” para describir un lugar tenebroso y prohibido (Job 10:21), lleno de terror (24:17), y asociado con ojos “enlodados con lloro” (Job 16:16). Gente que conoce el océano entiende los peligros asociados con las profundidades. Cuando el autor de Génesis describe el mundo como un lugar donde “las tinieblas estaban sobre la haz del abismo,” la imagen es de un lugar prohibido y tenebroso.

Al comenzar el Antiguo Testamento, entonces, leemos de las tinieblas y del abismo (v. 2) Al final de Nuevo Testamento, tendremos la promesa de que no habrá más mares ni tinieblas (Apocalipsis 21:1, 25).

“y el Espíritu de Dios (weruah elo·him – viento/espíritu/aliento de Dios) se movía sobre la haz de las aguas” (v. 2). Ruah se puede traducir como “viento” o “espíritu.” La NIV traduce ruah elohim “Espíritu de Dios.” La mayoría de los que comentan concuerdan que la E mayúscula de Espíritu, que sugiere el Espíritu Santo, aquí no es apropiada. Mientras que la frase “espíritu santo” se utiliza tres veces en el Antiguo Testamento (Salmo 51:11; Isaías 63:10-11), no será hasta el Nuevo Testamento que el pueblo de Dios conocerá al Espíritu Santo como persona una distintiva de Dios.

Los que sugieren que “viento” es mejor traducción que “espíritu” anotan que hay tres frases paralelas aquí:

• “y la tierra estaba desordenada y vacía”
• “y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo”
• “y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas”

Las primeras dos frases tienen una cualidad oscura, por eso, concluyen que aquí “viento de Dios” es apropiado ya que continúa con esa cualidad oscura (Wenham, 17). Sin embargo, parece igualmente lógico traducir la tercera frase como “espíritu de Dios,” porque contrarresta la cualidad oscura – inyecta una chispa de luz en la oscuridad – y provee una sutil transición de la oscuridad del “vacío desordenado” hacia la obra creativa de Dios, que comenzará con el siguiente versículo cuando Dios dice, “Sea la luz.” (v. 3).

GÉNESIS 1:3-5: SEA LA LUZ

3Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz. 4Y vio Dios que la luz era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas.5Y llamó Dios á la luz Día, y á las tinieblas llamó Noche: y fue la tarde y la mañana un día.

“Y dijo Dios” (v. 3). Es con la palabra de Dios que la creación toma lugar. La palabra de Dios no está vacía, pero tiene poder (Isaías 55:11). Cuando Dios habla, cosas pasan. Aún hasta el caos obedece.

“Sea la luz” (v. 3). Dios manda, pero con gentileza. El tiempo verbal es subjuntivo (modo que poca gente conoce) en lugar del imperativo (modo que conocemos bien, utilizado para dar órdenes). El subjuntivo, “Sea,” es más gentil – suave. Dios no tira de la creación para crearla, sino que le habla gentilmente hasta que llegue a existir (Roop, 27).

“y fue la luz” (v. 3). La luz llega a ser mediante la palabra de Dios. Las “lumbreras en la expansión de los cielos” no serán creadas hasta versículos 14 ff., entonces, no sabemos de dónde viene la luz de versículo 3. Está claro que a Dios no le faltan recursos para proveer luz. Quizá en ese momento Dios es la luz.

La luz es la primera obra creativa de Dios y, de manera instintiva, comprendemos la razón por esto. Es difícil crear en la oscuridad y aún más difícil apreciar lo que se ha creado. Cuando emprendemos un proyecto creativo, encendemos las luces – utilizamos focos – ajustamos las lámparas para complementar nuestra obra de arte. Es posible crear en la oscuridad, como hacen los músicos ciegos, pero preferimos la luz. La oscuridad es algo que vencer, no abrazar.

La luz continúa siendo un tema importante en el trato entre Dios y la gente. Durante la plaga de oscuridad en Egipto, Dios provee luz para los israelitas (Éxodo 10:23). Dios les alumbra el camino por la noche durante su travesía por el desierto con un pilar de fuego (Éxodo 13:21). Dios provee candilejas para el tabernáculo (Éxodo 25:37). El rostro de Moisés resplandece de tal manera que tiene que ponerse un velo (Éxodo 34:29-33). El salmista reza, “Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro” (Salmo 4:6) – y “Jehová es mi luz y mi salvación” (Salmo 27:1). Jesús dice,“Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12), y asegura a los discípulos al decirles, “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14).

