Comentario
Estudio de la Biblia

Mateo 4:1-11

RECURSOS PARA PREDICAR
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

MATEO 4: 1-11: LA TENTACIÓN EN EL DESIERTO

¿Es ésta una verdadera tentación o un rito que Jesús no puede faltar? Si faltar es posible, ¿pone Dios la expectación tan baja que, en realidad, no existe ningún peligro para Jesús?

El autor de Hebreos dice, “Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Heb. 4:15). El Cristo que “se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres” (Phil 2:7) está sujeto a toda experiencia humana, desde su nacimiento hasta su muerte. Pasa por hambre, dolor, agonía, y enojo. De otra manera, la Encarnación estaría incompleta y su ministerio defectivo. Si Jesús no puede fallar, su tentación es menos que la de nuestra experiencia diaria. Un salvador que no puede soportar la tentación diaria que vivimos nosotros no nos puede salvar.

Ésta es solo la primera de las tentaciones de Jesús. “Conflicto con Satanás…es el conflicto entre el reino de Dios y el reino de este mundo. Este es el trama del Evangelio de Mateo” (Boring, 162). A lo largo de su ministerio, Jesús experimentará conflicto con las autoridades religiosas. Pedro tentará a Jesús para que evite la cruz (Mateo 16:23). Jesús alabará los discípulos por permanecer junto a él durante sus tribulaciones (Lucas 22:28). En Gethsemane, Jesús luchará con la tentación de nuevo (Lucas 22:42-44).

El bautizo y la tentación de Jesús se paralelan a la experiencia de Israel, cuyo bautizo en el Mar Rojo fue seguido por la tentación en el desierto (1 Cor. 10:1-13). El pueblo de Israel fue guiado a su prueba por Dios, igual que Jesús es guiado por el Espíritu Santo. Además, las tentaciones de Jesús “eran las mismas tentaciones – y en el mismo orden – experimentadas por los israelitas en el desierto después del éxodo” (Long, 36).

– Su primera tentación se trataba del hambre – de la que se quejaron amargamente – y cuya necesidad fue satisfecha por la provisión de maná que Dios les dio (Exod 16).

– Su segunda tentación se trataba de probar a Dios en Massah con quejas sobre el agua (Exod 17:2).

– Su tercera tentación fue caer al suelo y orar a una baquilla dorada al pie de una montaña (Exod 32) – una montaña alta también fue el lugar de la tercera tentación de Jesús.

“No es una casualidad que la tentación de Jesús sigue inmediatamente su bautizo. Mucha gente de Dios ha tenido experiencias similares, justo después de su conversión u otro evento espiritual significante. Precisamente, cuando se parece haber conseguido un nivel de victoria o madurez, las tentaciones empiezan a ser más fuertes que nunca (cf. Elijah in 1 Kgs 19:1-18 y Pablo en Rom 7:14-25)” (Blomberg, 82).

También hay paralelos entre el bautizo y la tentación de Jesús.

– En los tres Evangelios Sinópticos, la tentación sigue inmediatamente el bautizo de Jesús.

– Ambos el bautizo y la tentación toman lugar en el desierto.

– El Espíritu que descendió sobre Jesús en su bautizo ahora le dirige al desierto.

– En el bautizo, Dios anunció a Jesús como su Hijo, una relación que el tentador usa al tentar – “Si eres Hijo de Dios…”

– En su bautizo, Jesús se mantuvo fiel a pesar de la protesta de Juan. Al ser tentado, Jesús se mantiene fiel a pesar de los mejores (o peores) esfuerzos del tentador.

La tentación no ha perdido su poder, sino que continúa siendo una fuerza activa hoy día. “Si Dios te llama y te da las fuerzas para hacer algo por él (Juan 3:16-17), puedes esperar ser puesto a la prueba…, y puedes esperar que estas pruebas acompañen la seriedad de tu llamada… Sin embargo, estas pruebas son para nuestro bien; cuando héroes bíblicos maduraban como consecuencia de alguna prueba, conocían la profundidad de la gracia de Dios que les había sostenido” (Keener, 89).

MATEO 4:1-2: LLEVADO DEL ESPÍRITU – TENTADO DEL DIABLO

1Entonces Jesús fué llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado (griego: peirasthenai – de peirazo – tentado o puesto a la prueba) del diablo. 2Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre.

“Entonces, Jesús fué llevado del Espíritu al desierto” (v. 1). El Espíritu, que descendió sobre Jesús en su bautizo como una paloma, ahora le guía a Jesús al desierto para ser tentado por el demonio. ¡Eso parece extraño para el Espíritu de Dios! Pensaríamos que el Espíritu de Dios le guiaría a Jesús lejos de la tentación en vez de hacia ella. Muy pronto, Jesús nos enseñará a rezar, “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” (Mateo 6:13). Note, sin embargo, que el Espíritu no le tienta a Jesús, sino que solo le guía al desierto – va al desierto con él – recordándonos del Salmo 23, donde Dios nos acompaña por las sombras del valle de la muerte. El Espíritu guía a Jesús – le acompaña a Jesús. Tentar es el negocio del demonio.

“Ser tentado (peirasthenai – de peirazo) del diablo” (v. 1). La palabra peirazo puede significar tentar o probar. Tentar es convencer a una persona de hacer algo malo; probar es darle a una persona la oportunidad de hacer el bien. Tentar es esperar que la persona falle; probar es esperar que tenga éxito. “En Mateo 4.1 el verbo claramente tiene los dos significados. Dios, por medio del Espíritu, busca probar a Jesús; Satanás, el agente indirecto de Dios, busca tentar al designado Mesías… Dado que la intención de Dios puede ser comprendida como algo que toma prioridad sobre la de Satanás, el pasaje se debe ver como un cuento de probar al Hijo de Dios” (Hare, 23).

En el Antiguo Testamento el probar tiene precedentes:

– Dios probó a Abrahán al exigirle la vida de Isaac (Gen 22:1-19). Después que Abrahán demostrara a Dios su disposición al ofrecerle su Isaac, Dios dijo, “Que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único; Bendiciendo te bendeciré, y multiplicando

multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está á la orilla del mar.”

– Como se anota arriba, Dios probó a los israelitas en el desierto. “Y acordarte has de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, por probarte, para saber lo que estaba en tu corazón, si habías de guardar ó no sus mandamientos” (Deut. 8:2). Anote que Israel también se conocía como el Hijo de Dios (Exod. 4:22-23); Hos. 11:1; Deut. 8:2-5). Israel no pasó la prueba. Buscó otros dioses y disfrutó de frutas amargas. Dios les castigó por esto, pero no les abandonó. El castigo fue para redimir, no destruir.

Dios le permitió a Satanás probar a Job, un hombre justo. Terribles calamidades cayeron sobre Job, pero él permaneció fuerte en su fe. Dios le bendijo, restaurando su salud, riqueza, y familia. Los ejemplos de Abrahán y Job nos dan un vistazo a la intención de Dios. Dios permite a sus queridos el derecho de elegir el bien o el mal, y espera bendecir la elección correcta – esto no es tan diferente que ser padre o madre de un joven universitario.

La prueba (peirazo) de Jesús empieza en el desierto, pero no termina allí. Será probado por los fariseos (16:1; 19:3; 22:18) y por un abogado (22:35), y por todos los que esperan que Jesús suspenda las pruebas.

Un tema para cristianos hoy es la existencia del diablo (diabolos). ¿Existe tal ser, o es simplemente un mito primitivo? Hoy, podemos caer en la tentación de creer que el mal es producto de un sistema social que falla – pobreza, racismo, ignorancia, etcétera – y a menospreciar la existencia del demonio. Sin embargo, “la iglesia enseña la existencia del demonio. Escritores bíblicos… nos enseñaron tal existencia y nos instruyeron que Jesús también tuvo trato con tal ser. Y ‘un discípulo no está por encima de su Señor’” (Bruner, 101-102).

Considere descendientes que se crían en los suburbios. Pocos de ellos son víctimas de pobreza o racismo, y la mayoría de ellos disfruta de riqueza y oportunidades. Si malas circunstancias producen el mal, buenas circunstancias deberían producir el bien. Pero, ¿son los hijos de los suburbios grandes ejemplos de virtud? ¡Apenas! La juventud opulente es a menudo juventud mal encaminada.

¿Significa esto que sistemas sociales que fallan no producen cosas malas? ¡No! ¿Significa que la iglesia no es responsable de corregir tales sistemas? ¡No! Simplemente significa que debemos reconocer que el mal es algo personal tanto como social. Se acumula, no solo en nuestros barrios, sino que en nuestros corazones también.

“Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches” (v. 2). “Cuarenta días” no tiene la precisión que nosotros le adjuntamos. Es como nuestra frase, “un par de semanas,” que puede decir catorce días – o doce – o dieciséis. Su función es conectar a Jesús con Moisés, que ayunó cuarenta días (Exod 34:28), Elijah, que ayunó cuarenta días (1 Reyes 19:8), y los israelitas, que caminaron cuarenta años por el desierto (Exod. 16:35).

MATEO 4:3-4: LA PRIMERA TENTACIÓN

3Y llegándose á él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan.

4Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios.

“Si eres Hijo de Dios” (v. 3). Siguiendo el bautizo, una voz del cielo anunció, “Éste es mi Hijo.” Ahora, el demonio dice, “Si eres Hijo de Dios” – presentando duda – retándole a Jesús que demuestre la autenticidad de su identidad.

“Di que estas piedras se hagan pan” (v. 3). El demonio ataca a Jesús en su punto más débil – su tremenda hambre física. El hambre nos exhausta, no solo físicamente, sino que también emocional y espiritualmente. Una persona muerta de hambre apenas tiene la fuerza para alimentarse – y mucho menos la fuerza para rechazar alimento. Una persona hambrienta tiene que hacer lo posible para conseguir comida – el deseo de sobrevivir lo llevamos dentro. La tentación para Jesús es aliviar su propia hambre – usar su gran poder para conseguir un propósito pequeño. Pero, quizá, el propósito no sea tan pequeño. Jesús debe comer – si no, morirá y su misión morirá con él. ¡El tentador usa lógica que persuade!

Quizá la tentación es también hacer pan para los demás. Jesús, una persona con compasión, querría alimentar a los hambrientos. Pan para los hambrientos confirmaría que Jesús es el Mesías y atraería a la gente hacia él. Y una vez que tengan pan, necesitarán agua – y alojamiento – y ropa – etcétera. Si Jesús puede convertir piedras en pan, imagina como podría mejorar las vidas de la gente – e impulsar su alianza con él.

“Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios” (v. 4). Jesús cita Deut. 8:3, que habla de los israelitas en el desierto. “Y te afligió, é hízote tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido; para hacerte saber que el hombre no vivirá de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3). Los israelitas habían pasado hambre y se habían quejado de la negligencia de Dios, así fallando la prueba. Jesús responde de una manera diferente. Ni se queja ni trata de cambiar la prueba.

Bajo circunstancias diferentes, Jesús usará su poder para alimentar a los hambrientos (Mateo 14:13-21; 15:32-39). Jesús no dice que no necesitemos pan, sino que no solo vivimos de él. Debemos tenerlo, pero nuestra necesidad, aún más profunda, se satisface solo por medio de la palabra de Dios. Jesús proveerá pan, pero no lo hará dándole la espalda a Dios. Aquí, el tema verdadero es que no puede empezar su ministerio siguiendo al demonio. La llamada de clarión es: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es: Y Amarás á Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder” (Deut. 6:4-5).

Nosotros, la iglesia, debemos recordar el fondo de la palabra de Dios. Justamente, ayudamos a los necesitados – con comida, agua, alojamiento, ropa, cuidado de salud, higiene – pero la motivación para hacerlo desvanecerá si no somos alimentados y reforzados por la palabra de Dios. Nuestra primera obligación es ser alimentados y alimentar a los demás con la palabra de Dios.

MATEO 4:5-7: LA SEGUNDA TENTACIÓN

5Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad, y le pone sobre las almenas del templo, 6Y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, Y te alzarán en las manos, Para que nunca tropieces con tu pie en piedra. 7Jesús le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios.

“Si eres Hijo de Dios, échate abajo” (v. 6). La tentación es ponerle a Dios a la prueba, como los israelitas hicieron en Massah. Dios ha anunciado a Jesús como su Hijo (3:17). Ahora, el demonio cita Salmo 91:11-12, retándole a Jesús que tome a Dios por su palabra. De nuevo, el demonio empieza diciendo, “Si eres Hijo de Dios…” El reto es que Jesús pruebe su identidad, a si mismo y a los demás – y aprovecharse del poder que se le ha concedido.