“Y vio Dios que la luz era buena” (v. 4a). Como se anota arriba, la evaluación de Dios es parte de la fórmula de la obra creativa. Es solo en el Segundo Día que no lo oímos. La declaración “que la luz era buena” (v. 4a) sigue la creación de la luz (v. 3) y precede la “separación de la luz de las tinieblas” (v. 4b), entonces, es la luz y no la separación entre la luz y las tinieblas lo que Dios pronuncia bueno.

“y apartó Dios la luz de las tinieblas” (v. 4). Cuando al principio Dios creó la luz, “la luz…entró y… se llevó el caos hasta convertirlo en un sombrío crepúsculo” (Von Rad, 52) – así, Dios piensa necesario separar la luz de la oscuridad. “Cada noche, cuando el mundo creado fluye en desorden, el caos recupera alguna fuerza sobre lo creado… Y cada mañana… algo de la primera creación de Dios vuelve a repetir” (Von Rad, 52-53).

Para los exiliados (como lo eran los israelitas al escribirse el libro de Génesis), el recordar que Dios separó la luz de las tinieblas es un pensamiento poderoso y esperanzado. Job también encontrará esperanza en ese pensamiento – “El descubre las profundidades de las tinieblas, y saca á luz la sombra de muerte” (Job 12:22). En el libro de Job, la palabra “luz” aparece en 28 versículos.

“Y llamó Dios á la luz Día, y á las tinieblas llamó Noche” (v. 5). Los reyes tienen derecho a asignar nombres (2 Reyes 23:34, 24:17), y Dios ejerce ese derecho como rey del universo (Von Rad, 53). Veremos este método de nombrar las obras creadas el Día 2 – la Tierra y los Mares (pero no la vegetación) en el Día 3 – pero nada más después de eso. Más adelante Dios delegará a adán el nombrar los animales (2:19-20). El hombre también nombrará a la mujer (2:23; 3:20).

“y fue la tarde y la mañana un día” (v. 5). Esta fórmula se repetirá al final de cada uno de los seis días de creación (vv. 8, 13, 19, 23, 31).

GÉNESIS 1:6-8: HAYA EXPANSIÓN

6Y dijo Dios: Haya expansión (hebreo: ra·qia –– expansión, domo)en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 7E hizo Dios la expansión, y apartó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión: y fue así. 8Y llamó Dios á la expansión Cielos (hebreo:sa·ma·yim –– cielo o firmamento): y fue la tarde y la mañana el día segundo.

“Y dijo Dios: Haya expansión (ra·qia)en medio de las aguas” (v. 6). ra·qia está relacionado con el verbo ra·qa y “es algo que se crea al ser estirado o esparcido (una lona) o martillado (un metal; cf. Deuteronomio 28:23, donde el cielo se compara al bronce en época de sequía; cf. también el uso dera·qa en Éxodo 39:3, donde el significado claramente es ‘martillar’). La función de esta bóveda es separarlas aguas de las aguas… Una vez hecha la división (v. 7) dos tipos de aguas emergen, aquéllas debajo y aquéllas sobre la expansión” (Hamilton, 122).

Esta visión es la de un mundo en forma de tortuga con tierra plana flotando sobre una expansión de agua. La expansión abovedada sobre la tierra se estira de horizonte a horizonte (Job 37:18; Ezequiel 1:22-26) y no solo contiene las aguas de encima, pero también el sol, la luna, y las estrellas.

“y separe las aguas de las aguas” (v. 6). Las aguas de arriba son la lluvia y la nieve. Las aguas de abajo son aguas subterráneas, arroyos, lagos, y mares. Para Dios, es tan importante separar las aguas de arriba de las de abajo como lo fue la separación de la luz de las tinieblas. Es parte de la preparación del mundo para hospedar la vida que Dios pronto creará – tomar control sobre las fuerzas de la naturaleza para crear un lugar habitable para el ser humano.