Otra vez, Jesús es tentado a usar métodos ilícitos para fines positivos. Vino a salvar el mundo, y rápidamente podría conseguir muchos seguidores con una demostración de poder espectacular. El demonio ha identificado una estrategia para salvar gente, no uno por uno, sino que a grandes números. No solo podría Jesús poner en marcha su ministerio rápidamente, sino que también podría salvar a gente que de otra manera se perdería – que moriría antes de tener una segunda oportunidad. Otra vez, ¡anote la lógica persuasiva del demonio!

Una lección para la iglesia es que el demonio y sus discípulos citan Escritura por motivos malvados. Mientras que apelan a nuestra naturaleza más baja, su apelación más fuerte es a nuestra naturaleza más alta. Tratan de convencernos de hacer, no lo que pensamos que está mal, sino lo que pensamos que está bien. A menudo van bien vestidos y se comunican bien – ni mantequilla se derretiría en sus bocas. Son amables. Sus fines parecen buenos y su lógica inequívoca. Esto nos trae una responsabilidad: escuchar con oídos discriminantes, no solo para evaluar lo que se dice, sino que también para evaluar a la persona que lo dice:

– ¿Estamos escuchando a alguien que nos aconseja o que nos tienta? – ¿Alguien que construye o alguien que destruye?

– ¿Tiene la persona algún propósito debajo de la manga?

– ¿Es la persona alguien que alienta a los demás, o alguien que los desilusiona – alguien que ama o alguien que odia?

– ¿Exhibe la persona en su propia vida los frutos del Espíritu (amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, fe, gentileza, y auto-disciplina – Gal 5:22-23)?

– La persona que intenta aconsejarnos, ¿maneja bien su propia vida, negocio, y familia? ¿Espiritualmente? ¿Profesionalmente? ¿Moralmente?

Podemos caer en tentación fácilmente cuando vemos que el mundo se desvía y sentimos la necesidad de encaminarlo de nuevo. Es muy fácil decidir que, por una vez, el fin justifica los medios.

“Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios” (v. 7). Jesús cita Deut. 6:16, dándole a una Escritura precedencia sobre otra. Nadie, ni siquiera Jesús, tiene derecho de poner Dios a la prueba. Tales pruebas no demuestran fe, sino duda. Probar a Dios es hacernos los conductores, requiriendo que Dios nos siga a nosotros, en vez de la otra manera.

“Es importante anotar que la prueba del salto se trata de un salto a la seguridad, i.e., el rescate por parte de Dios, y no la destrucción. Al negarse a saltar, por lo tanto, Jesús escoge el camino del peligro y la dificultad” (Dunn).

Para poder contestar Escritura con Escritura, como hace Jesús aquí, debemos conocer la Biblia y la doctrina cristiana. Debemos tener nuestra respuesta preparada, porque el tentador no nos dará tiempo para buscarla o para pedir consejo. El tentador es un maestro del tiempo, e insiste que tomemos una decisión ahora. Como dicen los Exploradores, “¡Estén preparados!”

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MATEO 4:8-10: LA TERCERA TENTACIÓN

8Otra vez le pasa el diablo á un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria, 9Y dícele: Todo esto te daré, si postrado me adorares. 10Entonces Jesús le dice: Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y á él solo servirás.

“Otra vez le pasa el diablo á un monte muy alto” (v. 8). Otra vez, nos recuerda a Moisés, que encontró a Dios en una montaña alta. En esta montaña alta, Jesús confronta al demonio. Jesús ha venido para salvar al mundo, y el demonio se lo ofrece.

“Y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria” (v. 8). Moisés, también, podía ver los reinos del mundo desde la cima de la montaña. En esa montaña, Dios prometió que Israel prosperaría, y después les dio este aviso:

“Y digas en tu corazón:
‘Mi poder y la fortaleza de mi mano me han traído esta riqueza.’
Antes acuérdate de Jehová tu Dios:
porque él te da el poder para hacer las riquezas,
á fin de confirmar su pacto que juró á tus padres,
como en este día.
Mas será, si llegares á olvidarte de Jehová tu Dios,
y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres, y á ellos te encorvares,
protésto lo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis.
Como las gentes que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis;
por cuanto no habréis atendido á la voz de Jehová vuestro Dios.”
por no haber obedecido la voz de Señor su Dios” (Deut 8:17-20).