“Y llamó Dios á la expansión Cielos” (v. 8). De nuevo, Dios ejerce su derecho de rey para nombrar. Hay un significado especial aquí, ya que de nuevo enfatiza que Dios creó los cielos y que Él los controla – sobre y contra el panteón de dioses babilónico asociado con los cielos, las nubes, y las tormentas.

GÉNESIS 1:9-10: JÚNTENSE LAS AGUAS

9Y dijo Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase la seca: y fue así. 10Y llamó Dios á la seca Tierra, y á la reunión de las aguas llamó Mares: y vio Dios que era bueno.

“Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase la seca” (v. 9). En el Día 2, Dios separó las aguas que estaban debajo de las que estaban arriba. Ahora, en el Día 3, Dios junta las aguas que están debajo para dejar aparecer la tierra seca.

“Y llamó Dios á la seca Tierra, y á la reunión de las aguas llamó Mares” (v. 10). De nuevo, vemos que Jesús ejerce su poder de nombrar el mundo que acaba de crear/domar. Gente temerá la fuerza de la Tierra y los Mares – particularmente los Mares – y vidas se perderán a los Mares – pero la Tierra y los Mares son parte del dominio de Dios, y Dios les pondrá límites.

“y vio Dios que era bueno” (v. 10). Al final del Día 2 no hubo tal declaración, quizá porque el juntar las aguas de debajo en el Día 3 concluye el trabajo de Día 2 (separación de las aguas de abajo y las de encima).

GÉNESIS 1:11-13: PRODUZCA LA TIERRA HIERBA VERDE

11Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé simiente; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su simiente esté en él, sobre la tierra: y fue así. 12Y produjo la tierra hierba verde, hierba que da simiente según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya simiente está en él, según su género: y vio Dios que era bueno. 13Y fue la tarde y la mañana el día tercero.

“Produzca la tierra hierba verde” (v. 11). Aún se trata de Día 3 – uno de dos días (el otro siendo día 6) en que Dios cumple dos de sus más grandes obras creativas.

Hasta el momento Dios ha iniciado cada obra de creación a través de un simple mandato sin ningún otro recurso creativo (vv. 3, 6, 9), pero ahora Dios rompe este orden al llamar a la tierra para que “produzca hierba verde” (v. 11). Dios ha creado los cimientos para apoyar la vida que piensa crear, y la tierra es parte de estos cimientos, como lo son la luz y las tinieblas, las aguas de arriba y las aguas de abajo, y los mares y la tierra seca. La vegetación es la primera vida que Dios crea, y tendrá raíces en la tierra que Dios preparó ese mismo día.

Dios crea dos tipos de vegetación: “hierba que dé simiente; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su simiente esté en él” (v. 11). La simiente, por supuesto, es esencial para la propagación, y pronto Dios nos recordará, “Fructificad y multiplicad” (v. 28). Dios dirigirá esta orden a su pueblo recientemente creado, pero también es importante – vital para el mantenimiento de vida – que la vegetación también sea fructífera y se multiplique. Toda vida, aún la de animales carnívoros, depende de la vegetación. Sin vegetación, toda vida cesaría y se impedirían los propósitos de Dios.

“Y produjo la tierra hierba verde, hierba que da simiente según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya simiente está en él, según su género” (v. 12). Vegetación tiene vida, pero una vida diferente a la de los peces y los pájaros, los animales de la tierra y el ser humano. Dios se refiere a estas formas de vida como “ánimas vivientes” (1:20, 21, 24) o “almas vivientes” (2:7), pero no utiliza nombres parecidos para la vegetación. Ánimas vivientes son diferentes porque tienen la capacidad de pensar, de tomar decisiones, y de moverse, mientras que la vegetación tiene una existencia más pasiva. Como la tierra seca y el agua, la vegetación es esencial para las vidas de toda criatura, pero difiere de la tierra seca y el agua ya que tiene vida. Podíamos pensar de la vegetación como una forma intermediaria de creación – ubicada en algún lugar entre la tierra inanimada y las ánimas vivientes plenamente animadas.

“Al concluir el tercer día se añade aún otro color al cosmos de Dios. Al blanco y negro de la noche y el día se añade el azul del cielo y el mar. Ahora, el lienzo se adorna de verde. El sol dorado y amarillo y el rojizo del ser humano pronto completarán este arco iris de colores” (Hamilton, 126).

GÉNESIS 1:14-19: SEAN LUMBRERAS EN LA EXPANSIÓN DE LOS CIELOS

14Y dijo Dios: Sean lumbreras en la expansión de los cielos para apartar el día y la noche: y sean por señales, y para las estaciones, y para días y años; 15Y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra: y fue. 16E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche: hizo también las estrellas.17Y púsolas Dios en la expansión de los cielos, para alumbrar sobre la tierra, 18Y para señorear en el día y en la noche, y para apartar la luz y las tinieblas: y vio Dios que era bueno. 19Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.

El tercer día, Dios comenzó a crear la vida, aunque la vegetación tiene una cualidad diferente a la de las “almas vivientes” que han de seguir. Sin embargo, el cuarto día, Dios vuelve a obrar con objetos inanimados de nuevo. Esto no es decir que el cuarto día no sea importante. Al contrario, se paralela a la creación de la luz el Día 1 y prepara el segundo grupo de días – Días 4 a 6. El autor describe los eventos de Día 4 detalladamente – detalle solo segundo al detalle de Día 6 – testificando de la importancia de ese día.

“Sean lumbreras en la expansión de los cielos para apartar el día y la noche” (v. 14). Los babilónicos consideran dioses al sol, la luna, y las estrellas. El autor de Génesis dice, “¡NO!” Las lumbreras celestiales no son dioses, sino que fueron creadas por Dios. El autor ni siquiera les pone nombres – el sol y la luna no se mencionan – se refiere a ellos simplemente como “lumbreras.” Anote la manera casi descuidada con que el autor se refiere a las estrellas – “hizo también las estrellas” – añadiéndolas al final como un último pensamiento (v. 16). Esto refleja el esfuerzo intencionado por parte del autor para situar los cuerpos celestiales en su perspectiva apropiada – en su relación apropiada con Dios.

Las “lumbreras” son “por señales, y para las estaciones, y para días y años” (v. 14) – su única intención es servir a los habitantes de la tierra – servir en lugar de regir. Su función es arreglar “los días de celebración de los cultos. Esta es su primera función” (Wenham, 23). “Nos guían a nosotros los mortales para saber cuando rezar, cuando descansar el sábado, cuando celebrar los festivales anuales” (Towner, 23). Sirven para anunciar cuando los humanos han de alabar a Dios pero en si no merecen ser alabados. Rigen solo sobre el día (la lumbrera mayor) y la noche (la lumbrera menor) (v. 16) – pero Dios concederá a los humanos dominio sobre todas las cosas vivientes (v. 28). Las “lumbreras” son solamente parte de la creación – y ni siquiera la parte más importante – ni se acercan a ser lo más importante. Dios guardará lo mejor para el final.

Encontramos este mismo énfasis en la orden de Moisés al pueblo de Israel: “Y porque alzando tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, no seas incitado, y te inclines á ellos, y les sirvas; que Jehová tu Dios los ha concedido á todos los pueblos debajo de todos los cielos” (Deuteronomio 4:19).

Dios creó la luz en versículo 3 y la expansión en versículos 6-8. Ahora crea las “lumbreras en la expansión de los cielos” (v. 14) – “la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche: hizo también las estrellas” (v. 16). La secuencia parece equivocada. La vegetación depende de la luz del sol para crecer, por eso, es de esperar que Dios creara los cuerpos celestiales antes de la vegetación. No obstante, “hasta el momento Israel no había relacionado el crecer de las plantas con el sol, asignándolas plenamente a las fuerzas de la tierra” (Fretheim, 344).

GÉNESIS 1:20-23: PRODUZCAN LAS AGUAS ÁNIMAS VIVIENTES

20Y dijo Dios: Produzcan las aguas reptiles de ánima viviente, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 21Y crió Dios las grandes ballenas, y toda cosa viva que anda arrastrando, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie: y vio Dios que era bueno. 22Y Dios los bendijo diciendo: Fructificad y multiplicad, y henchid las aguas en los mares, y las aves se multipliquen en la tierra. 23Y fue la tarde y la mañana el día quinto.