Dada la situación de Israel bajo dominación romana, la oferta de recibir todo el mundo es una tentación poderosa. Los judíos añoran los días de David y Salomón. En aquellos días, Israel era una nación con la que había que tener cuidado – pequeña pero grande al mismo tiempo. Los ejércitos israelitas derrotaron grandes naciones. Ahora, Israel es una sombra de lo que era. Romanos coleccionan impuestos y los soldados imponen la tasación. La cara del emperador se encuentra en sus monedas. La grandeza judía es una vaga memoria. Nada atraería gente a Jesús más que la promesa de poder político y militar. “Si el líder correcto viniera a crearles una confederación, ¡quizá en alianza con los Partinianos…! Esa fue la tentación” (Buttrick, 272-273).

“Todo esto te daré, si postrado me adorares” (v. 9). El demonio pone un precio atractivo. “No le pide a Jesús que pase toda su vida a sus pies. Le da una verdadera oferta: una alabanza momentánea – el verbo es aorist, que sugiere un solo acto” (Bruner, 112). Pero “la oferta del demonio de darle todos los reinos del mundo es una parodia porque Dios ya le ha dicho al rey mesiánico, el Hijo de Dios, ‘Pídeme, y te daré por heredad las gentes, y por posesión tuya los términos de la tierra’ (Ps 2:8; cf. Ps 73:8; Rev 11:15” (Dunn).

La oferta del demonio podría ser una proposición atractiva. Aún el Nuevo Testamento reconoce el poder del demonio. Le llama “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 16:11) y “al príncipe de la potestad del aire” (Eph. 2:2) y “gobernadores de estas tinieblas” (Eph. 6:12).

Pero mientras que el demonio aparenta que le dará todos los reinos de este mundo al ser exigidos, la realidad es muy diferente. El demonio tiene estacas profundamente clavadas en los reinos de este mundo, y mucha gente está dispuesta a servirle – pero, ¿puede él repartir el mundo entero? Concretamente, ¿podemos confiar que repartirá algo? ¡No! La oferta del demonio no es ninguna oferta, ¡sino que una trampa de hierro! La oferta es solo el cepo – y, ¡un cepo artificial!

“Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y á él solo servirás” (v. 10). Jesús cita Deut 6:13, recordándonos que Jesús es el único objeto apropiado de alabanza. En el Sermón en el Monte, Jesús nos dirá que nadie puede servir dos amos (6:24), pero primero demuestra ese principio en su propia vida.

Podríamos presumir que esto no es un problema para nosotros. No caemos en la tentación de crear una vaquilla dorada para alabar. Nunca caeríamos al suelo para alabar al demonio. Sin embargo, una reexaminación cuidadosa podría crear preguntas sobre nuestras prioridades. ¿Es el mundo más importante para nosotros que Dios – ocupa el mundo el primer lugar en nuestras vidas cuando deberíamos reservar ese lugar para Dios? ¿Cómo evaluamos eso?

– Una prueba es ver cómo pasamos el tiempo. ¿Oramos los domingos? Si no, ¿qué ponemos en primer lugar – en lugar de Dios – los domingos por la mañana?

– Otra prueba es cómo administramos nuestras finanzas. ¿Qué damos? La norma bíblica es un diezmo – diez por ciento. ¿Cómo de lejos caemos de eso? ¿Cómo se compara con nuestro presupuesto de recreación y entretenimiento?

– Otra prueba es cómo servimos a los demás. ¿Hacemos algo para ayudar a los necesitados?

Jesús dice, “¡Vete, Satanás!” Jesús le dirá estas mismas palabras a Pedro cuanto éste proteste el anuncio de Jesús de su muerte venidera (16:23). Puede haber momentos de lucha contra la tentación, y debemos alejarnos rápidamente. No hay nada que ganar de una lucha con el tentador. El tentador ofrece todo, pero solo da suciedad. Cuando un amigo se convierte en un tentador, confróntele. Si no cesa, encuentre otro amigo.

MATEO 4:11: ÁNGELES LLEGARON Y LE SERVÍAN

11El diablo entonces le dejó: y he aquí los ángeles llegaron y le servían.

Cuando Abrahán pasó la prueba, Dios le bendijo. Cuando Job pasó la prueba, Dios le bendijo. Ahora Dios bendice a Jesús. Hay esperanza para nosotros aquí. Cuando nos vemos confrontados por dificultad, recuerde que Dios está esperando con una bendición.

Al terminar este Evangelio (28:16-20), Jesús tendrá el poder que el tentador prometió – pero el poder vendrá, no del tentador, sino de Dios. El camino al poder no será el arrodillarse ante el demonio, sino el ser levantado en una cruz.

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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