“Produzcan las aguas” (v. 20). Esto se paralela a la anterior orden de Dios, “Produzca la tierra” (v. 11). La NIV trata este versículo de manera diferente, traduciéndolo como “Que en las aguas abunden criaturas vivientes” – disminuyendo el énfasis en el papel de las aguas en la creación. De cualquier modo, la tierra y las aguas nunca podrían ser más que instrumentos de Dios, el único creador.

“Produzcan las aguas reptiles de ánima viviente, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos” (v. 20). En el Día 5 Dios continúa creando vida – vida plenamente animada esta vez – mucha vida – multitud de vida.

Dios se refiere a los peces y los pájaros como “ánimas vivientes,” frase que volverá a utilizar para describir los animales de la tierra (v. 24), pero que no utilizó para la vegetación (v. 11) y que no utilizará para los humanos (v. 26). La frase, “ánimas vivientes” distingue los animales de la vegetación. La frase “á nuestra imagen” distingue a los humanos (v. 26).

“Y crió Dios las grandes ballenas” (v. 21). La mención de las ballenas es interesante (en la versión Reina Valera aparece la palabra ‘monstruos’ en lugar de ballenas), ya que existe gran variedad de vida marina que se podría mencionar, y dada la infrecuencia con la que el ser humano estaría en contacto con cualquier cosa que se podría llamar ‘monstruo.’ Quizá el intento sea disuadir cualquier pensamiento que las criaturas marinas mas temerosas pudieran tener algún origen demoníaco – afirmar que Dios creó todo, hasta los monstruos del mar. Quizá el intento también sea demostrar que esta criatura que encontramos tan temerosa (la ballena) solo es parte de la creación de Dios.

“y toda cosa viva que anda arrastrando, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie” (v. 21). Una de las características de las “ánimas vivientes” es que se mueven. Pueden elegir moverse hacia algo que les atrae o alejarse de algo que temen. Este movimiento es voluntario y depende de la capacidad de pensar y decidir. La vegetación, por otro lado, está enraizada en la tierra en la que es plantada. En algunos casos se gira hacia el sol o se propaga lentamente a través de la tierra pero, por la mayor parte, es inmóvil. “Ánimas vivientes,” en cambio, suelen ser muy móviles.

“según su especie” (v. 21). Parte del proceso de creación fue ordenar la creación de una manera comprensible y en que se pueda depender. Aunque existen millones de especies de plantas y animales, Dios las ha organizado de manera que nos facilita su clasificación y nos permite distinguir entre ellas. También podemos esperar que cuando una planta o animal reproduce, su fruto se parecerá a los padres. Podemos modificar el proceso y crear plantas y animales híbridos, diferentes de cualquier cosa que hemos visto, pero esta modificación solo es posible porque el orden original fue creado de una manera tan brillante que podemos entender como manipularlo.

“Y Dios los bendijo diciendo: Fructificad y multiplicad” (v. 22). Ésta es la primera de tres bendiciones. Dios también bendecirá a los humanos (v. 28) y el séptimo día (2:3). Las bendiciones muestran aprobación y aseguran el éxito.

GÉNESIS 1:24-25. PRODUZCA LA TIERRA SERES VIVIENTES

24Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie: y fue así. 25E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que anda arrastrando sobre la tierra según su especie: y vio Dios que era bueno.

“bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie” (v. 24). Hay tres categorías generales de animales terrenales: (1) “Bestias” distingue animales domésticos de los salvajes. (2) “Serpientes” son reptiles. (3) “Animales de la tierra” incluye todo animal salvaje y no reptil. “Pero estas expresiones son también poéticas… Representan el orden creado por un artista tanto como el orden de un sistemático” (Roop, 30).

GÉNESIS 1:26-28. HAGAMOS AL HOMBRE Á NUESTRA IMAGEN

26Y dijo Dios: Hagamos (hebreo: ase(h) – plural) al hombre (hebreo: a·dam) á nuestra imagen (hebreo:sal·me), conforme á nuestra semejanza (hebreo: kid·mu·te·nu); y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra.

27Y crió Dios al hombre á su imagen,
á imagen de Dios lo crió;
varón y hembra los crió.
28Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Varias cosas distinguen este relato creativo de los que preceden. Se distingue éste como el momento cúspide de la creación – el ápex – el orden más alto de creación:

• Es el más largo, más detallado, y más repetitivo de todos los relatos de creación.

• Sustituye “Hagamos” por el anterior “Produzcan.”

• No como otros seres vivientes, que fueron creados con la ayuda de “las aguas” (v. 20) o “la tierra” (v. 24), aquí no hay agente exterior involucrado en la creación de los humanos.

• Mientras que otras criaturas fueron creadas “según su género,” humanos fueron creados “á nuestra imagen.”

• Dios concede a los hombres dominio sobre todo ser viviente.

• La palabra “crear” (hebreo: bara) se repite tres veces en versículo 27.

• Dios manda, “Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla.”

“Hagamos (ase(h)) al hombre (a·dam) á nuestra imagen (sal·me), conforme á nuestra semejanza(kid·mu·te·nu) (v. 26). El hombre es una buena traducción para adán, que aquí se utiliza para nombrar la humanidad en lugar de una persona en particular.

“Hagamos (ase(h)) al hombre á nuestra imagen” (v. 26). ase(h) es un verbo plural cuyo significado se acerca a bara (crear), que aparece tres veces en versículo 27. ¿Por qué el plural de ase(h)(“Hagamos”)?

• El plural puede indicar un dialogo entre la Trinidad. Esta idea tiene raíces en pasajes como le Prólogo del Evangelio de Juan, que declara que la Palabra “Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.” (Juan 1:2-3) – y la declaración de Pablo que Cristo Jesús “El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios: Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres” (Filipenses 2:6-7). El hecho que los primeros lectores de Génesis pudieran no haber comprendido esto no lo descarta como posibilidad.

• El plural podría indicar el esfuerzo colaborativo en la creación entre Dios y los ángeles celestiales.

• El plural sería un “‘nosotros’ real” – como diría un rey, “Hagamos” cuando quiere decir “Yo haré.”

Para ver más explicaciones referentes al plural divino, véase Génesis 3:22 y 11:7.

“á nuestra imagen (selem), conforme á nuestra semejanza” (kid·mu·te·nu) (v. 26). Selem (imagen) significa “imagen, parecido, estatua, modelo, dibujo, sombra” (Baker y Carpenter, 952). Reyes de esa época a menudo transmitían su imagen a súbditos de tierras lejanas que nunca verían al rey en persona a través de monedas o estatuas. En muchos lugares, la gente se refería al rey como “la imagen de Dios.”

“Por la tentación de la religión babilónica, Israel resistía cada noción que las cosas del mundo se parecieran a Dios. A Israel le costaba afirmar la separación y la transcendencia de Dios” (Brueggemann, 31). Éxodo 20:4 prohíbe que el pueblo de Dios cree cualquier tipo de ídolo. Por eso es asombroso que el autor de Génesis se refiera al hombre creado en la imagen de Dios. Eso parece el mayor hubris – orgullo fatal – pero el relato continúa hasta situar al hombre en relación apropiada con Dios – creado en la imagen de Dios pero claramente subordinado a Dios. “La metáfora visual de la imagen de Dios en la humanidad es la de un espejo sin rajas… Somos creados para reflejar a Dios su propia justicia, gracia, y merced” (Towner, 27) – y para reflejar algo del carácter de Dios a la sociedad en general. “En los ojos de Dios toda humanidad es real. Toda humanidad se relaciona a Dios, no solamente el rey” (Hamilton, 135).

Este lenguaje se repite en capítulo 5, que reitera que adán fue creado “á la semejanza de Dios” (5:1) y después vuelve a relatar el nacimiento de Seth, nacido “á su semejanza (de adán)” (5:3).

“á nuestra imagen” (sal·me) (v. 26). ¿Qué significa ser creado en la semejanza de Dios?

• Debe tener que ver con algo más que una semejanza física, porque “Dios es Espíritu” (Juan 4:24) – aunque puede haber un parecido físico entre humanos y el patrón angélico. “La ‘semejanza’ se refiere a la totalidad del ser humano, no solo a una parte, como la voluntad” (Fretheim, 345).

• Debe tener que ver, por lo menos en parte, con una semejanza espiritual – la capacidad de amar, perdonar, la gracia, la generosidad – etcétera, etcétera, etcétera.

• La decisión de Dios de crear la humanidad a su semejanza va inmediatamente seguida por su decisión de conceder al hombre dominio sobre todo ser viviente (v. 26), por eso, parte esencial de ser creado en la semejanza de Dios debe tener que ver con ejercer ese dominio como se debe. Si la imagen de Dios ha de ser fielmente reflejada en nosotros, debemos cuidar fielmente aquello sobre que nos ha concedido dominio.

“Y crió Dios al hombre á su imagen, á imagen de Dios lo crió; varón y hembra los crió.” (v. 27). Esta es una declaración asombrosa por parte de una sociedad patriarca donde los hombres son honorados y las mujeres no. Esta oración equipara al hombre y la mujer en la creación – los sitúa a la par en la intención de Dios. El segundo relato de la creación, el relato Yahwista (2:4b ff.), contiene una secuencia muy diferente. En ese relato, Dios crea el hombre primero – después crea el jardín con la vegetación y el agua – después los animales y los pájaros – y al final crea la mujer.

“Y los bendijo Dios” (v. 28). Esta es la segunda de tres bendiciones en el primer relato de creación (véase también 1:22; 2:3). Significa que Dios aprueba de la pareja varón/hembra que ha creado. Nos preguntamos si Dios no bendice también los animales de la tierra (vv. 24-25). Lo más probable es que Dios dirija la bendición de v. 28 hacia toda criatura creada el Día 6 – animales de la tierra tanto como humanos.

“Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla” (v. 28). Primero Dios dijo, “Fructificad y multiplicad” a los habitantes del mar y los pájaros (v. 22). Ahora Dios dirige estas palabras al hombre y la mujer. Entonces, claramente pretende que utilicen su capacidad de reproducción sexual para poblar la tierra.

“Tradición judía considera esto como el primero de los 613 mandamientos del Tora. El halachah (tradición oral) derivada de él describe el deber humano de casarse y tener hijos” (Plaut, 21).

La palabra “sojuzgar” aquí se refiere a la tierra y, por lo tanto, domar el desierto con el propósito de crear un hábitat que sostenga vida humana. Esto requiere proveer por necesidades humanas como alimento, agua, ropa, y alojamiento. La palabra “sojuzgar” no concede licencia para despojar la tierra. Hacerlo sería estropear la habilidad de la tierra para mantener futuras necesidades humanas, y esto sería contra productivo. “Sojuzgar,” entonces, debe incluir un sentido de responsabilidad por los recursos necesarios para proveer por las futuras generaciones, tanto como las de la generación actual.

“y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (v. 28; cf. v. 26). Dios concede a los humanos dominio sobre tres grupos principales de seres vivientes – peces, pájaros, y bestias de la tierra. “El dominio es el de un pastor que cuida y alimenta los animales” (Brueggemann, 32).

GÉNESIS 1:29-31. HE AQUÍ QUE OS HE DADO TODA HIERBA QUE DA SIMIENTE

29Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda hierba que da simiente, que está sobre el haz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, seros ha para comer. 30Y á toda bestia de la tierra, y á todas las aves de los cielos, y á todo lo que se mueve sobre la tierra, en que hay vida, toda hierba verde les será para comer: y fué así. 31Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fué la tarde y la mañana el día sexto.

“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda hierba que da simiente, que está sobre el haz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, seros ha para comer” (v. 29). Dios les da a los humanos todo tipo de vegetación para alimentarse. No será hasta 9:3 que Dios autorizará al hombre el uso de animales como alimento. Este relato contrasta con las prácticas babilónicas que el autor conocería. En mitología babilónica, gente debía alimentar a los dioses. En el relato de Génesis, Dios honra al ser humano, proveyéndole su alimento.

“Y á toda bestia de la tierra, y á todas las aves de los cielos, y á todo lo que se mueve sobre la tierra, en que hay vida, toda hierba verde les será para comer: y fué así” (v. 30). Mientras que Dios concede al hombre acceso a toda vegetación para su alimento, a los animales solo concede acceso a plantas verdes.

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fué la tarde y la mañana el día sexto” (v. 31). Dios ha declarado buena la creación a lo largo de varios puntos (1:1, 10, 12, 18, 21, 25), pero ahora evalúa la creación en su totalidad, incluyendo hombre y mujer como “bueno en gran manera.” La palabra hebrea tob “tiene gran variedad de significados, y la mayoría de ellos parecen servir aquí: moralmente correcto, apropiado, bello” (Tucker, en Craddock, et. al., 302).

GÉNESIS 2:1-3. Y FUERON ACABADOS LOS CIELOS Y LA TIERRA

1Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento. 2Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. 3Y bendijo Dios al día séptimo, y santificólo, porque en él reposó de toda su obra que había Dios criado y hecho.

“Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento” (v. 1). Este es un lugar extraño para empezar un capítulo nuevo. Eruditos concuerdan que la ruptura debe venir más tarde, pero desacuerdan si debe venir después de 2:3 o 2:4a.

“Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho” (v. 2). El lenguaje de este versículo sugiere que la creación se completó el séptimo día en lugar del sexto. La creación del hombre y la mujer en el sexto día fue la culminación de la creación, entonces, parecería anti-climático que Dios creara algo más el séptimo día – y el texto no nos dice qué fue creado el séptimo día, si es que hay algo. Quizá el séptimo día se requiere un poco de repaso. Quizá solamente se trata de mirar de lo lejos – disfrutar de la creación que ha creado.

Cuando Dios inició la creación, tenía pensado un final – un final al que ahora ha llegado. La obra que emprendió ya está completa y, por eso, ahora descansa. Dios ha pronunciado “buena” la creación (1:31), pero la última prueba de su satisfacción es que cesa de trabajar y descansa.

“La épica de creación babilónica también contiene un acto final después del trabajo de creación; se trata de la glorificación pública del dios Marduk, en la asamblea de los dioses más importantes, donde nombran sus cincuenta nombres y le exaltan. ¡Cuán diferente, cuánto más profundo, es el impresionante descanso del Dios de Israel!” (Von Rad, 62).

“Y bendijo Dios al día séptimo, y santificólo, porque en él reposó de toda su obra que había Dios criado y hecho” (v. 3). La palabra “reposó” no indica que Dios estaba agotado de su labor, sino que solamente cesó de trabajar.

Dios bendijo el séptimo día (aún no llamado sábado). En Sinaí, Dios le dirá a Moisés:

“Acordarte has del día del reposo, para santificarlo:
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;
Mas el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios:
no hagas en él obra alguna,
tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada,
ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas:
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra,
la mar y todas las cosas que en ellos hay,
y reposó en el séptimo día:
por tanto Jehová bendijo el día del reposo y lo santificó” (Éxodo 20:8-11)

GÉNESIS 2:4a. ESTOS SON LOS ORÍGENES

4aEstos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron criados.

Esta declaración “es una expresión genealógica formulada que se repite a lo largo del Libro de Génesis, indicando los sucesivos ‘capítulos’ de la obra (Adán, 5:1; Noé 6:9; hijos de Noé, 10:1, etcétera). El Documento Sacerdotal está organizado de manera genealógica, cronológica, y también en una serie de convenios (Noé 9:8-17; Abrahán y Sara, 17; Jacobo 35:9-13) que terminan con el convenio del Monte de Sinaí (Éxodo 19ff.)” (Tucker en Craddock, et. al, 301).

Génesis 1:1 “corresponde con 2:4a (crear, cielos y tierra / cielos y tierra, crear), entonces, estas dos cláusulas sitúan el relato intermedio” (Wenham, 12). Esto favorece poner 2:4 con el primer relato de creación en lugar del segundo.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

BIBLIOGRAFÍA:

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Brueggemann, Walter, Interpretation: Genesis (Atlanta: John Knox Press, 1982)

Fretheim, Terence E., “The Book of Genesis,” The New Interpreter’s Bible, Volume 1: General Old Testament Articles, Genesis, Exodus, Leviticus (Nashville: Abingdon Press, 1994.

Hamilton, Victor P., The New International Commentary on the Old Testament: The Book of Genesis, Chapters 1-17 (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1990)

Louth, Andrew (ed.), Ancient Christian Commentary on Scripture: Old Testament I: Genesis 1-11(Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 2001)

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Von Rad, Gerhard, The Old Testament Library: Genesis, (Philadelphia: The Westminster Press, 1972)

Wenham, Gordon J., Word Biblical Commentary: Genesis 1-15 (Dallas: Word Books, 1987)

Copyright 2008, Richard Niell Donovan